Vini enciende el botón del Balón de Oro
Dice Al Pacino en ‘Esencia de mujer’ que cuando la mierda te llega hasta el cuello, unos corren y otros se quedan. En el Madrid, normalmente, nadie suele correr. Cuando más se le cuestiona su juego, su físico, su actitud e, incluso, se pone en duda la planificación de la plantilla, más se acerca a mostrar todo lo contrario. Ante el Villarreal fue el primer ladrillo de esa reacción que Ancelotti espera de su equipo tras la caída de Lille. Golazos y clara victoria ante el tercero de la Liga.
Es verdad que habrá que dejar pasar un tiempo para saber con mayor precisión si la derrota en el Pierre Mauroy será el punto de inflexión de una temporada que, hasta anoche, tenía más cloroformo que decibelios, pero como remiendo de Champions, no estuvo nada mal.
Decibelios de nuevo en el Bernabéu, en la megafonía y en césped. Otra vez la música y el himno a todo trapo. Como la intensidad del equipo. No fue un encuentro sobrado de fútbol, pero los primeros quince minutos de asedio del Villarreal despertaron ese Madrid intenso y alejado de la desgana sobre el que construir el buen juego que demanda Ancelotti.
Fue un inicio de partido de agobio y sometimiento del Villarreal, que plantea cada partido como un western, pero ayer los disparos tenían la mirilla desviada. Y se quedaron escasos. Pépé mandó un cabezazo al larguero y Barry echó otro por encima de Lunin. Baena también la tuvo en un disparo desde el punto de penalti. Tres claras ocasiones, más un par de centros sin remate final, que generaron zozobra en la defensa blanca. Pero si al Madrid le perdonas, el rival ya se sabe de memoria la penitencia.
Trallazo de Valverde
Se adelantaron los blancos en el 13, en una acción ‘made in Davide&Francesco’. Jugada ensayada desde la esquina y balón a la red. Lo puso en juego Modric, en un saque en corto hacia el pico del área, donde Bellingham dejó pasar la pelota por debajo de sus piernas. El balón llegó a Valverde, que se aprovechó del aclarado de Jude para controlar, posicionarse y soltar ese martillo pilón que tiene en su bota derecha. El disparo golpeó ligeramente en la espalda de Baena, que había salido a taponarlo, y cogió una curva diabólica e imposible para Conde. 1-0.
Aplaudía Kroos, sudadera negra y gorra verde, desde el palco privado en el que veía el partido. Se llevó la ovación de la noche, con permiso de Vini. Era el primer partido que se dejaba asomar por el Bernabéu desde su retirada. Acicate para que sus excompañeros se pusieran las pilas, con el brasileño encendiendo el botón del Balón de Oro. Cada uno contra uno a Femenía era un martirio. Defenderle en esa versión es más complicado que intentar entender qué es un isótopo. Cuanto menos sabes, mejor duermes.
Al descanso, se pudo ir el Madrid con más de un gol de ventaja, pero Rüdiger, Bellingham, y el propio Vini dejaron al Villarreal con vida, aunque los de Marcelino ya estaban muertos. Su segunda mitad fue invisible.
El Madrid salió de los vestuarios con ganas de sobar el balón, y acumuló un 75% de posesión, aunque en su mayoría en pases horizontales. Fútbol control ante un Villarreal sin piernas y sin ideas. Solo Vinicius descosía un guion plano. Primero, provocó la segunda amarilla de Femenía, perdonada por Cuadra Fernández. Después, disparó al lateral de la red, en un lanzamiento con mala baba que avisaba de su última acción del partido. Derechazo desde 25 metros al interior del palo izquierdo de Conde, y balón a la red. 2-0. Trabajo hecho.
Tras el misil, Vini se lastimó mínimamente su hombro derecho en un balón dividido, excusa perfecta para irse al banquillo y ahorrarse quince minutos. Quien no se fue con poco dolor fue Carvajal. En un golpeo en el 90, su pierna impactó con el trasero de Yeremi, con tan mala suerte que su rodilla derecha hizo un movimiento extraño. Se marchó en camilla y entre lágrimas. Síntoma bastante malo.