'Un matrimoni de Boston': el collar de Lizaran, veinte años después

'Un matrimoni de Boston': el collar de Lizaran, veinte años después





Crítica de teatro ‘Un matrimoni de Boston’ Autor David Mamet Traducción Joan Sellent Dirección Josep Maria Mestres Escenografía Paco Azorín Vestuario Nídia Tusal Iluminación Ignasi Camprodon Espacio sonoro Jordi Bonet Intérpretes Emma Vilarasau, Marta Marco, Emma Arquillué Lugar La Villarroel, Barcelona 4Josep Maria Mestres vuelve a poner en escena ‘Un matrimonio de Boston’ la obra de David Mamet que estrenó en el Teatre Lliure en 2005. Con la misma traducción (excelente) de Joan Sallent . No está Anna Lizaran , pero sí Emma Vilarasau que hereda su papel y el collar de esmeraldas de aquella dama victoriana con carácter y Biblia en ristre. Marta Marco , que en la primera versión era la doncella Catherine, toma el relevo de Vilarasau y pasa su testigo a Emma Arquillué .El retorno a los escenarios de la pieza más ‘wildeana’ de Mamet podría teñirse de nostalgia -Anna Lizaran falleció en 2013- pero lo que se representa sigue tan fresco como hace dos décadas. La Anna que encarna Vilarasau vuelve a desplegar sus artes envolventes ante Claire cuando esta da por terminada su relación porque ha conocido a una jovencita. Claire contrarresta con sus tretas: pretende que Anna le preste la casa para el primer encuentro con la amante intrusa.El rumor de los vestidos se escucha en las idas y venidas de las protagonistas cual metáfora acústica de la incómoda situación. La doncella es testigo de ese ‘matrimonio’ que parece romperse: sus interrupciones para advertir a la señora de una avería en la cocina tienen como respuesta el desprecio de esta a unos orígenes que son escoceses, pero que Anna se empeña en que sean irlandeses: así puede referirse con desdén a las hambrunas y las chozas que se calientan con turba.No hay lugar para la nostalgia porque estas señoras de Safo siguen tan mordaces como en 2005. La esquemática escenografía de Paco Azorín contribuye a realzar la sensación intemporal y solo la indumentaria de los personajes nos remite al siglo XIX. Vilarasau convence porque tiene la edad de Anna y Marco metaboliza el carácter de Claire. Emma Arquillué consigue ser una Catherine tan pícara como lo fue Marco. Tres mujeres de distinta clase social que Mamet congrega para que jueguen las cartas de la supervivencia y demuestren por, enésima vez, lo que Anna predica con sorna: que el sexo masculino está ahí para ser engañado. El collar de la gran Lizaran está en buenas manos.

Fuente: www.abc.es