Tamara Rojo : «Hay que poner distancia entre la política y la cultura»

Tamara Rojo : «Hay que poner distancia entre la política y la cultura»





Pocas veces se permite Tamara Rojo (Montreal, 1974) el lujo de ser solo Tamara, al menos en público. Su alto sentido de la responsabilidad, que le acompaña desde el principio de su carrera como bailarina -colgó las zapatillas el 14 de octubre de 2022 en París-, le hace no bajar la guardia y mantener -también influye su timidez- un punto de distancia con su interlocutor. En este caso también es física. La exbailarina, una de las más relevantes figuras de la danza española reciente, habla con ABC desde San Francisco; prepara las maletas para viajar a Madrid con el San Francisco Ballet , que dirige desde hace algo menos de dos años -fue nombrada en enero de 2022 pero se incorporó a finales de ese año-. La compañía ofrecerá en el Teatro Real ocho funciones de ‘ El lago de los cisnes ‘ entre el 15 y el 22 de octubre. La producción,de 2009, lleva la firma del antecesor de Tamara Rojo, el islandés Helgi Tomasson , que estuvo al frente del conjunto durante casi cuatro décadas. – En los últimos años ha venido a España con el English National Ballet y ahora con el San Francisco Ballet; ¿qué diferencias va a encontrar el público?-¡Uf! Qué difícil… Lo que se va a encontrar ahora es con una compañía extraordinaria, una de las mejores del mundo, y yo me siento muy afortunada de que me hayan elegido para dirigirla. Tiene detrás el magnífico legado de Helgi Tomasson; venir con una de sus producciones me parece importante, y sé que el público va a ver a una compañía de una fuerza técnica y artística muy importante.- ¿Existe mucha diferencia entre las compañías europeas y las estadounidenses o es un mito?-Hasta cierto punto, hay todavía determinadas características que las diferencian, no tanto por ser de uno u otro continente, sino más individual. Si se compara al English National Ballet con el New York City Ballet hay diferencias en su visión artística, en su repertorio… San Francisco Ballet es, a pesar de estar más lejos de Europa que otras compañías, el más europeo de los ballets estadounidenses, precisamente por el trabajo de tantos años de Helgi Tomasson. Se nota por la variedad de repertorio, en el enfoque de las coreografías tanto neoclásicas como narrativas; ha tenido siempre relaciones muy cercanas con compañías europeas y ha trabajado con coreógrafos muy distintos. En su carácter y personalidad es más cercana a lo que se considera una compañía llamémosle europeísta.- Su director asociado es español, Antonio Castilla, que ya estuvo hace un tiempo en San Francisco. Lola de Ávila estuvo también varios años en la escuela. Hay varios bailarines españoles. ¿Se nota esa huella?-Se nota la presencia, pero hay mucha diversidad en la compañía. Todos sabemos que hay bailarines españoles en todo el mundo, no es raro que los haya también aquí.- En Londres su proyecto pasaba por darle a los ballets clásicos un sentido en el siglo XXI, ¿empieza a tener ya el San Francisco Ballet su personalidad?-La adaptación entre los dos ha sido incluso más rápida que en Londres; he tenido la oportunidad de crear un repertorio nuevo desde el primer momento y de transmitir mi manera de entender la intepretación de los clásicos… Yo creo que han de dar la oportunidad al artista de crear su propia interpretación, su expresión individual, dentro siempre del respeto de la tradición y del conocimiento del legado. Pero ha de tener la libertad de explorar cada papel y buscar la manera de hacerlo relevante y de transmitir su personalidad.- Ha hablado del legado de Helgi Tomasson. ¿Se siente responsable de él?-Siempre he considerado que la función de un director es construir sobre el legado de otros. Nunca me he interesado destruir lo que otros directores han hecho en el pasado. Helgi estuvo aquí casi cuarenta años y sería una locura enterrarlo; transformó la compañía y es un privilegio poder construir sobre el trabajo de un artista persona extraordinaria. Me parece de un narcisismo y una estupidez profunda no reconocer el trabajo de los demás, y no aportar mi perspectiva sin tener que deshacer nada.«La función de un director es construir sobre el legado de otros. Nunca me he interesado destruir lo que otros directores han hecho en el pasado»- ¿Este ‘Lago’ es una buena piedra de toque para la compañía?-Es una producción que permite ver bailar mucho a la compañía, hay mucho baile. Es muy respetuosa con la tradición, con una narrativa muy simple y muy clara. En el caso del ‘Lago’, cuando este aspecto está claro los bailarines tienen espacio para demostrar su extraordinaria capacidad técnica y artística.- Le imagino al tanto del relevo en la Compañía Nacional de Danza, y supongo que no se presentó al concurso para sustituir a Joaquín de Luz (Tamara sonríe mientras niega con la cabeza).-La verdad es que que no estoy muy bien informada de la visión artística de la nueva directora, Muriel Romero. Lo único que puedo decir es lo mismo que he dicho siempre: para crear instituciones artísticas sólidas y de un nivel extraordinario tiene que haber continuidad y un plan a largo plazo. Y ha de haber también protección frente a los cambios ideológicos, gubernamentales y ministeriales que suceden sobre todo en España. En mi opinión, hasta que no haya distancia entre el poder político y las posiciones de liderazgo de nuestras instituciones culturales nuestra cultura no podrá desarrollarse como se merece.Noticia Relacionada estandar No Todos los sueños de Tamara Rojo, ‘imprescindible’ del ballet español y mundial TVE dedica esta noche un documental a la bailarina española más importante de la historia- Usted lo ha vivido en Gran Bretaña, donde los cambios políticos no inciden en las instituciones culturales…-Exacto. De hecho, hubo una muy buena razón en Inglaterra por la que se creó el Consejo de las Artes después de la Segunda Guerra Mundial. Precisamente, para evitar lo que había sucedido en la Alemania nazi, donde todas las instituciones culturales se pusieron al servicio del régimen de Hitler, y se comprobó el poder que esas instituciones culturales podían tener en la manipulación de las masas. Así que en el Reino Unido se decidió que entre la política y la cultura debe haber distancia, sobre todo en las instituciones nacionales; esa es una lección que se debe aprender en algún momento en España.

Fuente: www.abc.es