Sinwar estaba enfrentado con Haniya respecto a la guerra en Gaza
El pasado 31 de julio, el hombre que más se benefició de la muerte de Ismael Haniya, el número uno político de Hamás, fue precisamente su enemigo acérrimo, la sombra en los túneles de Gaza, Yahya Sinwar —pronúnciese Sinuar—.
Todo el mundo, empezando por los servicios secretos, tanto israelíes como árabes, sabía que entre Haniya y Sinwar no había más que odio. Sinwar representaba el frente interno, ligado a las brigadas de Izedín al-Qasam, el ala militar del movimiento, cuyo líder, el perfil oscuro en las imágenes del 7 de octubre de 2023, Mohamed Deif, también fue eliminado recientemente.
Si hubiera que simplificar mucho para entender, Haniya se podría decir que representaba el ala «negociadora», propiciada por sus años de vida en los países del Golfo, lejos de sus orígenes en la Franja. Sinwar, el sanguinario cazador de «traidores» a la causa, personificaba el ala dura, la «resistencia armada a ultranza contra la entidad sionista», según su jerga.
Haniya buscaba una hudna, una tregua de larga duración. Para un acuerdo de paz, después del 7 de octubre del año pasado, tendría que pasar por Sinwar. Y Sinwar, como se diría en el lenguaje de la mafia siciliana, era «il morto che cammina«, el cadáver ambulante condenado a vivir como un topo. Y en medio de un enorme odio popular tras las decenas de miles de víctimas inocentes palestinas de Gaza.
Si Haniya era el asistente del viejo líder Ahmed Yasin, y se relacionaba con la Autoridad Nacional Palestina, Sinwar se había destacado como el expreso en las cárceles israelíes, liberado en 2011 tras el intercambio con el soldado Gilad Shalit.
El hermano de Yahya Sinwar, Ibrahim, habría sido el cerebro del secuestro de Shalit, cinco años antes.
La acción armada limitada a los Territorios ocupados
Últimamente, Sinwar requirió de tres votaciones sucesivas para convertirse en el líder del politburó de Hamás. Su crueldad legendaria le hizo romper con la Declaración de Principios que impulsó el palestino más prestigioso de todos, todavía en las cárceles israelíes, Marwan Barghouti. Barghouti había conseguido la firma de todos los grupos palestinos para limitar las acciones armadas a los Territorios Ocupados.
El 7 de octubre de 2023, Sinwar, con su orgía de violencia, anuló de facto aquella declaración histórica.
Así como la autocracia de Hizbulá ha quedado descabezada sin su líder supremo, Hasán Nasrala, la desaparición de Sinwar es simplemente una pieza en el tablero palestino. Sin elecciones desde 2009, la Autoridad Nacional Palestina de Abu Mazen, temerosa de que Hamás arrase si se celebran, tendrá que reaccionar de alguna manera, ahora más que nunca.
Y más en el contexto de un Oriente Medio al borde de la guerra generalizada, que volvería a dejar atrás, sine die, la cuestión palestina.