sin liderazgo, sin impacto, sin alma y sin (casi) nada

sin liderazgo, sin impacto, sin alma y sin (casi) nada




A mediados de junio de 2022, dos semanas después de ganar la Decimocuarta en París, Florentino se presentaba en el programa ‘El Chiringuito’, en la que ha sido su última entrevista en un medio de comunicación, para hablar de Mbappé. Días antes de la consecución de aquella Champions, Kylian decidió dejar tirado al Madrid y renovar por el PSG. Aquello provocó un terremoto que Florentino resumió con una de esas reflexiones suyas tan peculiares: «Este no es mi Mbappé, el que yo quería traer. Este es otro».

Ha envejecido bien aquel pensamiento del presidente blanco. Este tampoco es su Mbappé. Ni el de ningún madridista. Su actuación en Anfield deja muy señalado al que para muchos era el mejor futbolista del mundo. Mbappé ya no corre más que nadie, tampoco se va ni de su sombra, no atemoriza a las defensas rivales, no se inventa de la nada goles imposibles y no tiene apenas impacto en el devenir de los partidos: «El rendimiento óptimo en cualquier deporte requiere que el jugador esté emocionalmente conectado y motivado. Si Mbappé siente dudas, o si el entorno no es lo que esperaba, esa desconexión podría estar afectando su desempeño», comenta la psicóloga deportiva Lorena Cos.

Sus números contra el Liverpool son demoledores. Lo de menos fue el fallo en el penalti. Como dijo Ancelotti, no se le puede juzgar por fallar un lanzamiento desde los once metros, pero sí por muchos otros factores. Mbappé tocó el balón en 43 ocasiones, dio 24 pases y falló seis (el 25%), solo remató dos veces y solo hizo buenos tres de los seis regates que intentó. Kylian fue incapaz de aprovechar los balones al espacio y tampoco se le vio técnicamente fino, incapaz en muchas ocasiones de realizar conducciones limpias. Un Mbappé totalmente desconocido, aunque Ancelotti arqueara la ceja cuando este periódico le preguntó, tras el partido, cómo era posible que estuviera tan torpón.

Tampoco, como en él es habitual, estuvo generoso en el trabajo defensivo. De hecho, dos pérdidas suyas estuvieron a puntos de costarle dos goles al Madrid, pero ni pestañeó. En el minuto 3, se dejó robar un balón que casi acaba en un gol en propia puerta de Asencio. Y el penalti de Mendy a Salah nace de otra pelota regalada en el campo del Liverpool.

«Lo que más llama la atención es su falta de carácter, de liderazgo», comentan en Valdebebas, también sorprendidos por la inexistencia de la figura de un entrenador personal en su staff privado, algo común en todos los grandes jugadores blancos. Entienden que a un futbolista de su talla, cualidades y físico no se le ha olvidado jugar al fútbol de repente, pero quizás no tiene la mejor estructura a su alrededor.

Mbappé, además, parece un futbolista sin alma, sin amor propio y sin la jerarquía de las grandes estrellas que han pasado por el vestuario del Madrid en los últimos tiempos. Ni tiene la personalidad de Cristiano, ni el mando en plaza de Sergio Ramos, ni el orgullo de Benzemá: «Al llegar como una superestrella, se espera que Mbappé sea el líder indiscutible del equipo. Esa presión de ser siempre decisivo puede llevarlo a jugar con miedo a fallar o a no arriesgar lo suficiente, reduciendo la espontaneidad y creatividad que lo caracterizan», reflexiona Cos.

Todos los jugadores que dieron la cara en Anfield tras el 2-0 destacaron la buena predisposición de Mbappé en los entrenamientos, algo en lo que ha insistido Ancelotti en sus comparecencias ante la prensa. Es buen compañero, alegre y divertido, y nunca pone una mala cara, pero es precisamente esa falta de ‘mala leche’ lo que echan de menos algunos compañeros. Ahí está el ejemplo de Vinicius, que sufrió un escarnio deportivo y personal desde que puso el primer pie en España, y se revolvió contra todo y contra todos para demostrarle al mundo del fútbol que nada ni nadie le iba a apartar de su camino: «Quizás, si está demasiado pendiente de las opiniones externas o es muy autocrítico con su desempeño, podría caer en un ciclo de inseguridad que dificulte su desarrollo», cuenta Cos.

Mbappé está siendo duramente señalado por los medios de su país. La crítica que recibe aquí en España son cosquillas comparada con la que está cayendo en Francia. Nada más acabar el partido ante el Liverpool, ‘RMC Sport’, la radio deportiva más influyente de su país, dijo que Mbappé ya no era un jugador de fútbol. Que ni siquiera podía correr. Y ‘Le Parisien’, el periódico de cabecera del PSG, escribió que el hundimiento de Mbappé sufrió una nueva pesadilla.

De hecho, en Francia cada vez coge más vuelo la idea de que el último gran partido de Mbappé fue en diciembre de 2022, en la final del Mundial entre Argentina y Francia, en la que levantó a su selección con un triplete y solo el incomprensible fallo de Kolo Muani ante el Dibu Martínez, en el último minuto de la prórroga, evitó la tercera estrella gala. Desde entonces, han pasado dos años de una relación con el PSG llena de curvas, un litigio económico de 55 millones que no llega a su fin y un linchamiento mediático que, incluso, le ha responsabilizado de un supuesto delito de agresión sexual en Suecia.

En estas circunstancias, es cuando más ayuda necesita y el Madrid no piensa dejarlo de lado. Todo lo contrario, pero la realidad es que tras cuatro meses en la capital de España, este tampoco es el Mbappé de Florentino.

Fuente: www.abc.es