S'Agaró: el Hollywood de la Costa Brava acoge el nuevo rodaje de 'El infiltrado'
Nos cuentan en S’Agaró que el Hostal de la Gavina acogió la pasada semana al equipo de producción de ‘The Night Manager’ (‘El infiltrado’), que retoma la exitosa serie de 2016 sobre la novela homónima de John le Carré con otras dos temporadas para Amazon Prime. El guionista John Farr recupera a los personajes que encarnan Tom Hiddleston, Hugh Laurie (el popular doctor House) y Olivia Colman para recrear los «rincones oscuros e identidades sospechosas» del espionaje: las peripecias del gerente de hotel y exsoldado reclutado por agentes de la inteligencia para infiltrarse en una red de tráfico de armas. ‘El infiltrado’ está considerada como una de las mejores producciones sobre los espías. La primera temporada contó con escenarios mallorquines: la Fortalesa de Pollensa era la lujosa mansión a la que retornaba el traficante que interpreta Laurie. Diez años después de aquel rodaje de 2015, el equipo de ‘El infiltrado’ ha escogido la Costa Brava. S’Agaró conmemora su centenario con su belleza intacta, cosa rara en los tiempos que corren. El enclave que Josep Ensesa convirtió desde 1924 en una modélica ciudad jardín sigue en las agendas de las producciones audiovisuales. La serie de la BBC se añade a una larga lista de producciones que convirtieron el Hostal de la Gavina y su entorno en una «fábrica de sueños». La revista ‘S’Agaró’, que Ensesa fundó en 1935, da noticia de esos rodajes. El más conocido, ‘Pandora y el holandés errante’ (1951). El periodista Jaime Arias, que trabajaba para las distribuidoras norteamericanas, vivió el tormentoso reencuentro de Ava Gardner y un Frank Sinatra celoso que voló a la Costa Brava al saber del idilio de la actriz con Mario Cabré. Los nietos del creador de S’Agaró y regentes del Hostal de la Gavina ABCLa película de Albert Lewin obtuvo un inesperado eco mundial. El Hostal de la Gavina se llenó de anglosajones y desde entonces el inglés devino en lengua franca en un país que intentaba salir de la cerrazón autárquica. Periodistas del británico ‘Daily Express’ y de los americanos ‘Variety’, ‘Colliers’, ‘Time’ y ‘Life’ se enamoraron de S’Agaró: «Ni yo ni nadie imaginábamos que en España existiera una localidad de este tono californiano, pero con la superioridad del conjunto armónico y clásico de sus señoriales edificaciones», declaraba Lewin. El director de una agencia informativa estadounidense urgió a Arias por vía telefónica. «Denos toda la información que tenga. Hoy interesa más en los Estados Unidos S’Agaró que todas las noticias de la Casa Blanca». Sinatra regaló a Ava un collar de esmeraldas. Fue tras una bronca en el bar que resonó en toda La Gavina: «Empezaron a beber y a gritarse, se golpearon el uno al otro varias veces», recordaría el ‘maître’ Diego Herranz. «A la media hora el nombre de S’Agaró cruzaba el Atlántico una vez más», consignaba Arias en su crónica. California en el MediterráneoDesde los cincuenta La Gavina atrajo a magnates de la prensa como Lord Astor, propietario del ‘Times’ de Londres y Henry Luce, de ‘Time’ y ‘Life’; el músico Cole Porter, el ministro de Defensa británico Selwyn Lloyd o la actriz Madeleine Carroll… El enamoramiento de S’Agaró como California del Mediterráneo explica que los turistas americanos abunden en La Gavina: «En algún momento descendieron y fueron sustituidos por el cliente ruso, pero ahora vuelven a ser predominantes; algunos desde varias generaciones», nos comentan Júlia y Carina Ensesa. Los equipos de rodaje no han parado de llegar a S’Agaró. En junio de 1954 se cumplen setenta años. Orson Welles prosiguió la filmación de ‘Mr. Arkadin’ rodando escenas en Senya Blanca, la casa de la familia Ensesa. La terraza clasicista con vistas al Camino de Ronda era en la película una mansión mexicana. Pla , huésped habitual de las habitaciones 113 y 114 de La Gavina, saludó a Welles: «Este es un hombre que pesa mucho», ironizó el ampurdanés. Ambos firmaron en el libro de visitantes ilustres: «Después del peliculero, firma un antipeliculero», rubricó Pla.Un lugar de cine Arriba, Peter Sellers y su esposa, Britt Ekland, en una fiesta en La Gavina. Debajo, Sean Connery en los 60 y Liz Taylor ABCEn 1967 el autor del ‘Cuaderno gris’ denunciaba en la revista ‘S’Agaró’ «el frenesí de ganar dinero a todo trance, rapidísimamente, sin tener en cuenta cualquier consideración de lugar, de tiempo, o de manera humana de ser». Josep Ensesa y sus hijos, al priorizar el patrimonio natural sobre el patrimonio económico, comparten la diagnosis del ampurdanés: «Hemos dado continuidad a la labor de nuestro padre e intentado salvaguardar ese lugar del turismo de masas que invade y estropea tantos lugares de esta costa. Creo que lo hemos logrado», declaraban orgullosos Josep y Carme. El mismo orgullo de los nietos del creador de S’Agaró y regentes actuales del Hostal de La Gavina: Júlia, Virginia, Carina y Josep. Gracias a sus propietarios, S’Agaró se mantiene como un paraíso no vulnerado que sigue atrayendo visitantes ilustres. Y gracias al cine, las playas de Sant Pol y Sa Conca pueden cobrar mágicas dimensiones. Liz Taylor anduvo por Sant Pol en ‘De repente, el último verano’ (1959), del gran Joseph L. Mankiewicz , en unas escenas frente a La Taverna del Mar. Lució dos trajes de baño: uno a la medida de la censura española y otro, transparente, para el extranjero. Aquellas secuencias, que costaron medio millón de dólares a la producción, fueron suprimidas en el montaje de la película. «Según se decía, la actriz, con el bañador bien empapado, se había tumbado sobre la colcha de seda y plata de su habitación, y Josep Ensesa, cuando lo supo, le fue a pedir que abandonara la suite. Sus nietos han desmentido este último punto, pero aclaran que las manchas eran de la crema solar que Taylor se había puesto al regresar de la playa», informaba la exposición del centenario de S’Agaró en el barcelonés Palau Robert.De Sydne Rome NureyevSa Conca podía llenarse de cíclopes en el rodaje de ‘Simbad y la princesa’ gracias a la maestría de Ray Harryhausen; o ser la playa del Liliput al que arriba Gulliver; convertirse en paraje de flora tropical en ‘Dos años de vacaciones’ y ‘La isla misteriosa’ de Verne. En la piscina Garbí de La Gavina, Sydne Rome departía con un émulo de Bond en ‘Some girls’, de Ralph Thomas. Nicolás y Alejandra paseaban por los jardines de Senya Blanca cual palacio de la Rusia zarista: la playa de Sa Conca se convertía en Crimea en la superproducción que dirigió en 1971 un Franklin J. Schaffner oscarizado por ‘Patton’. Rudolf Nureyev –que aparece en una fotografía conversando con Josep Ensesa– era Rodolfo Valentino en la película homónima de Ken Russell: la playa de Sant Pol podía ser la de Santa Mónica años veinte y la iglesia de S’Agaró, la casa de un productor de Hollywood. Entre los rodajes del siglo XXI, escenas del ‘Mar adentro’ (2004) de Alejandro Amenábar o ‘La promesa’ (2016), con Christian Bale y Oscar Isaac. Las estancias de La Gavina podían ser Los Ángeles en el ‘Marlowe’ (2022) que protagonizó Liam Neeson y dirigió Neil Jordan. La nómina cinematográfica proseguiría con Xavier Cugat, Lawrence Olivier, James Mason, Lucía Bosé, Humphrey Bogart, Lauren Bacall, John Wayne, Dick Bogarde, Lex Barker, John Mills, Robert De Niro, Peter Sellers, Britt Ekland, Lee van Cleef, Jack Nicholson, Lady Gaga…«Todo ha cambiado»Los hermanos Ensesa recuerdan que aquellos ídolos cinematográficos compartían cenas en la casa de su abuelo o la de sus padres: «Ahora todo ha cambiado, los equipos de rodaje ya no mantienen el contacto humano de otras épocas cuando Peter Sellers o Sean Connery charlaban con nuestra familia en largas sobremesas». Del Connery de los años sesenta, en la cresta de la ola como agente 007, Júlia no ha olvidado «su bella voz». De las series autóctonas, la familia Ensesa recuerda con cariño el rodaje de ‘Tres estrellas’ con El Tricicle el verano de 1987: «Teníamos el hotel en pleno funcionamiento, los actores se mezclaban con los huéspedes… Pese a lo complicado de la situación, mi padre se divirtió mucho. La segunda parte de la serie se grabó ya con el hostal cerrado». En la recepción se conserva el timbre que en la serie provocaba la aparición, como un resorte, de El Tricicle con sus uniformes de ‘groom’. Algunos huéspedes sienten la tentación de volverlo a tocar. La misma recepción que podría aparecer en alguna escena de ‘El infiltrado’. Porque todo es posible en S’Agaró, el pequeño Hollywood de la Costa Brava.