Rutas hacia la equidad educativa
Con una superficie de 94.219 kilómetros cuadrados y una densidad de población de 25,3 habitantes por kilómetro cuadrado, Castilla y León es una de las regiones más extensas de Europa (según datos estadísticos de la Junta de Castilla y León, el INE y el Instituto Geográfico Nacional). Estas cifras aluden también a la gran dispersión geográfica de su población y a la dificultad añadida que supone llegar a todos y cada uno de los centros educativos con que cuenta la Comunidad. Una de las bazas para que todos los escolares puedan asistir diariamente a clase, vivan donde vivan, es el transporte escolar.
En palabras de la consejera de Educación, Rocío Lucas, «constituye un pilar esencial del sistema educativo, especialmente considerando la amplia extensión geográfica y la dispersión de los núcleos de población en nuestra Comunidad» y teniendo en cuenta que su departamento «tiene como prioridad garantizar que la educación llegue a todos los rincones del territorio». Este servicio tiene un coste global que supera los 60 millones de euros, «un esfuerzo económico significativo por parte de la Junta de Castilla y León», según Lucas. Así, este curso, el transporte escolar que el Gobierno autonómico pone a disposición del alumnado de régimen general está compuesto por 2.160 rutas que llevan cada día a sus aulas a 36.500 alumnos.
«Gracias a este sistema de transporte, se contribuye no solo a la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación sino también a la cohesión territorial», añade la consejera, que matiza que «en los últimos años, hemos realizado un esfuerzo constante por mejorar y ampliar los servicios complementarios que ofrecemos a la comunidad educativa» y que «un ejemplo destacado» de este compromiso es que la Junta de Castilla y León ha ampliado recientemente la gratuidad del transporte escolar a los alumnos de Bachillerato, alumnos de Formación Profesional Básica y Educación Especial, siempre que su domicilio se encuentre en un municipio diferente al del centro educativo al que deben asistir.
Gracias a esta iniciativa, este servicio esencial cubre ahora a estudiantes desde el segundo ciclo de Educación Infantil y Primaria hasta Secundaria y Bachillerato, lo que garantiza que un mayor número de alumnos pueda beneficiarse de él. «En un territorio tan extenso y disperso como Castilla y León, donde muchas familias residen en localidades alejadas de los centros educativos, esta ampliación resulta clave para facilitar el acceso a la educación sin que la distancia sea un obstáculo», reitera Rocío Lucas. De hecho, aunque no es habitual, según la consejera, existen casos en los que una ruta de transporte escolar está destinada a un solo alumno. La planificación del servicio en Castilla y León, además, es un desafío logístico considerable. Dado el número limitado de empresas que lo prestan y la necesidad de cubrir todas las zonas, incluidas las más remotas, es imprescindible diseñar rutas que no solo lleguen a todos los estudiantes, sino que además lo hagan de manera eficiente y puntual. Esto implica «una coordinación minuciosa para garantizar que los recorridos sean lo más optimizados posible y que se cumplan los horarios establecidos», precisa Lucas.
Para ello, el servicio utiliza distintos vehículos, incluyendo autobuses, microbuses, taxis y, en ocasiones excepcionales, vehículos todoterreno. En zonas de montaña o áreas de difícil acceso, se han empleado todoterrenos, especialmente en circunstancias en las que las condiciones orográficas lo exigen. Esto es particularmente importante en invierno, cuando las incidencias por nieve y las carreteras de montaña pueden dificultar el acceso. «En esos casos, se toman medidas especiales para garantizar la seguridad de los alumnos y que el servicio se preste de la mejor manera posible, ajustando los vehículos y las rutas a las condiciones meteorológicas adversas», comenta Lucas. Al mismo tiempo, hay transporte escolar compartido con el de viajeros, porque se aprovechan mejor las rutas y los vehículos, reduciendo la necesidad de duplicar servicios. «Esto permite un uso más eficiente de los recursos disponibles, tanto humanos como materiales», y puede suponer «un ahorro significativo en los costes operativos, tanto para las administraciones públicas como para las empresas de transporte», afirma Lucas. También se minimizan los gastos asociados al mantenimiento de vehículos, el consumo de combustible y la contratación de personal adicional.
La Junta también aprobó en 2004 la obligación de la presencia de un acompañante, siempre que el transporte se realice en vehículos de más de siete plazas con menores de 12 años. Todas las rutas de Infantil, Primaria y Educación Especial llevan, al menos, un acompañante en el transporte escolar, salvo que la ruta se realice en un vehículo que tenga menos de siete plazas. Sin embargo, siendo esta la norma general, la Consejería de Educación, con la finalidad de mejorar la seguridad en el transporte, ha autorizado con carácter excepcional un segundo acompañante en algunas rutas que transportan un alto porcentaje de niños de Infantil que necesitan la ayuda de una persona para la subida y bajada del vehículo, o bien un acompañante en autobuses que transportan alumnos de más de 12 años. El servicio es gratuito para las etapas de educación obligatoria, pero hay ayudas para aquellas situaciones en las que las rutas no son regulares, como por ejemplo, para acudir a las clases de refuerzo del Programa para la Mejora del Éxito Educativo o para estudiantes de FP.