Rubén Amón:  «Los pecados capitales tienen más de capitales que de pecados»

Rubén Amón: «Los pecados capitales tienen más de capitales que de pecados»





El periodista y escritor Rubén Amón publica un libro sobre la buena conversación (o la ausencia de ella y su calidad) en estos tiempos convulsos de hiperconexión, cancelación y lo políticamente correcto. Así que conversar con él sobre pecados capitales (y sobre cualquier cosa) era más que necesario: deseable.—Le perdono un pecado—Podemos hablar de todos sin problema.—¿Cuál disculpa usted con facilidad?—La lujuria. Soy indulgente con ella porque la ejerzo.—Así que sería el que también se disculparía a sí mismo.—Si no, estaría incurriendo en otro, que es el de la soberbia.—Haría doblete nada más empezar. —Sí, así que es mejor que vayamos con cuidado. Pero con la soberbia no corremos peligro, soberbio no soy.—Está libre de ese pecado. ¿Alguno más?—La envidia también me es ajena. Reconozco los méritos del otro y me alegra que le vaya bien. Lo que me molesta es que le vaya bien a quien no tiene razones para ello. No soporto a los impostores. Pero no es un pecado capital, es un pecado habitual.—¿Le molesta tanto como para hacerle incurrir en otro, en la ira? —He incurrido, pero me temo bastante a mí mismo como para participar de las circunstancias en que se termina produciendo. De todos modos, no creo que sea un pecado.—¿Lo sacaría de la lista? —Algunos de los pecados capitales no son ni siquiera pecados. Eliminaría la ira, la lujuria, la gula y, sobre todo la pereza. No es que no sea un pecado, es que es una virtud. —¿Añadiría alguno?—La impostura y el narcisismo. Eso sí que me parece un pecado capital. El mayor defecto que puede tener alguien es la falta de sensibilidad, que se deriva mucho de esos perfiles narcisistas. ¡Pero parece que estemos hablando de Pedro Sánchez!—Será cosa de la actualidad, porque hemos empezado con la lujuria. Y mire Errejón.—Fíjate que creo que todos los reproches morales y éticos que se le están haciendo forman parte de un linchamiento que no le sustrae de su responsabilidad, pero que es fruto de las reglas que ellos han impuesto a la sociedad. Hay que ser comprensivos con Errejón y ser conscientes del linchamiento, pero también responsabilizarle de haber creado este hábitat en el que ahora él se ve envuelto. —Errejón habría incurrido hasta llegar aquí en la lujuria pero también en la soberbia…—Toda una coreografía, sí. La izquierda es enormemente mojigata y confunde las categorías; de la ética a la moral, de la moral a la responsabilidad política, y de la responsabilidad política a la penal. Esas son sus prácticas: la justicia asamblearia y la condena a la muerte civil.—¿La gula cómo la lleva?—La justifico también, porque es una alternativa a la lujuria. Es llegar al placer físico por otro camino.—Es usted muy caritativo con los pecados carnales.—Sobre todo porque no creo en Dios y los únicos pecados que se merecen expiar son los que se ejercen en la tierra y sin otro ánimo ni expectativa que el placer. Son pecados epicúreos. —Orgullosamente pecador.—Orgullosamente, no. Porque el orgullo se acerca bastante a la soberbia y todo lo que tiene que ver con la vanidad es una parte del ser humano horrorosa.—Acabaremos reformulando la lista de pecados capitales.—Los pecados capitales tienen más de capitales que de pecados. Pasa como con la monarquía parlamentaria, lo relevante es el adjetivo y no el sustantivo.

Fuente: www.abc.es