“Pasaron cinco días entre la muerte de mi hija y mi ingreso en prisión”

Le separan de su otra hija e ingresa en prisión

No pudo digerir la pérdida ni hacer un proceso de duelo. “Pasaron cinco días entre la muerte de mi hija y mi ingreso en prisión”, resume. Estaba consolando a su niña cuando de pronto le llaman para ir a un despacho. “Era un agente de Frontex, tenía una placa y en su oficina había un cartel”. Le cogió el móvil sin permiso, le enseñó una foto en la que aparecen nombres. Ouattara intentó explicarles que tras la primera estafa en Marruecos para convencer a su mujer, le hizo una foto de toda la lista de la gente que iba a salir. “No podía decidirlo solo y le hice una foto como prueba”, asegura. Detrás del agente había dos policías. 

“De un despacho a otro vi una pantalla con todas las fotos de mi familia”, recuerda cada detalle. Nadie, en estos primeros interrogatorios, se interesó por la información del viaje, por su situación emocional o por la pérdida de sus allegadas. Le hicieron también una prueba de paternidad. “No entendía nada, aunque había una traductora. El tercer día vino una persona y me dijo: “soy tu abogado, tienes que colaborar si quieres pedir asilo”, alega. Delante del letrado sí que los agentes le preguntan por la travesía personal y le piden autorización para acceder al móvil. “¡Pero si ya lo habían hecho!”, exclama, incrédulo. 

Finalmente, lo separaron de su hija y lo ingresaron en prisión. Desde entonces, perdió el rastro de la niña, no volvió a cruzarse con su abogado del turno de oficio, otros presos le recomendaron firmar “una conformidad” para que así le fuera impuesta una pena más baja. Pero Ouattara lee y escribe francés y en Costa de Marfil había estudiado Tránsito Aduanero, que incluía asignaturas de derecho, conocimientos que le permitieron descifrar lo que estaba pasando. “No iba a aceptar la conformidad. Tras meses de espera sin que apareciese el abogado, lo que hice fue escribir cartas al juez y decirle que quería declarar y defenderme yo solo. Más tarde, a través de una ONG en prisión, busqué información sobre mi hija”, asevera. Finalmente, contrató los servicios de una abogada particular que logró su puesta en libertad.  

“Es un caso muy sangrante”

“A nivel jurídico, el caso de Ismael ha sido muy duro desde un principio”, asegura su abogada penalista y experta en Extranjería, Sara Rodríguez Trigo. Le costó a la letrada conseguir el sobreseimiento y el archivo de la causa, aunque su puesta en libertad no fue tan difícil desde que ella asumió la defensa. “Llevaba tiempo con un abogado de oficio que no hizo nada, cuando accedí al expediente me pareció un caso muy sangrante. La detención legal”, exclama Rodríguez Trigo. Ismael entregó su teléfono móvil voluntariamente, hicieron periciales informáticas y aun sin resultados él seguía en prisión. 

La información que extrajeron del teléfono móvil tampoco tenía “ningún contenido que le incriminara”, arguye, “su expediente judicial y la acusación contra él no tenían fundamento”. “Las pruebas que tenían era una trasferencia bancaria a nombre de mi mujer en 2019 y estamos hablando de 2021, además de la famosa foto de la lista con nombres. Repetí una prueba de caligrafía para comprobar que no era mi letra, una prueba que ya me hicieron dio negativa, pero resulta que no estaba en el expediente. Solo tenían un testigo que aseguró que no ejercía ninguna tarea de dirección en el barco”, asegura Ouattara exhausto. Por lo que pasó un año y dos meses entre rejas sin haber cometido delito alguno.

“En prisión al ayudar a la gente me ayudaba a mí mismo“

Psicológicamente, “lo que hice fue asumir la pérdida de mi mujer y de mi hija, buscar a la mayor, asumir que estaba privado de libertad, pero no de pensamiento y aproveché al máximo”, explica despacio. Se apuntó a todos los cursos y hacía deportes todos los días. “Lo que viví con la traductora no quería volver a vivirlo. Estudié mucho y aprendí español”, dice. Además, se dedicó a ayudar a otros migrantes. “En la prisión, ayudar a la gente me ayudaba a mí mismo”, añade. Ouattara y su abogada relatan que dentro de prisión hay módulos en los que solo hay personas negras. “Están creando pequeños guetos”, denuncia la especialista en penal.

“Cuestionan mi capacidad de ser padre ¿es por qué soy negro?”

Gracias a la defensa de Rodríguez Trigo, el joven fue puesto en libertad el 28 de septiembre de 2023. Pero nada más salir de prisión comenzó con su segunda batalla: recuperar la custodia de su hija. La niña había entrado en el sistema de protección como Menor Extranjera No Acompañada. Pero, “ella vino conmigo, yo soy su padre y entonces comencé todo el proceso de nuevo porque la habían dado a una familia de acogida”, manifiesta. 

Recuerda todas las trabas que le ponía la misma familia, que tenía la intención de adoptar a su hija y “veía como intencionalmente querían romper todos los vínculos conmigo”, asegura. “¿Por qué cuestionan mi capacidad de ser padre? ¿es por qué soy negro?”, se pregunta. Comenzó con visitas, hasta que consiguió una beca con un curso de arquitectura y cuando ya encauzar su situación, a los seis meses le devolvieron a la niña. “El expediente administrativo de la niña es un cuadro. Al final esta historia ha acabado muy bien. Hoy nos han notificado el auto y la niña ya va a ser española”, alega la abogada satisfecha. 

Ahora está bien, dice, ocupado para poder escribir todo lo que ha vivido. Además, acompaña en los juicios, visita centros de acogida y hace de traductor. Da charlas y ayuda a otras personas que han pasado por su situación.