Max Verstappen, a la altura de Prost
Los títulos en Red Bull ya no poseen el mismo sabor, se aprecia en las caras de sus protagonistas, en los gurús que emigran, en los jefes que han aguantado de todo con tal de proporcionar un nuevo campeonato al estratosférico Max Verstappen (27 años), quien parece ser el que más disfruta de todos. Él y su padre, el inefable expiloto de F1 Jos Verstappen.Verstappen ha conquistado en Las Vegas, a falta de dos carreras para la conclusión de la temporada, su cuarto mundial consecutivo, una secuencia que se convierte cada lustro en seña de identidad de la Fórmula 1. El mejor coche gana los títulos y el mejor de los dos pilotos del garaje se impone al compañero de equipo. Sucedió con Vettel y Webber en la anterior etapa de Red Bull, con Hamilton y Rosberg/Bottas en el periplo híbrido de Mercedes, y ahora en la versión 3.0 de Red Bull con Verstappen sobre ‘Checo’ Pérez.Verstappen alcanza a Alain Prost y a Sebastian Vette l, cuatro títulos, y se queda a uno del argentino Juan Manuel Fangio, el primer gran héroe de la Fórmula 1. Más arriba sólo permanecen Lewis Hamilton y Michael Schumacher (7).No ha sido 2024 el rodillo de otros cursos, el coche papaya de McLaren se alzó al pedestal de las poles y las victorias desde el verano, pero en una nueva confirmación de que el piloto importa y mucho en la F1,ningún conductor de McLaren le ha hecho sombra a Verstappen . Lando Norris no ha mostrado el nivel suficiente para destronar como campeón a Verstappen, que puede ser insufrible y arrogante en su comportamiento en la pista, pero es indiscutible como piloto, el número uno de la actualidad.La personalidad insaciable de Verstappen en los circuitos proviene con toda seguridad de la educación marcial que recibió de su progenitor, Jos Verstappen, un piloto sin brillo en la historia de la F1 que compartió equipo con Michael Schumacher en Benetton a las órdenes de Flavio Briatore . Allí aprendió el padre del holandés la máxima innegociable de la F1: el primer rival, el piloto al que hay que ganar es siempre el compañero de equipo.Jos Verstappen perdió muchas veces contra Michael Schumacher, uno delos mayores talentos de la historia, campeón codicioso y carente de escrúpulos para pasar por encima de cualquier adversario. «Flavio Briatore tenía un fuerte vínculo con Michael Schumacher, tanto deportivo como personal. Creo que Jos Verstappen le inculcó a Max desde que era muy pequeño que lo primero que tiene que hacer es destruir a sus compañeros de equipo y crear esos vínculos. Hemos visto eso en los últimos años», explicó Graham Watson, exdirector de Toro Rosso (filial de Red Bull), en una declaración.Papá Verstappen sometió al pequeño Max a una presión absoluta desde que era un crío. Lo recuerda Pierre Gasly , piloto de Alpine, en una prueba del Mundial de karts. «Gané una carrera en España y Max terminó segundo detrás de mí. Su padre perdió los papeles, gritándole en holandés, y luego le insultó en inglés con palabras que no eran agradables. Agarró el casco y se lo tiró diciendo, ‘¡vete, vuelve a la carpa, ni siquiera puedes ganar una de tus carreras!’. La presión era obvia, una presión muy fuerte, carrera tras carrera«.Los padres en la F1 son como las madres de las folclóricas en el mundo de la canción. Todavía hoy, con cuatro títulos de campeón del mundo, Jos sigue espoleando la ambición de su hijo. «Si hago eso, mi padre me agarra de las pelotas», ha dicho más de una vez Max Verstappen apropósito de determinados errores o fallos que pudiera cometer.La otra forma de presión del papá Verstappen ha sido este año a travésde los medios de comunicación en su afán por tratar de acabar con elliderazgo en Red Bull de Chris Horner, el team manager más longevo dela Fórmula 1, dos décadas al frente de la escudería del toro rojo.El curso empezó con una fuerte discusión entre Horner y Jos en lacarrera inaugural en Baréin. Siguió con el episodio del supuesto acosode Chris Horner a una empleada de Red Bull que casi provoca su salidade la dirección del equipo. No descansó con las continuas broncasentre el padre del piloto y el patrón de la escudería. «Es malo parael equipo que Horner se quede al frente», dijo durante el verano JosVerstappen.La división entre el clan Verstappen y la dirección de Red Bull afectó a los cimientos de la escudería. Adrian Newey, el diseñador que ideó los coches que hicieron campeones a Verstappen y antes a Vettel, deja la escudería austriaca y se marcha a Aston Martin . La salida de Adrian Newey plantea un interrogante para preguntarse si los monoplazas de Red Bull tendrán en el futuro un perfil tan brillante y ganador como en los últimos lustros o, por el contrario, se diluyen en la mediocridad de un deporte que depende de la materia prima, el coche.Después de todo, de la peleas internas en Red Bull y del impulso deportivo de McLaren, del adiós del creador Newey , del hastío del personal aficionado a la F1 que reclama más igualdad, Verstappen vuelve a ser campeón. Cuatro seguidas. Incontestable, duro como el granito para sobreponerse a todo, no permitir la influencia externa y comportarse como un robot perfecto en la pista. Sin errores, sin dudas. Con la esencia y la personalidad que distingue a los campeones.