Masificación turística de espacios naturales: cómo protegerlos
Los espacios naturales se han convertido en la actualidad en un destino turístico de primer orden. Visitar la naturaleza se ha puesto de moda. Somos tantos los que vamos a los mismos sitios que quizá ninguno de nosotros somos conscientes de que la masificación está generando que el suelo que pisamos se compacte o que se alteren los ciclos biológicos y de reproducción de la flora y la fauna y que la degradación se precipite. Como afirma el geólogo Francisco Canosa, director del Geopàrque de Cabo Ortegal, «no hay espacio natural que resista miles de pisadas diarias«.
¿Cuándo se produce esa masificación? La saturación se concentra en ciertas épocas del año. El verano, por las posibilidades de baño, el otoño por las setas o paisajes caducifolios y los puentes o Semana Santa. Muchos espacios pueden morir de éxito si no se regula a tiempo el acceso a los mismos. No se trata de prohibir sino de regular, y para regular hay que desarrollar estudios de acogida. Eso implica evaluar la capacidad de acogida, es decir, cuanta gente cabe físicamente en un espacio, sendero o área con el menor impacto para los ecosistemas y el mayor nivel de satisfacción posible de los visitantes.
Mientras rodabamos el reportaje Poner puertas al campo, el euipo de Informe semanal fue testigo de como el río Sella se llena de embarcaciones especialmente durante los fines de semana de agosto:
«Apenas es posible dar una palada, hay suciedad en las orillas donde se encuentran los chiringuitos y mucha gente consume alcohol en el trayecto». ¿Calidad o cantidad nos preguntamos? Las empresas que ofertan este servicio ni siquiera se ponen de acuerdo. Hay quienes prefieren limitar el número de embarcaciones para mejorar la calidad del servicio y preservar el rio, otras quieren que no se toque este modelo de negocio que ha cambiado la actividad económica de Arriondas, un pequeño pueblo de interior situado al este del Principado de Asturias.
Expertos medioambientales en estudios de capacidad de carga como Javier Gómez Limón, responsable Uso Público y Ecoturismo Europarc-España, explican que en España hay muchos lugares en riesgo de morir de éxito. Desde las chorreras del Cabrel en Cuenca, o los paisajes de la lavanda en Guadalajara que desde hace años aparece en todas las redes sociales.
La lista de montañas, pozas, bosques, ríos o playas es inmensa. “Hay destinos que al final mueren de éxito«, afirma Gómez, «porque al final el recurso que es el que atrae a los visitantes muere porque tu estas impactando gravemente sobre las características de ese recurso que estas promocionando».
Otro de esos ejemplos es el Castañar de El Tiemblo , en el Valle de las Iruelas en Ávila, un bosque milenario vivo de apenas kilómetro y medio cuadrado de superficie que acaba de entrar en la lista roja de Patrimonio en Peligro de la Organización Hispania Nostra. La Plataforma Salvemos el Castañar lleva años denunciando su degradación debido a la masificación que sufre durante los meses de otoño. Hasta 1.200 personas pueden visitar cada día en fines de semana con gente que va a merendar y llevarse las castañas que encuentran por el suelo, pese a estar prohibido.
Evitar la trivialización de la visita
Los gestores de espacios naturales coinciden en que imponerse a la publicidad que les viene dada, sobre todo desde las redes sociales, es como una lucha entre David contra Goliat.
“Solo 4.800 personas pueden visitarla cada dia la playa de As Catedrais en Lugo“
Los llamados influencers de viajes que nos muestran selfis en barrancos, pozas, playas o senderos que no debes perderte son un reclamo importantísimo, pero hay que saber manejarlo. Quienes visitan por ejemplo la playa de As Catedrais en Lugo muchos no saben que visitan el conjunto de arcos más importante del país o que necesita reserva para bajar al arenal en verano durante las horas de marea baja.
Solo 4.800 personas pueden visitarla cada dia esta playa. La mayoría quiere llevarse su foto y hacen cola para lograrlo en alguno de sus arcos.
Lo mismo pasa en el banco de Loiba, en Cabo Ortegal, A Coruña. Un vecino de la zona lo colocó hace más de 10 años. Alguien subió una foto a las redes y desde entonces la afluencia es masiva. Las pisadas están degradando el terreno.
Se ha perdido la vegetación y los coches aparcan donde pueden. Incluso hace dos años tuvieron que poner un guarda de seguridad para controlar el tiempo que cada visitante pasaba en el banco para hacerse la foto. El geólogo Fran Canosa, relata que casi todos los turistas que buscan su foto en el banco desconocen que están visitando un Geoparque de la Unesco de una riqueza extraordinaria
La administración ambiental y la turística tienen que cooperar para saber que mensajes se lanzan, como se promociona un lugar para evitar masificaciones indeseadas con consecuencias nefastas
Nuevo perfil del visitante, menos respetuoso
El perfil del visitante está cambiando hacia un perfil menos respetuoso —explica Javier Gómez Limón, responsable Uso Público y Ecoturismo Europarc-España— sobre todo a raíz de las restricciones de movilidad impuestas por la pandemia de COVID-19.
“Apareció un visitante que aparcaba en cualquier lugar … Tiraba todo tipo de basura. Algunos son poco respetuosos con otros visitantes“
Esos nuevos turistas suelen ser personas que ni siquiera sabían que visitaban espacios protegidos con unas normas de uso y acceso. “Apareció un visitante que aparcaba en cualquier lugar, no utilizando los parkings habilitados. Tiraba todo tipo de basura. Algunos son poco respetuosos con otros visitantes. Es decir, el perfil cambió para para peor y eso lo notaron las áreas protegidas. Primero porque no estaban preparadas para ese tipo de perfil y segundo porque se incrementó la afluencia y tampoco estaban preparadas para acoger tal cantidad de visitantes“, denuncia.
El aumento de visitas genera también un crecimiento de los comportamientos inadecuados como por ejemplo viajar con perros sin atar. Igualmente, el boom de los viajes con caravanas o furgonetas camperizadas ha supuesto un descontrol en las zonas de aparcamiento: “Estoy pensando en un ejemplo de libro“, relata Gómez Limón, «en el Parque Natural del Delta del Ebro tuvieron un problema muy grave por acceso de furgonetas y autocaravanas a las playas del delta que no estaban preparadas para tal masificación. Ocupaban toda la primera línea de playa con los vehículos impidiendo por tanto el acceso al resto de usuarios. Además, dejaban allí sus basuras e impactaban en los ecosistemas dunares, flora y fauna de la zona”.
Ejemplos de buena gestión
No se hacen regulaciones por capricho. Lo que se pretende es que la naturaleza siga estando en su estado actual. Y para ello hay que adelantarse a los problemas y gestionar actuaciones que limiten las visitas a esos espacios protegidos con planes de movilidad sostenibles o sistemas de gestión de reserva de entradas y programas de educación que informen sobre el espacio que se está visitando.
Las medidas de gestión más exitosas han sido aquellas que han ido acompañadas de un buen programa de información. Eso ha ocurrido por ejemplo en el entorno del acceso a los Lagos de Covadonga, en los Picos de Europa. El transporte con vehículo privado esta prohibido y solo es posible acceder con reserva previa. Otro ejemplo de éxito lo encontramos en el biotipo de San Juan de Gaztelugache, en la localidad vizcaína de Bermeo, en el País Vasco. Desde que se convirtió en escenario de cine a partir de que la serie Juego de tronos rodara parte de sus exteriores entre los años 2016 y 2017 paso de tener 100.000 visitantes hasta el año 2019 a 750.000. Ante el descontrol, se pusieron en marcha toda una serie de recomendaciones. Europarc diseño un plan de acceso con cupo de visitas y reserva de entradas y nuevo diseño de recorrido para entrar y salir del islote.
Otro ejemplo de libro ha sido el rediseño de la visita al barranco de Masca en en Parque Rural de El Teno, en la isla de Tenerife. Este espacio, que tenía una gran siniestralidad, se cerró al público durante dos años.
Europarc diseño una regulación por encargo de las instituciones ambientales, con un cupo de visitantes de apenas 200 personas al día, un punto de entrada y otro de salida y los problemas se están subsanando. Hay muchos otros ejemplos y en todos ellos, gracias a la información, el visitante empatiza con las medidas y cuida más los espacios.
Regular las carreteras de trail y bicicletas de montaña
No es exagerado decir que no hay zona rural o de montaña que tenga o quiera tener una carrera de cross, trail o bicicleta de montaña, para atraer turismo a la zona. También la escalada se ha disparado. Durante los fines de semana en los que se producen las pruebas, cientos de personas o incluso miles pueden participar en ellas. “Cuando hubo este boom de las carreras, ni los propios organizadores eran conscientes de los problemas que podían generar”, subraya Javier Benayas, catedrático de Ecología en la Universidad Autónoma de Madrid.
Son ya tantas las que se desarrollan en territorio nacional que los expertos ya han comenzado a dar la voz de alarma. En España, aunque escasos aun, varios equipos de investigación como el que dirige Benayas desarrollan proyectos que estudian los impactos provocados sobre el terreno. Toman datos con cámaras y sensores antes, durante y después de las carreras. Esos datos se analizan y ven los cambios producidos sobre el terreno o las especies de la zona con el objetivo de sugerir a los gestores de los espacios protegidos datos para que apliquen medidas que regulen estas actividades deportivas.
“Las carreras no se pueden celebrar en cualquier época del año. Obviamente en primavera, cuando las especies están nidificando, los impactos son mayores que si se hacen en otoño. Por eso algunas carreras han modificado sus fechas y emplazamiento. Una de las carreras que pasaba por la sierra madrileña de Guadarrama pasaba justo por una población de narcisos. Nosotros lo identificamos, y la prueba cambio el recorrido”, ejemplifica.
En esos estudios, uno los temas que más preocupa en estos momentos es el impacto provocado por la proliferación de la bicicleta eléctrica de montaña. Si la bicicleta es de por si un vehículo que no suele usar senderos tradicionales, la bicicleta eléctrica permite llegar hasta lugares prácticamente inaccesibles a los que solo llegaban gente con excelente preparación física.
Cómo compatibilizar la conservación del patrimonio y los derechos del ciudadano
El éxito de algunos espacios naturales tiene que ver con los miles de personas que los visitan por haberles dado valor. Pero donde no existe figuras de protección, la naturaleza colapsa.
“Los parques nacionales, montañas y espacios naturales son museos, en los cuales los cuadros y las esculturas son la flora y la fauna que hay“
Planes de transporte, visitas limitadas o señalización de los senderos son algunas de las herramientas adecuadas para bajar la capacidad de carga y reducir la presión sobre esos espacios sin por ello impedir que la sociedad pueda disfrutar de ellos.
En sólo dos décadas el número de visitantes a los parques nacionales ha crecido un 77%. Hacer compatible la sostenibilidad de los ecosistemas y el auge del turismo de naturaleza es un binomio complicado.
La clave para conseguir este deseado equilibrio la apunta Javier Benayas: “Los parques nacionales, montañas y espacios naturales son museos, en los cuales los cuadros y las esculturas son la flora y la fauna que hay. Y esos son valores tan importantes como un cuadro o una escultura, pero para ello necesitamos gestionarlo bien para que nuestros hijos y nuestros nietos puedan disfrutar igual que lo hemos disfrutado nosotros.
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