Madrid alumbra su Navidad con Valencia en el alma
Esto del Black Friday, el 28-N madrileño de 2024, las bombillitas posmodernas y los camellos por noviembre son una consecuencia del atardecer tan temprano y para que el paisaje urbano no vaya a contramarcha de los escaparates. La Navidad guía a la ciudad en uno de los peores otoños que ha vivido la capital del país. Se trata de darle luz, la del encendido de siempre y de nunca, pues en el diseño de leds que emulan a las primigenias velas no solo han participado diseñadores de prestigio. También los escolares tras ganar un concurso.
El último jueves de noviembre, es tradición que se haya implementado lo de la iluminación, el botón del alumbrado, en una suerte de pregón de San Isidro con bufandas (este jueves ligeras, pero bufandas al fin y a la postre) cuando la ciudad celebra las vísperas de las vísperas. Y lo hace con lo que la tecnología permite el exorno de Pascua. Para empezar, el árbol de Navidad colocado en la Puerta del Sol, que es decir España, conformado por cerca 245.000 puntos de luz y la altura de un edificio de 13 plantas a ojo de buen cubero o de arquitecto canónico. Esto, aderezado por más de 3.360 bolas de color rojo de entre 15 y 30 centímetros. Pero Sol sólo es principio de una ciudad radial. Los 121 distritos brillarán gracias a 7.100 puntos de luz, una centena de cerezos, 10 grandes abetos iluminados y varios belenes en las rotondas más visibles.
Datos que, si para el ciudadano de a pie tienen una relevancia circunstancial, es una sana guerra entre consistorios. Innovar para ese título de la mejor Navidad en la que este año Madrid aporta una Cabalgata de Reyes de estilo victoriano. Innovando para el pasado. La Puerta del Sol ha estado, incluso una hora antes del acto, a reventar. Belén es madrileña, «de toda la vida», y entre el gentío arrastraba un poco la valla, con la conmiseración del policía, para que la foto salga lo mejor posible.
El encendido tiene el encanto de lo previsible. Quiqui, director general de iluminación de la empresa Ximénez, de Puente Genil, no paraba quieto («No te imaginas cómo puedo estar de los nervios») cuando a las 18.30, desde su teléfono, las bombillas de Barcelona tenían que accionasre. Lo veían el oso y el madroño, vallados en rojo, hasta casi el cabezón del úrsido.
Nuria, con unas gafas «de esquí» confesaba que lleva viniendo «seis años» a este aperitivo de la Navidad y día grande de los grandes almacenes. Entre 8.000 y 10.000 personas, sin «haber mirado el dron», iba siendo el público congregado en la Mariblanca según se interpretaba de un ‘walkie’ a otro. La delegada de Cultura, Marta Rivera de la Cruz, entraba con prisa y abriguillo claro. Mientras, se iba llenando el escenario al lado del árbol gigante.
A las siete menos cinco, el seleccionador nacional de fútbol, Luis de la Fuente, comentaba a ABC en presencia de Roberto Gómez que en julio o en diciembre lo «importante era celebrar algo». Al rato abrazó al alcalde, que quitaba importancia al frío que no hacía. Salía a las siete y cinco a escena la ‘colona’ Angie Rigueiro presentando el acto, preguntando «¿Cómo está Madrid hoy?», al modo del Dúo Sacapuntas.
Y de ahí se volvía sobria para que el Coro de Niños Cantantes deleitara con el Himno de la Comunidad Valenciana. Alguna lágrima se constataba cuando lo de las ofrendas de las «glorias a España», que rompió luego en aplausos. Actuaban, después, malabares ocultando las penas. Y Álvaro de Luna. Subía la estrella del día, De la Fuente, sin más representación consistorial que el alcalde. Se acordó De La Fuente de Valencia y le regaló una camiseta con ese mismo dorsal, las letras de Valencia, al primer edil entre otras ofrendas. Se pulsó el botón de encendido. Matasuegras y cojetes en coordinacion; se incendiaba en dulce Madrid poco antes de que dieran las ocho.