Lucena despide a las monjas carmelitas tras cuatro siglos con una misa del obispo de Córdoba
El obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, presidió ayer una misa de acción de gracias por los más de cuatro siglos de oración y presencia de la comunidad de monjas carmelitas descalzas en el Convento de San José en Lucena, y de despedida a las dos últimas moradoras del carmelo lucentino, que lo dejarán definitivamente dentro de unos días, camino de otra clausura más numerosa en Cabrera, en la Diócesis de Salamanca, donde han sido solicitadas para reformar ese convento, cerrando así 412 años de presencia en la ciudad.
En los primeros bancos de la iglesia del convento se encontraron el alcalde de Lucena, Aurelio Fernández; y Gregorio Espejo, hermano mayor de la Real Archicofradía de María Santísima de Araceli, muy vinculada a la orden, que recibirá algunas tierras legadas en su día a la comunidad religiosa. Junto a los sacerdotes se encontró una representación de la orden de carmelitas descalzos, que finalmente recibirá el convento y su patrimonio. Finalizada la misa, las dos carmelitas recibieron a los fieles que quisieron acercarse a despedirse de ellas. También lo hizo el alcalde, que las obsequió con un cuadro de la Virgen de Araceli, para la que ellas tejieron el manto blanco de la Coronación, en 1948.
En pocos días se cerrará definitivamente esta clausura lucentina. El convento de clausura de San José de Lucena, en la avenida dedicada más tarde a su titular, Santa Teresa, inició sus obras en 1967 y acogió a la comunidad carmelita en 1971, tras la venta de su antiguo y ruinoso emplazamiento entre las calles Juan Palma y La Villa, junto a la Plaza Nueva. El complejo, que incluye una coqueta iglesia, las dependencias propias del convento y una amplia zona de huerto y jardines, ocupa casi 4.500 metros cuadrados, 1.642 construidos, calificados urbanísticamente como dotacional social.
Homilía
A la salida, las dos monjas, de nacionalidad argentina, mantienen un panel de corcho repleto de fotos del Papa Francisco, que ha sido su guía y protector durante estos últimos años, y que las hizo saltar a la fama efímera de los informativos, tras dejarles en el contestador un mensaje tras intentar felicitarlas por el Año Nuevo: «¿Qué andarán haciendo las monjas que no pueden atender? Soy el Papa Francisco». Ahora resta saber que será del convento. El Obispo de Córdoba fue ayer claro en su homilía: «De lo venga después de que se cierren estas puertas sabrán los carmelitas. Yo no se nada».
Tampoco el Ayuntamiento. El alcalde, Aurelio Fernández, señalaba que tuvo oportunidad de cambiar impresiones durante unos instantes con la representación de los nuevos titulares del complejo religioso, «sin poder concretar nada», porque tampoco la orden sabe con exactitud cuál es la situación del inmueble y su contenido.