Los socios del Barça votan autoliquidarse
Laporta acudía a la asamblea general de compromisarios, el órgano supremo de gobierno del club, bajo tres escándalos: el primero, unas cuentas maquilladas que en realidad sugieren unas pérdidas de 400 millones de euros; el segundo, la publicación al límite de estas cuentas para que socios y compromisarios pudieran consultarlas, primero sólo presencialmente, y luego ya por Internet cuando hubo quejas por la clamorosa opacidad; y el tercero, la excepción democrática de haber prohibido la asistencia de los socios a la asamblea -sólo pudieron hacerlo algunos de los llamados ‘senadores’- y haberles condenado a la virtualidad, sabiendo que la mayoría son mayores y no entienden de ordenadores ni se han podido organizar para coordinar sus votos de censura a las desastrosas cuentas. Sólo un milagro -que no tuvo lugar- podía evitar la aprobación de unas cuentas que la práctica significan la liquidación del club tal como lo conocemos hasta ahora. Y aunque Laporta no puso ninguna de las condiciones para que el milagro se produjera, hay que decir que por muy fácil que lo hubiera puesto habría sido poco probable la expresión de alguna vida inteligente entre los votantes.En un ambiente de tiranía y desfachatez, y de sumisión total, la junta presentó estas cuentas insostenibles para la viabilidad del club la semana que hemos conocido otro de sus incumplimientos: la promesa de que el Barça podría volver a jugar en el Camp Nou a finales de octubre y con un aforo del 60% ha resultado ser falsa y ahora el presidente dice que el regreso se producirá en enero en febrero, lo que muy probablemente sea también una añagaza y el equipo no pueda regresar a su casa hasta la temporada siguiente.Al dar comienzo la asamblea, a las 10:00, se tuvo que retrasar media hora por falta de quórum. A las 10:30 se habían acreditado sólo 561 compromisarios de los 4.300 convocados. A mediodía se actualizó la cifra y eran 921. La desmovilización premeditada, oscurantista y antidemocrática de Laporta había funcionado. Con idéntica desinhibición, y no menos cuajo, Carme Hortalà, vicepresidenta de la Comisión Económica del club, un órgano teóricamente independiente de la Junta, tomó la palabra para blanquear el derroche presidencial y animar a Laporta a que continuara en la misma línea.Laporta no tuvo ningún rubor ni escrúpulo en continuar afirmando la mentira de que Bar visión tiene un valor de 408 millones de euros cuando todo el mundo sabe que no vale absolutamente nada, y que el único inversor que ha tenido (Aramark, 40 millones de euros) no tiene ningún interés en esta marca fantasma, sino en la concesión de los frankfurts de nuevo Camp Nou para los próximos 25 años, y además es otro recurso del club malvendido y que se usará para el enloquecido gasto.Las cuentas quedaron aprobadas por el voto de 452 compromisarios de los 4.300 convocados. Por activa (pocos) y por pasiva la mayoría, lo el que el socio del Barça votó es quedarse sin el club en poco menos de dos o tres años y que Laporta lo venda a unos árabes. Si las operaciones económicas que se ha atrevido a hacer hasta ahora habrían supuesto la bancarrota de cualquier empresa y el procesamiento de sus directivos, las que en los próximos años vendrán van a marcar un antes y un después en la gestión de un club deportivo. No es cuestión menor, ni casualidad, que el presidente haya solicitado -y le haya sido concedida- la Golden Visa de Qatar, que no tiene convenio de extradición con España.