Los robots ya están en el menú del día de la restauración
El desembarco de robots en bares y restaurantes se ha intensificado hasta el punto de que estas máquinas comienzan a ser parte del paisaje habitual de establecimientos de distinto tamaño. Aunque es incipiente su desarrollo en comparación con otros sectores, como el industrial, y otros mercados, como el asiático, cada vez se ven más unidades de este tipo echando una mano a los camareros.
VIPS y Foster’s Hollywood, marcas de restauración pertenecientes a Alsea, han confiado en la compañía integradora y consultora Robot Componentes para ir incorporando robots a su plantilla. Actualmente cuentan con una veintena de estos asistentes, pero la previsión es ir incrementando esa cifra a corto plazo.
El autómata responde al nombre de Charly y colabora en la recogida de mesas. Esta, entre otras, es su misión, apoyar en el trabajo menos cualificado. Cada unidad tiene la capacidad de movilizar hasta cuatro bandejas de 15 kilos cada una (30-40 toneladas mensuales de media). Charly está dotado de cámaras de visión, cámaras de profundidad y lidars para desenvolverse por la sala de manera fiable y precisa.
«Aparte de trabajar como consultora para ofrecer las mejores soluciones robóticas y de automatización a cada cliente, también tenemos fabricación propia, con una red nacional de mantenimiento y asistencia especializada, siendo esta parte fundamental a la hora de integrar estos nuevos servicios en cualquier compañía», señala Juan Antonio García Navarro, COO de Robot Componentes, una compañía multimarca que busca «aumentar los servicios y la productividad».
Alivio laboral
La colaboración con Alsea pretende aligerar de determinadas tareas al empleado, indica: «Se trata de evitar que los camareros carguen con peso de manera continua. Así se minimizan la fatiga, el cansancio y sus derivados como la baja laboral, aumentando el bienestar de la plantilla de manera sustancial. También el personal dispone de más tiempo para la atención directa al público. Y mejora la satisfacción del cliente, acortando los tiempos en la atención e incluso llega a aumentar el ticket medio, ya que el público tiene a su disposición durante más tiempo a un camarero».
El miedo a que la robotización afecte a la supresión de los puestos de trabajo está instalado en la sociedad. Sin embargo, la visión del COO de la compañía es esperanzadora: «Se van a crear otros muchos empleos, más técnicos, para las instalaciones, programaciones, reparaciones y muchos otros servicios cercanos que las máquinas no van a suplir. De manera general crearán riqueza y bienestar a toda la sociedad». Robot Componentes se ocupa de la actualización y mantenimiento técnico de las máquinas. Entre sus clientes figuran el grupo hotelero Barceló, la cadena de restauración Grupo Confuego y la parte de retail de la multinacional francesa La Gardère. La internacionalización es otro de los ejes de la firma. Participa en proyectos a nivel europeo y ha abierto oficina técnica comercial y de servicio en México.
José Luis del Val, profesor de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Deusto, analiza la evolución del uso de estas máquinas: «La tendencia a la robotización en la industria está muy adelantada y en otros es incipiente, pero va a crecer seguro y, por tanto, en la hostelería también, aunque las experiencias en este sector hasta ahora tienen más de marketing o de llamar la atención que de producir un beneficio real».
Echa de menos el docente capacidades en estos artilugios: «Falta que sean ágiles, rápidos y eficientes como para que resulten rentables en un despliegue generalizado. Hay robots que ponen cafés, incluso tiran cañas o te llevan los menús hasta las mesas, pero no son todavía ni muy autónomos, ni muy rápidos, ni muy eficientes».
Este tipo de soluciones tienen también un elemento de marketing, de llamar la atención
El informe World Robotics 2024, publicado recientemente por la Federación Internacional de Robótica, evidencia el importante crecimiento de la implantación de robots en las fábricas de todo el mundo. La nación que más robots industriales utiliza es la República de Corea, con 1.012 robots por cada 10.000 empleados. Completan el podio Singapur y China. La robotización industrial marca la hoja de ruta de la incipiente robotización social, donde a Europa le queda mucho camino por recorrer.
«En Asia –explica José Luis del Val– tienen una relación con la tecnología completamente diferente. En Shanghái se entregan pizzas con drones desde hace años, mientras que en Europa no pueden volar en zonas habitadas por seguridad». «En estos países existen restaurantes con unos carriles que circulan por encima de la fila de mesas. Las bandejas recorren esos carriles y se paran delante del comensal. El local ya está diseñado para no haya camareros», detalla. No cree que vayamos a alcanzar el poderío asiático: «Todavía estamos lejos de un restaurante todo automatizado sin personas que sirvan. La tecnología no está madura. Donde más se está innovando en este sentido es en hoteles. Los robots funcionan y se han desplegado en sitios donde las tareas son muy repetitivas».
Sobre el peligro para el empleo, Del Val considera que «en el mundo de la hostelería, tal vez el que está poniendo cafés en un aeropuerto será sustituido por un robot». «Aunque siempre se necesitará a las personas porque evaluamos las situaciones y somos capaces de tomar decisiones», añade.
Sena Robotics, del grupo Paythunder, es una compañía localizada en Córdoba, que vende directamente a distribuidores. Uno de ellos, Conbot, ha implementado un robot colaborativo en el restaurante Abrassame en Barcelona. Sandra Marín, CEO de Sena Robotics, aclara que son «fabricantes e importadores, y también desarrollan software a medida». En hostelería, sus robots ejercen como asistentes de camareros. «Se pueden llevar los platos de la cocina a la sala sin que el camarero tenga que estar desplazándose de un sitio al otro. O al revés, cuando se recoge y cargan con platos sucios hasta la cocina», relata.
Ocio y servicio
Sostiene Marín que todo son ventajas: «Es un producto al que pronto se acostumbran clientes y empleados. Al público le hace gracia y le mantiene entretenido. Es una experiencia. Y el camarero se libra de realizar tareas pesadas. Un robot en un fin de semana puede recorrer de 12 a 15 kilómetros cargado de platos».
También hay beneficios para el empresario, afirma: «Está dando un mejor servicio porque los camareros se centran en atender al cliente. Y además tiene ventajas fiscales porque los costes que implica el robot son desgravables como gastos de empresas. Y se convierte en un referente de innovación, lo que ayuda a tener más visibilidad tanto en redes como en prensa».
La literatura y el cine de ciencia ficción han generado una imagen de un robot que puede interactuar con los humanos. Marín desmonta el mito: «No estamos en ese nivel en el que el robot toma decisiones por sí mismo, ni que pueda interactuar de esa manera que vemos en las películas. No hemos llegado a ese punto». Será para la siguente ronda…