Los retos del nuevo Gobierno de transición siria

Los retos del nuevo Gobierno de transición siria







Tras la caída del régimen de Bachar al Asad, los grupos rebeldes han anunciado la formación de un Gobierno de transición bajo la presidencia de Mohammed al Bashir, hasta ahora primer ministro del denominado Gobierno de Salvación Nacional de Siria en la provincia de Idlib. El grupo, capitaneado por Hayat Tahrir al-Sham (HTS), enfrenta la tarea de llevar a buen término un régimen que gobernó con mano de hierro durante más de cinco décadas.

El principal desafío en este nuevo escenario político es el de unificar un país arrasado por más de 13 años de guerra y constituido por una variedad étnica y religiosa que incluye a cristianos, kurdos, suníes o alauitas. De hecho, en las celebraciones en las calles de los últimos días también se percibe cierta inquietud.

«Los Gobiernos internacionales han recibido este acontecimiento tanto con sorpresa como incertidumbre», revela el director del programa Oriente Medio y Norte de África del European Council on Foreign Relations, Julien Barnes-Dacey. «Ya hay cierta preocupación sobre lo que vendrá después dado el profundo fracaso de otras transiciones regionales, véase Libia, además de los temores sobre la naturaleza de HTS», añade.

Por otro lado, la poca resistencia del Ejército de Al Asad ha dejado en evidencia la falta de apoyo de sus aliados tradicionales, principalmente Rusia e Irán. Cabe preguntarse cuánto quedará de su presencia una vez culmine la transición.

«Pese al miedo a que el avance rebelde reavivara la guerra civil, la caída del régimen fue mucho más rápida y menos sangrienta de lo que cualquiera podría haber imaginado. Además, Turquía pudo haber llegado a un acuerdo con Moscú, Teherán y otros Estados árabes —facilitado por su acercamiento a los opositores sirios— para que aceptasen la remoción de Al Asad», confirma Barnes-Dacey.

Precisamente, el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan también ha jugado un papel incuestionable en el avance insurgente, por lo que se perfila como una potencia crucial para la reconstrucción del orden político. Su propio interés a la hora de gestionar cuestiones como el futuro de la presencia kurda en el norte serán claves para definir su postura con el nuevo Gobierno.

HTS, clave en la transición

Hayat Tahrir al-Sham se ha erigido como una de las fuerzas más influyentes en la ofensiva final contra el régimen de Al Asad. Con orígenes en Al Qaeda, HTS ha trabajado en los últimos años para reinventarse como una fuerza con una imagen menos extremista, buscando apoyo de la población y de actores internacionales para aumentar su legitimidad. En la anunciada transición, se presentan como un grupo conciliador.

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«Es indudable que HTS ha moderado su posición ideológica tras romper con Al Qaeda y se ha comprometido con un proceso inclusivo que defienda los derechos de todos los sirios», insiste Barnes-Dacey. «También ha trabajado para proteger las instituciones estatales, incluyendo mantener en su puesto al primer ministro de Al Asad, Mohammed Ghazi al-Jalali«, añade.

Aunque HTS ha demostrado ser muy capaz de gestionar las regiones en las que contaba con presencia, como Idlib (noroeste), la administración total de Siria, que cuenta con una población diversa, se perfila como el principal escollo para la nueva administración.

«Por lo pronto, HTS ha sido muy inteligente a la hora de decidir cómo usar el lenguaje, como decir que este Gobierno es de transición«, argumenta el investigador del Royal United Services Institute y experto en seguridad y geopolítica de Oriente Próximo, Urban Coningham. «Han dejado muy claro que no son revolucionarios que vienen a Damasco para destruir el Estado, y hasta han pedido a los funcionarios públicos que vuelvan a trabajar a Siria». incide.

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La cuestión central será si HTS podrá cumplir sus promesas y gobernar de manera inclusiva. En una entrevista en RNE, el politólogo hispano-sirio, Gabriel Garroum, resalta que «la voluntad de este levantamiento ha sido la de procurar un futuro plural y más justo de lo que ha sido hasta ahora». Ahora bien, «esto no significa que será un camino de rosas o que no intenten ir contra estos cambios«, señala.

Fuera de Siria, las potencias occidentales acogen con esperanza este cambio de Gobierno en Siria, «sobre todo porque HTS está muy interesado en poder trabajar con la comunidad internacional y en mostrar con acciones que están dispuestos a crear una especie de Estado pragmático e inclusivo donde haya un papel para cada minoría», comenta Coningham.

Asimismo, Barnes-Dacey insiste en que los países deben otorgar «un voto de confianza» al nuevo Gobierno y «concentrarse en la gran oportunidad que presenta la caída de Al Asad; reconocer a los opositores que, con su derrocamiento, desaparece el principal factor de inestabilidad, violencia brutal y éxodos de refugiados del país».

La búsqueda de unidad

La función que desempeñarán los diversos grupos religiosos y étnicos sirios es el otro gran reto del futuro Gobierno de Siria. Esto también incluye facciones no afiliadas con los rebeldes, como Al Qaeda o Daesh, y cómo su presencia influirá en las dinámicas del nuevo régimen.

Por lo pronto, la única posibilidad viable pasa por una fuerte presencia de HTS en la transición, pero con el respaldo de otros grupos étnicos, incluidas las fuerzas políticas de la anterior administración de Al Asad, en su mayoría alauitas. «Si Golani aún no se ha declarado primer ministro es porque HTS sabe que sería muy difícil controlar el Gobierno sirio por su cuenta, y que existen instituciones estatales que deben estar involucradas», admite Coningham.

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«En términos de otros actores, Al-Qaeda y el Daesh han publicado muchos mensajes diciendo a sus seguidores que se preparen para una nueva ronda de asaltos, pero EE.UU. ya ha atacado áreas controladas por estos grupos para asegurarse de que no tengan capacidad de maniobra, por lo que no hay mucha preocupación por su capacidad para fortalecerse«, reseña.

El objetivo último del Gobierno de transición será, de acuerdo con Garroum, «articular un país que no utilice las minorías como un instrumento, sino como copropietarios; inclusive los kurdos, uno de los elementos más complejos por la posición de Turquía».

El nuevo escenario para Irán y Rusia

La caída del régimen de Al Asad ha supuesto un duro golpe a la influencia de Irán en Oriente Próximo. Siria, como parte de su conexión estratégica con Hizbulá en Líbano, ha sido un pilar fundamental para las ambiciones iraníes en la región.

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Ahora, la presencia de los opositores en el Gobierno de transición pone en riesgo la continuidad de Irán para seguir proyectando su poder en el país.

«Dudo que [el Gobierno de transición] se convierta en un amigo de Irán, dado que los grupos de oposición pasaron años luchando contra fuerzas iraníes y de Hizbulá», establece Coningham. «Además, a medida que más prisioneros sean liberados en Damasco y salga más información sobre cómo los servicios de seguridad de Al Asad contaron con la participación de Teherán, la población aumentará su odio contra el régimen de los ayatolás».

Rusia, por su parte, también tiene ante sí un panorama incierto. La intervención en Siria fue una de las mayores victorias diplomáticas de Moscú, pero la situación actual ha puesto en evidencia las limitaciones de su capacidad para defender a los regímenes bajo su paraguas. Incluso el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, tuvo el orgullo de afirmar que la caída de Al Asad demostraba que Rusia era un socio «poco fiable» y capaz de «abandonar» a sus aliados.

«Por el momento, sabemos que hay activos navales rusos, como barcos, que han sido trasladados al Mediterráneo en caso de que sus bases sean atacadas o cerradas», comenta Coningham «Realmente todo se reduce a lo que Rusia pueda ofrecer al nuevo Gobierno sirio a cambio de mantener su presencia, lo que probablemente será muy poco».

Un nuevo Gobierno sirio hostil a la presencia de Moscú podría cerrarle su único acceso al Mediterráneo, la base de Tartús.

La cuestión kurda

El presidente turco Erdogan se enfrenta a nuevos desafíos y ambiciones en el escenario sirio. El ascenso de HTS plantea un dilema para Ankara: aunque ha mantenido contactos informales con el grupo, no está claro si estará dispuesta a aceptar un futuro en el que la formación ocupe una posición preeminente en la nueva Siria.

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«Hay grupos de oposición afiliados a Turquía que actualmente están atacando áreas kurdas, incluida la ciudad de Manbij [norte]. El país puede usar esto como una oportunidad para negar espacio a estos grupos kurdos, pero en todo caso espera un papel mucho mayor y un control más significativo de Siria», revela Coningham.

El punto de inflexión reside en la disposición del nuevo Gobierno para permitir la continuidad de las tensiones entre kurdos y Turquía, entre minorías en general. Esto dependerá, en último término, de lo unificados que estén cada una de las formaciones opositoras.

«Parte de la razón por la cual la Primavera Árabe en Siria no tuvo éxito fue por las diferencias entre los grupos de oposición y la dificultad para encontrar una causa común. Todo queda en lo capaz que sea este Gobierno de salvación de reunir facciones que, en muchos casos, tienen intereses muy diferentes», sentencia.

Fuente: www.rtve.es