Las únicas mezquitas funerarias de al-Ándalus: dos joyas poco conocidas
Málaga, la trimilenaria ciudad, cuyos orígenes se remontan a época megalítica, marcados por la legendaria cultura de Tartessos-, fue uno de los grandes puertos de Al Ándalus. Epicentro del comercio desde época fenicia, después durante la romana, desde el siglo VIII llamada Malaqa, se convirtió en encrucijada de caminos, estratégico bastión defensivo, núcleo cultural y eje marítimo para los musulmanes, quienes, tras su conquista, convirtieron una ciudad vacía y arruinada, con el califato y el emirato, en una de las urbes más importantes del Mediterráneo durante ochocientos años. Un tiempo de esplendor del que ha quedado huella en diferentes lugares que son visita obligada para el viajero, entre ellos la olvidada por muchos Alcazaba, y ahora, desde hace un año, las Mezquitas Funerarias y el Mausoleo de Gibralfaro.
Ubicadas en el número 22 de la calle del Agua, en el barrio de la Victoria, en las faldas del monte de Gibralfaro, fueron descubiertas a principios de los años 90 del pasado siglo XX cuando se estaba construyendo un edificio de viviendas. Tras décadas de excavaciones y estudios -en los que se determinó que se trataban de mezquitas funerarias, únicas en toda España, y cuatro niveles de enterramientos-, así como de disputas administrativas por su conservación, finalmente quedaron protegidas desde el 2007 como Bien de Interés Cultural, puestas en valor como zona arqueológica, y musealizadas, para poder ser visitadas.
Al entrar al yacimiento, a los sótanos del edificio, se siente y respira una energía y atmósfera especial. Nada más cruzar la puerta, el viajero se traslada al pasado, a la ciudad malagueña andalusí, a Malaqa, y emprende un recorrido, camina, por el que fue el cementerio más grande de al-Ándalus, el de Yabul Faruh. Ocupaba una extensión de 250.000 metros cuadrados, extendiéndose desde la ladera norte de Gibralfaro hasta la zona del Altozano y el Ejido.
Y no solo fue el más grande, sino, además, el cementerio de mayor uso en el tiempo: desde época almohade hasta nazarí, desde el siglo X hasta el siglo XV, cuando los Reyes Católicos reconquistaron la ciudad. Un cementerio, como descubriremos durante la visita, que cumplía una serie de preceptos; tenía que estar ubicado a las afueras de la ciudad, cerca o en zonas ajardinadas y junto a cursos de agua -arroyos, rio o mar- para tener una simbólica purificación eterna. Y cuyas tumbas, tal y como dejó descrito Al Saqati en el Libro del buen gobierno del zoco en el siglo XII, fueron hechas por los enterradores bien hondas para que los huesos no asomaran por la tierra, no salieran hedores, y para que las fieras y perros no pudieran desenterrar los cadáveres. Cadáveres cuya inhumación, siempre, debía de ser decúbito lateral derecho, con la cara orientada a La Meca.
Arquitectura y geometría
Paso a paso, por pasarelas situadas estratégicamente, podremos contemplar de cerca las dos mezquitas funerarias y el mausoleo, fechados en el siglo XII y XIII. Construcciones que conservan los conceptos funerarios musulmanes, arquitectónicos y decorativos simbólicos, mágicos y sagrados. Dos mezquitas, pertenecientes a época almohade y almorávide, sencillas, que siguen el diseño andalusí, de sillares de arenisca, azogue y tizón, con muros de mampostería y tapial, de un metro de altura, sin ningún tipo de cimentación y con enlucidos de estuco ocre.
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Zona Arqueológica Mezquitas Funerarias Málaga / Calle del Agua, 22. Visitas gratuitas guiadas previa reserva (grupo mínimo 6 personas)mezquitasmalaga.ctcd@juntadeandalucia.es. Sábados, a las 11.00 h. y 12.30 h. / Domingos, 12.30 h. / Duración 1 hora.
Ambas son de planta rectangular, de una sola nave, con la singularidad de tener mihrab (nicho curvo) en el muro de la quibla, el que marca la dirección a La Meca -elementos que estarían reservados para las mezquitas de rezos- y que además, a diferencia de las mezquitas de oración, no tienen puertas, fuentes de ablaciones y tampoco techos. ¿Por qué? El objetivo de las mismas no era dar culto a los muertos, considerado como propicio al politeísmo y a la idolatría, ni rezar. En cuanto a los techos, así no se podría edificar sobre las tumbas.
Las sepulturas que se hallaron son de diferente tipología: las del siglo X, simples fosas cubiertas con tejas y lajas de piedra. En cuanto a las de los siglos XI, XII y XIII poseían estelas rectangulares, epitafios epigrafiados en la cabecera o alos pies, ‘estelas con orejas’ de cerámica vidriada, blanca, verde o azul, y mqabriyyas lisas o con epígrafes que reproducen eulogias, a semejanza de los sultanes de la Alhambra.
El mausoleo de Gibralfaro
Junto a las mezquitas, hallaremos el mausoleo, que podría haber pertenecido al santón Ibn Al Qatar, quien vivió en Gibralfaro. A diferencia de las mezquitas, posee una cuidada y detallada decoración en sus muros de mampostería formada por paneles de estuco de color ocre repletos de motivos simbólicos: cruciformes, vegetales, estrellas de ocho puntas, árboles de la vida, y la primera representación en tierras malagueñas del popular sebka, el artístico entrelazado geométrico romboidal del arte islámico, en este caso formado por una red de arcos mixtilíneos.