La tierra del pan y las tortas y una ruta de molinos a la que se llega por un puente con un dragón
Es conocida como el pueblo de los panaderos, de los molinos aunque realmente su nombre es Alcalá de Guadaíra. En este municipio sevillano, que dista pocos kilómetros de Sevilla capital, hubo presencia humana hace 80.000 años. Durante siglos fue denominaba Al-Qal’at y era una fortaleza árabe que fue conquistada por los cristianos en el siglo XIII.
Después de la reconquista comenzaron a construirse molinos que se utilizaron para moler trigo y otros cereales. De esta forma, durante siglos la actividad panadera era la principal y ha marcado la ciudad; de hecho, ha sido parte vital del crecimiento de la localidad. Y es que se daban una serie de factores que beneficiaron el auge de la panadería en esta tierra.
Entre ellos, la abundante materia prima de calidad puesto que había tierras cultivadas de trigo y la fuente hidráulica del río Guadaíra en cuyos alrededores ha habido tradición molinera desde la época romana.
El trabajo en torno al pan era totalmente artesanal y había muchos oficios en torno al mismo: horneros, maestro de pala, amasador, oficial, sobadoras,… Y en cuanto a Actualmente la mayoría de ellos han desaparecido aunque se siguen manteniendo la tradición panadera. De hecho, recientemente, uno sus vecinos, Eulogio González, ha entrado en la lista de los 50 mejores panaderos de toda España.
Para recordar todo esta historia el visitante puede dirigirse a la Harinera del Guadaíra, una antigua fábrica de harinas y que hoy es el espacio museístico del Centro de Interpretación de la Industria panadera.
Ruta de los molinos
Entre los siglos XV y XVI la popularmente conocida como Alcalá de los panaderos tuvo 40 molinos, cifra que fue descendiendo poco a poco. Sin embargo, y pese al paso del tiempo, muchos se conservan y forman parte de una ruta para los amantes de la naturaleza ya que es una experiencia única pasear, contemplar los molinos siguiendo el sonido que lleva el agua por la ribera del Guadaíra, que hacía que sus aguas transformaran el trigo en una harina de calidad superior.
Algunos de estos edificios mantienen sus dependencias como el sótano, sala de moliendas – con piedras- y almacén.
Todos tienen una serie de características que los hacen ser especial.
Entre los molinos que se pueden visitar se encuentran:
El puente del Dragón
Por su diseño, estructura, significado y leyenda, el puente del Dragón, aunque fue construido en 2007 goza de un gran prestigio y es afamado a nivel nacional e internacional puesto que es el único puente figurativo de España.
Creado por el ingeniero sevillano José Luis Manzanares, mide 123 metros de largo y representa un dragón que sale del cerro del Castillo – que según los hallazgos arqueológicos más antiguos lo sitúan en la Edad del Bronce (II milenio a.C.)- y cruza el río Guadaíra, a los pies de una de las fortalezas almohades más grandes de Europa. Así, el dragón se convierte en el guardián del Castillo y el defensor de la ciudad, al tiempo que el encargado de recibir a sus visitantes.
Al ver el puente se aprecia su inspiración en la obra del arquitecto barcelonés Antonio Gaudí ya que tiene trozos de azulejos para decorar las superficies siguiendo la denominada técnica del ‘trencadís’.
Pero si particular e interesante es su figura, más aún lo es, su leyenda y el por qué han querido construirlo. Hay que remontarse a la época en la que los almohades dominaban Andalucía y una familia real árabe habitaba el castillo de Alcalá. La débil salud de la reina la había hecho refugiarse en el mismo junto a sus tres hijos pequeños, a la espera de que el sol, el aire fresco, el agua pura y el pan del pueblo la ayudasen a curarse de sus males. El rey se encontraba de guerra en Portugal y a su regreso le trajo regalos a sus hijos. Al pequeño, Yacub, le entregó un huevo de dragón que decían era un amuleto mágico que daba fuerzas a su portador. Un día, tras acariciarlo y cuidarlo nació un dragón verde y, por miedo a que se lo quitaran, lo escondió en una gruta bajo el castillo y lo alimentaba a diario con pan de Alcalá. Así fue creciendo y un día, de forma mágica, el príncipe se subió al dragón y sobrevoló la zona. Esa experiencia la repitió cada noche hasta que, pasados los años, el rey decide que los hijos deben ayudarle en la Corte y abandonar Alcalá. Al llegar al puente romano que cruzaba el río, un grupo de bandidos les cerró el paso. Yacub sacó su espada, pero los bandidos eran más que ellos y más fuertes. Cuando el jefe de los bandidos se acercó a donde estaba él y su madre, blandiendo su espada para acabar con ellos, una sombra gigantesca tapó la luz de la luna, y una cortina de fuego lo tapó todo. Era el dragón que había acudido al rescate de su amigo.
Al instante, todos los bandidos huyeron despavoridos. Pero había otro problema: el único puente que cruzaba el río y llevaba a Sevilla estaba en llamas. Según indican en Turismo de Alcalá la historia continúa así: «No os preocupéis», dijo el dragón, «yo haré de puente», y estirando su enorme cuerpo salvó la distancia que había entre ambas orillas. La comitiva cruzó tranquilamente sobre su lomo y ya al otro lado Yacub quiso llevarse con ellos a su amigo. Pero su madre le dijo que Sevilla no era lugar para él porque no había grutas donde pudiera descansar. «Mejor que se quede aquí, en Alcalá, protegiendo el castillo y la ciudad», le dijo su madre.
Desde entonces, el dragón continúa reposando en las grutas y cuevas que hay debajo del castillo. Se dice que ayuda a los panaderos de Alcalá a mantener vivo el fuego de los hornos donde se cuece el pan y por eso es tan rico y da tanta fuerza y energía, porque cuenta con el poder de un dragón. Además, protege la ciudad.