La preciosa villa marinera en la que se rodó una de las series del año

Basada en la novela ‘La última noche en Tremore Beach’, de Mikel Santiago, esta miniserie narra la historia de Álex, un músico de prestigio que tras sufrir una gran crisis decide huir a un pueblo costero a buscar inspiración. Una vez allí y tras ser alcanzado por un rayo comienza a tener visiones sobre un terrorífico acontecimiento que está por ocurrirle a él y a sus seres queridos.

Ubicado en el concejo de Navia (Asturias) se encuentra el pueblo de origen ballenero y aires indianos de Puerta de Vega, conocido en la ficción como Tremor, un destino con mucho encanto, pero también con una buena dosis de historia. Este fue el lugar escogido por Gaspar Melchor de Jovellanos para vivir sus últimos años, así como un punto clave del transporte marítimo de mercancías entre los siglos XVII y XIX, motivo por el cual fue el puerto de cabotaje elegido para establecer la primera aduana de Asturias. Además, las almenas centenarias y los dos cañones del siglo XVIII del paseo del Baluarte recuerdan esa época en la que la piratería y las invasiones eran frecuentes.

Así pues, de marcado carácter marinero, cuenta con un coqueto puerto que ofrece una bonita estampa llena de pequeñas embarcaciones de colores que salen a diario al mar y que está rodeado por típicas casas de pescadores. Su preciosa Lonja, de 1928, es la principal distribuidora de percebe de la costa asturiana y el lugar donde todavía hoy se sigue realizando la subasta de pescado. Por otro lado, en el mirador de La Riva se puede ver un arponero de 1854, un mural que representa la extinta caza de ballenas en el Cantábrico, dos enormes quijadas de ejemplares de unas 30 toneladas y el contrato ballenero más antiguo del que se tiene constancia.

Más allá de esto hay que detenerse en la Plaza de Cupido, corazón de su casco antiguo, y pasear por sus calles para observar su interesante patrimonio, del que destaca el Casino, edificio indiano construido en 1931 donde se proyectaban películas y se representaban obras de teatro, la capilla de Nuestra Señora de La Atalaya, fundada a principios del siglo XVII por el Gremio de Marinería y Comercio, la casona de Antonio Trelles Osorio, donde se puede admirar la placa conmemorativa y el blasón de la fachada que recuerda que allí falleció a consecuencia de una pulmonía Jovellanos, la fábrica de La Arenesca que, fundada por Rosalindo González en 1925, acoge el Museo de las Historias del Mar y el Museo Etnográfico Juan Pérez Villamil, donde se pueden conocer hasta ocho oficios típicos del mundo rural asturiano como cesteiros o ferreiros.

Su monumento más destacado es la iglesia de Santa Marina, declarada monumento histórico-artístico en 1982 y conocida popularmente como ‘la catedral del barroco rural del occidente asturiano’. Aquí estuvo el sepulcro de Jovellanos hasta que fue trasladado a su ciudad natal, Gijón.

Y no solo se aprecian monumentos y paisajes en esta ficción, sino que también se presenta la curiosa fiesta que se celebra en este enclave cada año en el mes de septiembre, Las Telayas. En este evento que honra a la patrona del pueblo decenas de gigantes y cabezudos con garrotes recorren las calles del pueblo acompañados de locales y turistas así como de música de gaitas para acabar subiendo al campo de la Atalaya donde se reparte a los asistentes vino y bollinos. Además, hay misas, procesiones y la entrega de un ramo de flores y una talla original de la Virgen de la Atalaya al mayordomo –marinero jubilado de edad avanzada– en un emotivo acto en la cofradía de pescadores.

Otro de los puntos que aparece en la pantalla es el Cabo Busto, un conjunto de acantilados que miran al Cantábrico sobre playas de rocas a más de 80 metros de altura y donde se ubica también el faro del mismo nombre al que el personaje principal iba a buscar cobertura. Este edificio, que data del año 1858 y tiene una altura de 10 metros, alumbra a navegantes desde 21 millas de distancia.