La Oreja de Van Gogh, los ecos del Bernabéu y la fiebre por las reuniones
En octubre de 1995, La Oreja de Van Gogh eran todavía un grupo sin nombre que hacía versiones de U2, Nirvana, Janis Joplin o Metallica y ensayaba en un local de cinco metros cuadrados compartido con otra banda donostiarra, Oh Glaucón. Tenía un baño «muy sucio y muy pequeño del que nadie salía siendo el mismo», y estaba iluminado por una bombilla que colgaba de un cable pelado y que cuidaban «como un tesoro» porque «si se fundía o la rompíamos, no había recambio», cuenta el guitarrista Pablo Benegas en su libro ‘Memoria’, publicado este año.
No tenían un duro, pero su destino cambiaría ese mismo mes cuando Benegas conoció, en una cena a la que acudió vestido de tuno, a Amaia Montero. Le pidieron que cantase algo. Ella se negó por vergüenza, pero insistieron tanto que accedió si apagaban la luz, y se marcó un ‘Nothing compares 2 U’ que derritió a los comensales. El guitarrista estuvo unos días persiguiéndola hasta que, por fin, consiguió una cita para ensayar a ver qué pasaba.
El 5 de diciembre quedaron en la tienda Musical 72, desde allí se dirigieron al local, conectaron sus instrumentos y empezaron a tocar ‘One’ de U2. «Nuestro oscuro y siniestro local se llenó de vida. Las arañas dejaron de tejer sus telas para escuchar aquello», relata Benegas. El resto es historia.
Una historia de éxito descomunal que acabó en noviembre de 2007, cuando Montero decidió hacer caso a quienes le auguraban más fortuna y gloria si se lo montaba en solitario. Fue entonces cuando Leire Martínez tomó el relevo, para convertirse en la cantante que más tiempo ha estado y más conciertos ha dado en el grupo.
Pero Amaia va a volver. Habría que estar ciego para no verlo. Leire parece no haber llegado a estar nunca cómoda al cien por cien en su papel de cantante de La Oreja de Van Gogh, y no porque ella no haya querido. Los irritantes rumores del regreso de Amaia Montero nunca llegaron a desaparecer, y su figura pública vuelve a estar ‘on fire’ tras su reaparición en el concierto de Karol G en el Bernabéu, que fue seguida por un sospechoso cruce de piropos online entre ella y la banda. Además, su carrera en solitario no alcanzó las cotas de éxito esperadas. Y las reuniones de bandas cotizan más que nunca antes en la historia del pop. El grupo no tiene ninguna pinta de tener ganas de liarse a castings, ni de invitar a otra artista desconocida a tomar el micrófono. Los planetas no pueden estar más alineados.
De hecho, este mismo verano, Leire Martínez contestó más cabreada que nunca a los últimos rumores sobre el regreso de Amaia a la banda donostiarra: «No me gustan las faltas de respeto. Que se diga que Amaia vuelve al grupo no me afecta, lo que no me gusta es que se me ningunee a mí. A mí lo que no me gusta es escuchar y ver determinados comentarios de »ah, pues bien, qué maravilloso que vuelva». Pero bueno, ¿y yo qué? Si Amaia vuelve, pudiera ser verdad, o no… Yo es algo que ahora mismo no me planteo, y además será el grupo el que tenga que decir si esto va a ser así o no. Me sorprende que, dieciséis años después, todavía tenga que contestar por Amaia y que se me siga preguntando por ella. Ha tenido que quedar algo sin resolver».
Suponemos que el acuerdo al que han llegado ambas partes, incluía el secreto de sumario hasta la difusión del comunicado que anuncia la marcha de Leire. Porque es raro que ni siquiera haya podido dar un concierto de despedida, con sus fans también sabiendo que era el último, y no sólo ella. Como ocurrió en el cierre de gira en Zaragoza hace unos días, donde la cantante no pudo evitar dejar caer unas lágrimas por la emoción, dejando a sus seguidores de lo más intrigados.
Ya se sabe lo que le pasaba a Leire. «Después de 17 años maravillosos repletos de música y emociones que jamás olvidaremos, queremos anunciar que las trayectorias profesionales de Leire y La Oreja de Van Gogh seguirán caminos separados», ha comunicado el grupo en sus redes sociales. Aseguran que la decisión ha sido «dura y difícil», que llega después de «mucho tiempo de reflexión y profundas conversaciones», y aquí está el meollo del asunto, «en las que no hemos conseguido acercar nuestras diferentes maneras de vivir el grupo».
¿Realmente las «maneras de vivir», que diría Rosendo, han sido el detonante de la separación? ¿O es un eufemismo para no contar que le dijeron algo así como «chica, Amaia va a volver, si quieres quédate como corista», si es que le ofrecieron esa alternativa al despido? Sólo una cosa como esa explicaría la marcha de Leire, aunque a lo mejor es ella la que se ha cansado de ellos, quién sabe. Por ahora no tenemos más que especulaciones porque ABC se ha puesto en contacto con Benegas, y su respuesta no ha podido ser más cauta: «No vamos a decir nada más, espero que lo entiendas».
Visto lo visto, en estos momentos, es más que posible que se estén negociando las condiciones de una gira de reunión de La Oreja de Van Gogh en grandes estadios, e incluso que se esté planteando un documental, un DVD en directo, un próximo álbum de estudio… Si Amaia vuelve, todo esto se quedará corto para satisfacer la demanda de los fans que los convirtieron en el grupo español de mayor éxito del siglo XXI.