La moderación agotada: el BNG vuelve a sus esencias
El arranque de este análisis bien podría reproducir el publicado en las vísperas de la anterior Asamblea Nacional del BNG : la organización se presenta como primera fuerza de oposición de manera clara y contundente, marcando récord en votos y diputados a nivel regional, con un liderazgo consolidado y ante el dilema de qué hacer para producir un cambio de gobierno en Galicia. Tres años después, con el lógico desgaste que provoca el paso del tiempo, los retos son los mismos, pero la diferencia es que por el camino ha habido unas autonómicas cuyas enseñanzas, está por ver, que la organización nacionalista haya entendido.En efecto, el Bloque logró en febrero un hito histórico en número de votos y escaños, alejando con mucho al PSOE, beneficiándose de que el ecosistema mediático de la izquierda española apostó por Pontón como palanca para derrotar no ya al PPdeG de Alfonso Rueda, sino al PP de Alberto Núñez Feijóo. La líder nacionalista sacó rédito de la estrategia de Moncloa de sacrificar a Besteiro para aglutinar el voto en la papeleta nacionalista, aun a riesgo de que la cosa acabara como acabó: con el hundimiento a cambio de nada del PSdeG y la continuidad de la derecha en la Xunta.El éxito que se pronosticaba del BNG -recuerden el CIS- fue el mejor acicate para movilizar al electorado gallego que no quiere al nacionalismo en el poder . La exhibición de músculo social de Pontón, junto con el reconocimiento de que su auténtico programa electoral era de un corte objetivamente soberanista/independentista, solo consiguió que Rueda obtuviera el segundo mejor resultado del PP en unas autonómicas desde aquellas de 2009 que derrocaron al bipartito. Es decir, la moderación con la que Pontón predicaba era el disfraz de oveja para el lobo nacionalista, y así acabó quedando patente. Y sin embargo, a esta Asamblea lo que se plantea es quitarse el disfraz y apostar sin rubor por un regreso a las esencias . Por hacer el chascarrillo, es pasar del flequillo socialdemócrata al corte de pelo batasuno. Y algo de esto estamos viendo en las últimas semanas en Ana Pontón: la vuelta al origen.La teoría de los nacionalistas es que con un apostolado intenso se podrán lograr nuevos conversos a la fe bloqueira, y no solo votos prestados como los del 23-F. Esta lectura del ‘voto prestado’ es repudiada desde el BNG. Pero creer que sus 470.000 electores de las autonómicas profesan el credo nacionalista es un espejismo . Las europeas de junio les despertaron del mismo; si mañana hubiera generales, la segunda fuerza en Galicia seguiría siendo el PSOE. En unas eventuales municipales, es improbable que las ciudades cambiaran sus actuales colores. Y lo saben.Tampoco hay que perder de vista que, en algún momento, el PSdeG -que no Sumar- recuperará el pulso perdido en los últimos años y volverá a disputarle amplias franjas del electorado progresista al Bloque. Ese es un escenario que está por venir, y que seguramente requerirá que Pedro Sánchez desaparezca del panorama político nacional, por lo que los nacionalistas aún tienen margen.El comunicado de la UPG es reconocer su derrota. No se atreven a derrocar a Pontón por las consecuencias que podría tenerVistas las tesis de las distintas corrientes que concurren a esta Asamblea -si bien la única con opciones reales es la que encabeza Pontón-, da la impresión que el BNG considera amortizado el viaje a la moderación, da por consolidado su músculo electoral y se lanza a normalizar su relato soberanista. Una estrategia para restarle dramatismo a lo evidente, y que esto no sea un elemento de rechazo que movilice al votante no solo del PP, sino también del PSOE que no comulga con la prédica nacionalista. Los populares, mientras tanto, se frotan las manos con más Pontón y un BNG cada vez más escorado . Es el mejor aval para su discurso.Lo cierto es que la digestión del resultado electoral se le está haciendo pesada a los nacionalistas. Tan triunfadores se veían que no acaban de asimilar la realidad. De ahí iniciativas un tanto peregrinas como el ‘gobierno alternativo’ de Pontón -una mala traducción del ‘shadow cabinet’ de toda oposición británica- o este repentino interés por investigar contratos y obras públicas de la etapa de Feijóo, haciéndole el juego al PSOE a nivel estatal, y que se está demostrando bastante estéril. De ese desnorte parece nacer este giro existencialista hacia propuestas marcadamente ideológicas , como el concierto económico con el que Pontón machaca habitualmente, en clara contradicción con cuanto estudio académico sobre la financiación autonómica hacen economistas sin carnet del BNG. De ahí que crean que ‘su’ realidad solo precisa de insistencia y de un medio que les compre de manera acrítica su ropaje discursivo, y eso hace unos años que ya lo tienen.La segunda derivada es la interna. Ha llamado la atención que la UPG, que coloniza sin esconderse la candidatura de Pontón, haga enmiendas públicas al funcionamiento orgánico del BNG en los últimos años, hablando de «tendencias presidencialistas» o de una necesidad de más peso del Consello Nacional. Dan a entender que no ha sido así durante el anterior mandato de la actual portavoz nacional, en el que la trasnochada UPG también estaba allí, no se crean que eran meros espectadores. Tampoco pueden elevar el tono de la crítica, porque las urnas han respaldado esa estrategia .Esto no deja de ser el reconocimiento de una derrota. La UPG no se atreve a presentarle una candidatura alternativa a Pontón que la forzara a modificar sustancialmente su manera de entender el liderazgo ni a variar su hoja de ruta. No porque no pudiera ganarle una Asamblea -recordemos Amio y la derrota de Beiras-, sino porque eso provocaría una inmediata desafección de la base electoral, que valora más y mejor a Pontón que a sus siglas. Ese es el gran triunfo interno de Pontón, que esta vez no ha necesitado tiempo de reflexión alguno para decidir aspirar a un cuarto mandato. Así que a la UPG solo le quedan estos pataleos, pidiendo -rogando- más «batalla de ideas» y menos comunicación innovadora -un reconocimiento tácito de que esta funciona-, por más que a los fundamentalistas siempre les sobrevuele la tentación de volver a dejar claro quién manda en el BNG. Pero Amio no se olvida, y las calamidades que aquella Asamblea mal resuelta trajeron en el corto plazo. Pontón seguirá mientras ella quiera , los resultados acompañen y no se vislumbre otro rostro con su carisma interno y externo. Así que por el momento todo va a seguir más o menos igual, salvo quizás el disfraz de cordero, ajado y sin utilidad a estas alturas. Ya no engaña a casi nadie.