La figura de Netanyahu se fortalece con la extensión de la guerra
La popularidad del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se ha visto impulsada por la campaña de ataques por aire y tierra en el Líbano a tan solo unos días del primer aniversario del ataque a Israel por parte de la milicia palestina Hamás, en el que al menos 1.200 personas fueron asesinadas y otras 240 fueron secuestradas.
La imagen de Netanyahu y de su Gobierno de coalición se vio significativamente dañada por los fallos de seguridad en el ataque del 7 de octubre de 2023. La inadecuada respuesta del Gobierno a la amenaza de Hamás, la prolongación del conflicto y la incapacidad para conseguir la liberación de todos los rehenes que continúan vivos deterioró la confianza de los ciudadanos en Netanyahu.
Muchos esperaban que su Gobierno fuera desmantelado pocas semanas después del ataque, pero un año después, el índice de popularidad de Netanyahu ha dado un giro total a su favor.
«Netanyahu está más fuerte que nunca», asegura a RTVE.es el profesor emérito de Sociología Política de la Universidad Ben Gurion de Bersheva, Lev Luis Grinberg. «Desde el 7 de octubre estaba siendo muy criticado por todas sus negligencias, al darle a Hamás la oportunidad de armarse y financiarse, por no haber defendido el sur, por no llegar a los acuerdos propuestos por Estados Unidos, Catar y Egipto, y por no llegar a una liberación de los rehenes por medio de un acuerdo, pero en el momento en el que ha empezado el ataque contra Hizbulá y el Líbano, se ha fortalecido muchísimo«, añade.
A lo largo de este año, cientos de miles de personas se han manifestado en las calles de Israel para exigir un acuerdo para el regreso de los rehenes y protestar contra el Gobierno. Han llegado a convocar una huelga general, pero a pesar de ello, Netanyahu ha logrado mantenerse en el poder.
01.11 min
Transcripción completa
obstáculos para llegar a un acuerdo
de alto el fuego.
Israel ha vivido una jornada
de huelga general,
la primera desde el inicio
de la guerra.
Un paro convocado
por el sindicato mayoritario,
por la oposición y por las familias
de los secuestrados.
Educación, transporte,
empresas publicas y privadas
lo han secundado y el aeropuerto
de Tel Aviv, ha cerrado,
aunque parcialmente.
Un tribunal laboral ha obligado
a que la huelga terminara
horas antes de lo previsto.
Hoy también las calles han vuelto
a llenarse de manifestantes
y ha habido protestas,
cortes de vías y carreteras.
Buena parte de la población
quiere presionar así al gobierno
para que acepte un acuerdo de alto
el fuego que salve a los rehenes.
«Os pido perdón…
os hemos fallado…».
Ha dicho hoy el presidente israelí
Herzog, en el funeral
de Hers Goldberg, el joven
estadounidense israelí cuyo cuerpo
fue encontrado con otros cinco
el sábado.
Según Israel, los seis rehenes
fueron asesinados por Hamás
esta misma semana.
Miles de personas han acompañado
a los padres, cuya campaña
para pedir la liberación de su hijo
había dado la vuelta al mundo.
Familiares
de los secuestrados culpan
al Gobierno por no haber salvado
la vida de los rehenes.
Se estima que todavía quedan
unos 60 secuestrados con vida
en manos de Hamás.
«Ni siquiera las movilizaciones populares que muy gravemente criticaban al Gobierno han funcionado para desmembrar a la situación«, señala el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Tel Aviv, Alberto Spectorowsky. «Si eso no ha acabado con Netanyahu, no sé cómo le van a echar en dos años», recalca, en referencia a la fecha en la que se tendrían que celebrar las próximas elecciones en Israel.
Los ataques al Líbano fortalecen a Netanyahu
En noviembre de 2022, Netanyahu formó un Gobierno de coalición con los 32 escaños que su partido Likud había logrado de los 120 que tiene el Knéset (el Parlamento israelí) y el apoyo de otros grupos. Después del ataque del 7 de octubre, varias encuestas de opinión sugerían que, si se celebraban elecciones, el Likud tan solo obtendría 17 asientos.
Sin embargo, las maniobras del Ejército de Israel recientemente contra sus enemigos han ayudado a restaurar el respaldo que había perdido el Gobierno de Netanyahu con el ataque de Hamás.
La campaña de ataques de las fuerzas israelíes fuera de Gaza comenzó en abril cuando un bombardeo contra la Embajada iraní en Damasco mató a un alto comandante de la Guardia Revolucionaria de Irán. Tres meses después, Israel mató al jefe militar de Hezbolá, Fuad Shukr, con un ataque sobre Beirut, y al día siguiente acabó con la vida del líder político de Hamás, Ismail Haniya, cuando se encontraba en la capital iraní.
A principios de este mes, miles de buscapersonas y walkie-talkies empleados por miembros de Hizbulá en el Líbano explotaron y acabaron con la vida de decenas de personas. El ataque marcó una nueva fase en el conflicto entre Israel y el partido milicia chií, que empezó a lanzar ataques contra objetivos en territorio israelí el 8 de octubre en solidaridad con Hamás y los palestinos de Gaza.
El Ejército de Israel lleva semanas bombardeando diferentes zonas del Líbano y ha matado a varios dirigentes de la milicia, incluido su líder, Hasán Nasrala.
Según el último sondeo publicado por el Canal 12 de Israel, el Likud sería el más votado y el que conseguiría más escaños en la Knéset. Pero dejando al margen los sondeos, la coalición de Netanyahu ha logrado en la actualidad sumar 68 de los 120 escaños, gracias a la incorporación al gabinete del líder del partido Nueva Esperanza, Gideon Sa’ar.
Este movimiento otorga a Netanyahu cierto espacio para maniobrar en un contexto de creciente presión por la rápida expansión de la guerra y el debilitamiento de los esfuerzos para alcanzar un acuerdo que permita la liberación de los rehenes en Gaza.
El partido del ultraconservador de Sa’ar fue uno de los que el primer ministro israelí incluyó en el Gabinete de Guerra que se creó poco después de los ataques del 7 de octubre para gestionar la ofensiva en la Franja de Gaza. Sin embargo, Sa’ar abandonó ese Gobierno de unidad en marzo por no tener capacidad de voto para vetar ciertas decisiones.
«Netanyahu ha ampliado su coalición, se ha agregado alguna nueva facción a su gobierno. Tanto el Ejército como Netanyahu quieren destruir las capacidades de ataque que tiene Hizbulá e incluso ocupar el sur del Líbano para permitir a los ciudadanos del norte volver a sus casas», explica Grinberg. «Eso cuenta con un apoyo total, incluso hay cierta euforia con todo lo que ha conseguido hacer el Ejército en pocos días. Lo apoya la oposición. El Gobierno está ahora más fuerte que nunca», subraya.
A juicio de la catedrática de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), Luz Gómez, «tampoco hay que personalizar exclusivamente en Netanyahu la actitud del Gobierno». «El Gobierno israelí está formado por partidos ultranacionalistas y ultrarreligiosos en los que los colonos tienen una fuerza fundamental y su ideología, que es racista y supremacista, consiste en apropiarse cuanto más sea posible de territorio», explica.
Según Gómez, Netanyahu lidera un Gobierno «en el que hay otros elementos que también tienen claros intereses en extender un conflicto con la idea totalmente errónea de hacerse con más territorio».
Netanyahu no asumirá su posible responsabilidad por el 7 de octubre
La imagen del primer ministro israelí quedó gravemente dañada después del ataque más mortífero registrado contra Israel desde la fundación del estado en 1948, en el que Hamás sorprendió a uno de los mejores servicios de inteligencia del mundo y en el que el Ejército con más recursos de la región tardó horas en responder.
Desde el 7 de octubre, Netanyahu se ha negado a asumir su posible responsabilidad por no haber impedido el ataque, una actitud que los expertos coinciden en que se mantendrá en el futuro.
«Lo mínimo que se puede conocer de la personalidad de Netanyahu es que eso no lo va a asumir jamás. Como máximo dirá que, como todos, fue uno dentro de todo el cúmulo de personas que se equivocó. Algo dirá, pero asumir responsabilidades totalmente, no», opina Spectorowsky.
01.23 min
Transcripción completa
y el secuestro
de decenas de personas.
de inteligencia israelí conocían
los planes de los ataques de Hamás.
Y con un alto grado de precisión.
Sabían que pretendía secuestrar
a unas 250 personas en suelo israelí
y que sus milicianos
se estaban entrenando para ello.
Son detalles
de un informe
al que ha tenido acceso
la cadena pública Kan.
De momento no sabremos mucho más
de los supuestos fallos de seguridad
que hubo entonces.
El Supremo ha suspendido
la investigación que había en marcha
por considerar que puede afectar
al curso de la guerra.
Netanyahu tampoco ha asumido
ninguna responsabilidad.
En la calle, el primer ministro,
afronta una semana de protestas.
Anoche miles de personas,
en Jerusalén,
exigieron que deje el gobierno
y convoque elecciones.
Los organizadores se han quejado
de la violencia policial;
la protesta terminó
con varios heridos y detenidos.
Los manifestantes pedían también
el fin de la guerra
pero los bombardeos
continúan sin descanso.
La ONU dice que no ve signos
de que haya pausas humanitarias,
tal y como anunció
el Ejército israelí.
Solo en las últimas horas
ha habido una veintena de muertos
en Gaza.
Algunos de los fallecidos,
dicen los testigos,
eran comerciantes
que estaban esperando los camiones
con alimento.
También en estos ataques
han muerto mujeres y niños.
En la misma línea, Grinberg recuerda que «desde el primer día dijo que la culpa era del Ejército». «Acusó al Ejército, al ministro de Seguridad, dijo que ellos eran los que le habían dicho que no había problemas, que todo estaba en calma, que Hamás estaba aterrorizado por el poder de Israel y que no había ninguna necesidad de estar preparándose para un ataque», asegura el profesor de la Universidad Ben Gurion.
Gómez recalca que «no hay datos claros que nos puedan indicar que Netanyahu permitió que el 7 de octubre se produjera, pero la historia lo determinará«. «Lo que sí que es evidente es que si el orden internacional se respeta (…), Netanyahu algún día tendrá que dar cuenta por todo lo que ha hecho ante los organismos internacionales y posiblemente asumir las consecuencias de los crímenes de guerra que se han cometido», añade.
Sin aceptar un alto el fuego para agarrarse al poder
La propuesta más reciente para alcanzar un alto el fuego de 21 días en Líbano para allanar el camino hacia un cese permanente de las hostilidades entre Israel y Hizbulá, así como para ayudar a avanzar hacia el fin de la guerra en Gaza, fue anunciado por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el francés, Emmanuel Macron. Lo hicieron mientras Netanyahu se dirigía a Nueva York para dar un discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas.
Pero al aterrizar en suelo estadounidense, el primer ministro israelí rechazó cualquier posible acuerdo para un alto el fuego y afirmó que «seguimos atacando a Hizbulá con toda la fuerza y no nos detendremos hasta lograr todos nuestros objetivos». «Mientras Hizbulá elija el camino de la guerra, Israel no tendrá elección», aseguró horas después ante una Asamblea General de la ONU en la que la mayoría de países había exigido un alto el fuego en Gaza y en el Líbano. Poco después, el Ejército israelí lanzó una ola de ataques aéreos contra objetivos de Hizbulá en el Líbano.
Desde su Gobierno, tanto el ministro de Relaciones Exteriores, Israel Katz, como el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich (quien encabeza una de las dos facciones nacionalistas-religiosas de la coalición), han reiterado que Hizbulá debe ser aplastado y que solo su rendición haría posible el regreso de los evacuados.
A juicio de la catedrática de la UAM, Netanyahu no ha autorizado un acuerdo de alto el fuego porque en tal caso podría quedarse sin gobierno. «Le han dejado muy claro sus socios más extremistas que no se podía aceptar ningún acuerdo con Hamás porque el único final a la guerra en Gaza era la destrucción de Hamás, algo que saben que es imposible», comenta Gómez. «Este estado de guerra continua y permanente hace que toda la sociedad israelí -o la inmensa mayoría de la sociedad israelí judía- se aúne detrás de su primer ministro, como suele suceder en tiempos de guerra», asevera.
En este sentido, Grinberg defiende que «Netanyahu ha hecho todo lo posible para que no haya ningún acuerdo de cese de fuego y de liberar a los rehenes». «Está clarísimo que está totalmente amenazado por sus colegas en su Gobierno, por los otros partidos y dentro de su propio partido, con el aviso de que si llega a ese tipo de acuerdo lo harían caer», indica.