Juan Carlos Ortega:  «Hay que mantener las pasiones a raya»

Juan Carlos Ortega: «Hay que mantener las pasiones a raya»





Juan Carlos Ortega es uno y es muchos: su universo de personajes entrañables y disparatados, en conversación con él mismo, es ya el nuestro. Y, su voz, la de la radio. Divertido, brillante y ocurrente, está en Madrid el próximo 18 de octubre, en el Teatro Bellas Artes , con un ‘show’ imperdible. Puro Ortega. Y saca tiempo de donde no lo tiene (magia) para hablar con nosotros sobre pecados capitales.—Le perdono un pecado, Juan Carlos.—No tengo ningún inconveniente en hablarte de cualquiera de ellos, no te preocupes.—¿No tiene inconveniente porque peca mucho o porque no peca nada?—Trato de no pecar demasiado. Nunca me ha gustado la gente que presume de ser pecadora. Creo que hubo una época en que, como reacción a un montón de años de educación católica, se puso de moda decir que los pecados eran en realidad algo chulo, que cometerlos era muy chulo. Se presumía de pecar y de pecar mucho. Recuerdo, incluso, a un montón de gente conocida que, en las entrevistas en radio y televisión, decían que cuando muriesen preferían ir al infierno porque allí estaría la gente más divertida. Pero yo no estoy de acuerdo, estoy muy a favor de la existencia de los pecados, y me parece muy bien que existan y que sean esos. Creo en el deber de resistirnos a caer en ellos. Y, cuando muera, quiero ir al cielo. El cielo es un lugar mucho mejor que el infierno, seguro.Noticia Relacionada LOS PECADOS CAPITALES DE… estandar Si Cayetana Guillén Cuervo: «Creo que la bondad es revolucionaria» Rebeca Argudo La actriz, ahora al frente de la Academia de las Artes Escénicas de España, confiesa todos los pecados que no comete—¿Y hay algún pecado que pueda disculpar en los demás?—La gula. Puedo entenderlo, porque estamos diseñados así. ¿Qué vamos a hacer?—¿Y en usted mismo?—También la gula. Es que creo que, de todos los pecados, es el que menos daño hace a los demás. La gula solo te afecta a ti, a no ser que quites comida a los demás. Y ahí yo creo que ya sería más avaricia que gula.—¿Son los pecados carnales los más disculpables porque son los que tienen mejor fama?—Quizá. La lujuria tiene ese prestigio de haber sido algo prohibido durante mucho tiempo, y queda muy bien decir que tú eres muy lujurioso. Pero puede dañar a otros que lo cometas. A mí no me gusta hacer daño a nadie, así que me parece muy bien que sea considerado pecado y que no lo cometamos. —A lo mejor es que confundimos los pecados con las pasiones.—Estoy convencido de eso. Las pasiones están muy bien, y son las que mueven el mundo. Pero el problema es cuando se convierten en pecados. Eso requiere alcanzar un grado superior. Es cuestión de mesura. Fíjate que descansar está muy bien y es necesario pero, si te pasas, se convierte en pereza. Y ya no está tan bien. Igual que la gula, comer es imprescindible pero la gula no tiene nada de beneficioso. Y el deseo mola, también, pero si no llega a lujuria. Incluso en la envidia hay antes un paso sano, que sería la admiración, y la avaricia sería primero ambición o afán de superación. Incluso la ira. Reaccionar ante las injusticias no está mal, pero sin llegar a caer en ese estado. Hay que mantener las pasiones a raya para que no se transformen en pecados. —¿Y cuál es el que usted intenta mantener más a raya de entre todos, ese que no se permitiría cometer jamás?—La soberbia. Yo creo que puedo entenderla en la juventud, pero cuando alguien va cumpliendo años y sigue siendo soberbio, me pregunto qué parte de la vida no ha entendido. ¿Cómo se puede ser soberbio si los años pasan y uno debería haberse dado cuenta ya de que no somos tan importantes?

Fuente: www.abc.es