Jerez de la Frontera se entrega a la Virgen María con una Magna sin precedentes

Jerez de la Frontera se entrega a la Virgen María con una Magna sin precedentes




Ha sido el sueño de cualquier cofrade. El de tener, en un mismo día y en las distintas confluencias al centro de la ciudad, lo más granado del patrimonio devocional de Jerez de la Frontera. A la Virgen en un inconmensurable juego de advocaciones. Hasta 36, que se dice y, se reza, pronto. Dolorosas, pero incluso titulares letíficas.

La Magna Mariana, aquel acontecimiento que llevaba planificándose desde hacía un par de años, y que había logrado generar una anticipación como pocas convocatorias religiosas en Andalucía, cristalizaba al fin tras un sobrevenido cambio de fechas que, sin embargo, no hizo especial mella en el gentío que llegó a congregar.

El fantasma de la lluvia quedaba lejano al estrenarse un sábado de octubre de temperatura agradable y cielos despejados al inicio de una maratoniana jornada que prometía alcanzar las doce horas y que terminó avanzando más de lo previsto por la madrugada. Para deleite de quienes quisieron llenarse de María Santísima de la Concepción entre sus calles de la Viña.

Una de las razones fue el progresivo retraso que fue lastrando la carrera oficial. Inicialmente pocos minutos. Un centenar de ellos a su término.

Y todo pese a que los cortejos estaban escrupulosamente medidos —sólo 35 hermanos podían integrar sus filas—. Sólo así podía aspirar a garantizar los cinco minutos de paso consignados a cada corporación. Un esfuerzo, a todas luces, titánico.

Por poner par de ejemplos, la Virgen de la Estrella, que ocupaba el trigésimo tercer puesto de paso, inició su tramo más solemne, el que marca la Plaza de la Asunción, con hora y media de retraso respecto al tiempo prefijado. Para más inri, lo hizo adelantando a cinco tallas que debían precederla. Un notorio colapso en la zona de la Tornería generó este desajuste que, algunos minutos después, logró reconducirse. Más que como un agravio, el dato debe tomarse como una consecuencia del mastodóntico engranaje.

Por su parte, la dolorosa de la Hermandad de la Cena, la Virgen de Paz y Concordia, llegaba a la iglesia de la Victoria con una holgada hora de retraso respecto a esas 21.15 que constaban como el término de su inédita procesión. Inédita, porque su sede canónica es la de San Marcos, pero por cuestiones de logística se aconsejó esta variación. Lo variado de la estampa fue uno de los grandes reclamos de la noche.

Como el de la Virgen del Mayor Dolor, acogida para la ocasión en la Real Capilla del Calvario. O como el de ver, bajo palio cedido por la Yedra de Écija, a María Santísima Madre de la Iglesia, de la Redención. O a la Virgen del Socorro, que además es copatrona de Jerez, con el manto que la Duquesa de Alba donase para María Santísima de las Angustias de Sevilla.

La unión de la unción

Aunque sería injusto relegar una cita de este calibre y significado a una mera cuestión de horarios. Máxime cuando el pueblo de Jerez, donde se lleva a flor de piel el sentimiento cofradiero, compartió su espacio más neurálgico con multitud de cofrades llegados desde distintos puntos ya no sólo de la provincia, sino también del resto de la región y más allá de sus fronteras.

La ilusión estaba presente desde que el templo de San Rafael abrió sus puertas, apenas 15 minutos pasadas las dos de la tarde, para que la Virgen de las Aguas pudiera entregarse a sus fieles. Comenzaba la Magna Mariana y Jerez era consciente de su tesoro. Ese que ayer fue tan propio como universal.

Fuente: www.abc.es