Europa y Ucrania, un sandwich entre Vladímir Putin y Donald Trump
Esta semana empezó con el shock de una nueva victoria de la extrema derecha nacionalista y pro-rusa en Europa, en este caso en Rumanía. Sin que las encuestas, que no cuantifican las redes sociales, lo vieran venir Calin Georgescu fue el más votado en la primera vuelta de las elecciones presidenciales con un 22,9% de los votos.
¿Su fórmula, transmitida fundamentalmente a través de TikTok? Un discurso que tiene ecos en otras victorias electorales. Georgescu se erigió en el portavoz de quienes no llegan a final de mes y se sienten olvidados por las instituciones y las élites, y en defensor de los valores tradicionales de la familia y la Iglesia Ortodoxa. Georgescu vinculó -como hacen muchos rumanos- la carestía de la vida a la guerra en la vecina Ucrania, por el encarecimiento de la energía, lo que consideran competencia desleal de cereales baratos importados de Ucrania y la asistencia a refugiados ucranianos. De Putin admira que sea un mandatario fuerte que pone los intereses de su país por encima de todo, en la línea del America First (Estados Unidos, lo primero) de Donald Trump. El semanario conservador británico The Spectator lo resume así: «Combine conservadurismo social y patriotismo con populismo económico, y priorice el coste de vida por encima de lo políticamente correcto y la cultura woke, y obtendrá la fórmula vencedora del momento. Les ha funcionado a Viktor Orbán en Hungría y a Robert Fico en Eslovaquia. En ambos casos, como Georgescu, quieren que la guerra en Ucrania se acabe cuanto antes».
Falta aún saber los resultados de la segunda vuelta, la final, que será el próximo 8 de diciembre. Puede que Georgescu no gané, pero su victoria del domingo pasado es un síntoma a tener en cuenta, más si miramos el mapa y tenemos en cuenta el contexto actual.
Rumanía y Ucrania
Rumanía es el país de la Unión Europea que más frontera comparte con Ucrania, 650 Km. Es una frontera discontinua porque una parte del este limita con Moldavia, una república con fuertes vínculos históricos y culturales con Rumanía y una parte del territorio, Transnistria, ocupada por Rusia. La población moldava está dividida a partes casi iguales entre europeístas y pro-rusos, como se vio en el referéndum reciente sobre la integración en la Unión Europea y en la elección presidencial. Rumanía hasta el momento juega un papel clave en el apoyo a Ucrania, su puerto de Constanza en el Mar Negro y otras rutas son la vía por la que Ucrania exporta su cereal, Rumanía además tiene una importante base de la OTAN en su territorio. Las vías de abastecimiento militar occidental a Ucrania no son públicas, pero se supone que la principal es la frontera con Polonia, y no es descabellado pensar que Rumanía puede serlo también.
Si Georgescu gana en Rumanía, la Unión Europea tendrá una grieta más en su política actual de apoyo a Ucrania, Georgescu se ha mostrado «categóricamente contrario» a seguir apoyando al país ocupado, y contrario a la base y otras instalaciones que la OTAN tiene en el país. En esa medida, Moscú sumará un aliado más en la UE, justo en la frontera con Ucrania, junto a la Hungría de Viktor Orbán y la Eslovaquia de Peter Pellegrini y Roberto Fico.
La vuelta del presidente Trump
No fue ninguna sorpresa la satisfacción de Viktor Orbán, primer ministro de Hungría, por la victoria de Donald Trump en los Estados Unidos, la sintonía entre ambos es conocida. Trump ha llegado a calificar a Orbán como el «líder más respetado de Europa», cuando le parecía conveniente referirse al viejo continente. Lo apreciabas escuchando sus entrevistas y actos de campaña, y lo ha constatado con datos un estudio: en esta campaña electoral el expresidente ha mencionado al primer ministro en 109 ocasiones, más que a cualquier otro gobernante europeo. Una clara sobredimensión si se compara con el peso político que Rumanía tiene dentro de la Unión Europea.
Con Donald Trump en la Casa Blanca, Orbán confía en verse menos aislado dentro de la UE, convertirse en puente entre Washington y Bruselas y en mediador de paz entre Rusia y Ucrania. El primer ministro húngaro pronosticó que en su segunda presidencia Trump acabará con la ayuda estadounidense a Ucrania, en la Unión Europea, Orbán no ha logrado vetar la ayuda, pero sí demorar o poner condiciones a algunas partidas, lo mismo que los congresistas del partido de Trump en Washington.
En Ucrania están alerta, «es lo que le piden sus votantes» reconoció el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, que el dinero de los contribuyentes deje de ir fuera. Desde la mañana del 6 de noviembre, cuando se supo que Donald Trump volverá a presidir los Estados Unidos, todos los movimientos en Ucrania se interpretan desde esa perspectiva, la de unas negociaciones entre Rusia y Ucrania forzadas por los Estados Unidos, y el interés de llegar a ellas con una situación lo más ventajosa posible sobre el terreno de batalla. En campaña, Donald Trump ha prometido acabar con la guerra en cuestión de horas, antes incluso de tomar posesión del cargo el 20 de enero.
Zelenski lo asume, ha declarado que con Trump la guerra terminará antes, seguramente este año próximo, 2025, y ha insistido en que, si le retiran la ayuda, Ucrania perderá irremisiblemente. Todo parece encaminarse a esas conversaciones paz y la prensa estadounidense ha empezado a especular ya sobre ellas. Una hipótesis es que Washington use su ayuda a Ucrania para presionar tanto a Kiev como a Moscú para que se sienten a hablar. En el caso de Kiev, amenazar con retirársela, en el caso de Moscú, amenazar con incrementar el apoyo militar a Ucrania. Dan por seguro que los negociadores estadounidenses forzarán Ucrania a posponer su voluntad de ingresar en la OTAN. Lo que nadie ha verbalizado es que se vaya a cruzar la línea roja de los ucranianos y del derecho internacional, es decir, validar de alguna forma la alteración de las fronteras, de la integridad y soberanía territorial de Ucrania, conseguida con una invasión armada por Moscú. ¿Qué pasará con las regiones que ha ocupado militarmente Rusia en Ucrania? Ucrania no tiene capacidad para recuperarlas por las armas, ¿se la obligará a entregárselas a Rusia? ¿Se establecerá una especie de protectorado internacional?
La reacción de Europa
Noticia de estos últimos días ha sido también la presentación y salida a la venta de las memorias de Angela Merkel. En el libro la ex canciller alemana habla de sus relaciones con otros mandatarios y narra la fascinación de Donald Trump por Vladímir Putin y otros líderes de corte autoritario. Es una de las varias razones por las que Donald Trump no era el candidato favorito de la mayoría de gobiernos europeos.
Con Trump de vuelta a partir del 20 de enero, el panorama anterior descrito y a falta de ver qué nos depararán las elecciones legislativas en Alemania el 23 de febrero, el periódico francés Le Monde tituló su editorial del martes «Ucrania, el momento de la verdad para los europeos». «Los europeos -dice Le Monde- están obligados a redefinir su posición. El momento de la verdad al que durante tiempo confiaban escapar, que esta guerra es ante todo una guerra europea, ha llegado. No es una sorpresa que están muy dividido sobre cómo actuar, y, sin embargo, el tiempo apremia: las fuerzas ucranianas están en dificultades, la población civil vuelve a estar sometida a intensos bombardeos y las infraestructuras energéticas están sufriendo una destrucción sistemática. Sin esperar a conocer los planes del gobierno Trump, los europeos tienen que organizarse con urgencia para apoyar a Ucrania y anticipar una negociación para la que el señor Putin no muestra ninguna disposición. Algunos países europeos ya han empezado, los más decididos a hacer frente a la amenaza rusa -Francia, el Reino Unido, Polonia, los nórdicos y los bálticos- ya mantienen conversaciones contando con el gobierno ucraniano, sobre cómo paliar un potencial desentendimiento de Ucrania por parte de los Estados Unidos».
En otro artículo hablaremos de Georgia, en el Cáucaso, otra pieza del rompecabezas de intereses políticos y geoestratégicos entre Rusia, Europa y los Estados Unidos, con una opinión pública que en las urnas deposita su voluntad de desentenderse de esas estrategias y centrarse en la bolsa de la compra y el depósito del coche. Una cuestión central en muchos actos de campaña de Donald Trump ha sido el precio de la docena de huevos.