Es muy fuerte estar aquí dentro sin mi familia

Es muy fuerte estar aquí dentro sin mi familia




Se organizan actividades como una fiesta con regalos, montar el árbol y el tió

BARCELONA, 5 Dic. (EUROPA PRESS) –

Hace siete meses que Cristina, madre primeriza de 22 años, entró en el módulo de madres del centro penitenciario de mujeres de Barcelona, conocido popularmente como Wad Ras, para cumplir una condena de cuatro años de prisión por un delito de lesiones; lo hizo acompañada de su hija, que en aquel momento tenía poco más de un año.

Estas serán las primeras Navidades que ambas pasarán en esta prisión emplazada en el corazón del barrio del Poblenou de Barcelona en la que en la actualidad hay 120 reclusas, la mitad aproximadamente ya condenadas y la otra en prisión preventiva a la espera de juicio –10 de ellas con sus hijos, con edades comprendidas entre los 0 y los 3 años, en el módulo de madres–.

«Es muy fuerte para mí estar aquí dentro unas Navidades sin mi familia», reconoce Cristina con la voz entrecortada a preguntas de Europa Press, aunque a diferencia de otras mujeres, cuyos hijos saldrán del centro para pasar las festividades con otros familiares, ella estará acompañada de la niña.

DECORAR LA PRISIÓN

En el módulo de madres las internas han decorado las puertas con ayuda de Trini y otras colaboradoras de la cooperativa de trabajo de iniciativa social Tata Inti, y en los próximos días colgarán guirnaldas en el pasillo, montarán un árbol y colocarán el ‘tió’ junto a la garita en la que un funcionario vigila permanentemente este pasillo, el único de Wad Ras en el que las puertas de las celdas permanecen abiertas.

Anna, educadora de madres, confirma que, en general, es una época del año que las internas viven de forma «muy triste y con mucha pena de no poder compartirla con los suyos», por eso, se organizan diversas actividades, como decorar los pasillos, y el menú que se ofrece en estas fechas señaladas también es especial.

La educadora añade que una entidad externa organizará un taller que durará tres tardes con la idea de hacer regalos a los niños, que se entregarán el sábado 21 de diciembre en una fiesta en la que también se organizará un ‘caga tió’.

«Es el tercer año que la hacemos, vendrán los hijos menores de 8 años que tienen fuera con algún familiar, habrá merienda y es superchulo», añade Ana, que explica que esta fiesta da la oportunidad a los padres de saber dónde están viviendo su pareja y su hijo.

NOCHEVIEJA Y REYES

La nochevieja en el módulo de madres no se celebra, pero las reclusas que no tengan niños porque han salido fuera con sus familiares para pasar la Navidad podrán unirse a la fiesta que organizan las internas de los módulos regulares, que se encuentran en el piso superior de Wad Ras: «Como nos pasa a todas, si tienes críos haces fiesta más infantil, si no, vas a la discoteca», bromea la educadora.

Para Reyes, con la colaboración de entidades, se consiguen regalos no sólo para los hijos de las mujeres que están en el módulo de madres, sino para los de todas las internas que tengan contacto con ellos, siempre y cuando los niños sean menores de 8 años, que les podrán entregar durante los vis a vis.

Con motivo de esta fecha, la educadora añade que hay «unos superdisfraces de Reyes» que les han sido donados y que profesionales o internas se visten de reyes y pajes para amenizar la jornada a los niños.

FESTIVIDADES CULTURALES

Trini, colaboradora de Tata Inti, explica que uno de los bloques de actividades en los que se centra la entidad es en el acompañamiento a las internas en «momentos culturales dentro de la sociedad en la que les ha tocado vivir», como la Pascua, Sant Jordi, Sant Joan o, ahora, la Navidad, pues en el módulo conviven mujeres de diversas procedencias, culturas y religiones.

«En la Navidad, acompañarlas a que entiendan la cultura de aquí, que tenemos un ‘tió’, por ejemplo, que puede que en su cultura haya algo parecido o no, y compartir cómo la celebraban ellas», prosigue Trini, que añade que esto les ayuda a reflexionar sobre la educación y las creencias que quieren transmitirles a los niños

Por otro lado, señala, se trabaja la «contención emocional», pues la colaboradora apunta que las internas sufren altibajos emocionales comprensibles y normales, en sus palabras, por la situación que afrontan.

«Si reciben una mala noticia, necesitan hablarla, necesitan contarla. Hay veces que han venido a registrarles la habitación, pues dame el niño y estate tú, y cuando acabe te ayudamos. O cuando han recibido una mala noticia, cuando están preocupadas, o cuando están pendientes de un juicio que no llega, o que ha llegado y la noticia no es la que esperaban», prosigue Trini, que señala que las madres no pueden desbordarse ni perder la mirada de su hijo.

LOS DESEOS DE LAS INTERNAS

Otra de las internas, Adriana, de 36 años, que se encuentra en prisión preventiva a la espera de juicio por tráfico de drogas lleva un año y dos meses en prisión y, en su caso, entró embarazada de 10 semanas y dejó a otro hijo de 9 años fuera.

Confiesa que el año pasado lo pasó «fatal» por no poder compartirlas con el hijo que tiene en la calle y que este año está más mentalizada, aunque espera que sea la última antes de que la Audiencia Provincial de Barcelona resuelva si la deja en libertad provisional hasta la celebración del juicio, en el que sabe que se enfrentará a una condena de entre 6 y 9 años.

Por su parte, Ana, de 40 años y madre de seis niños, ha ido encadenando varias condenas desde 2006, con entradas y salidas de prisión, siempre por delitos contra la salud pública.

Actualmente, está junto a su hija de tres meses en el módulo de madres de Wad Ras, donde cumple una pena de 3 años por «vender droga» –aunque asegura que hace años que dejó de delinquir– y esperaba haber disfrutado de su primer permiso en diciembre, pero recientemente se le ha comunicado que la junta de tratamiento no hará su valoración hasta enero, cuando finalice uno de los programas, lo que supone que pasará estas fiestas en prisión.

«Un mes pasa rápido para el que pasa fuera, porque para el que está adentro…», lamenta esta interna, madre de una niña de 3 meses, que reconoce que las Navidades en prisión las pasa muy mal por estar alejada del resto de sus hijos.

«AGUANTAR Y TIRAR PARA ADELANTE»

«Si no hay otra cosa, pues tendré que aguantar y tirar para adelante, porque también tengo que admitir lo que he hecho y también tengo que pagar mi castigo, ¿no? No hay otra».

Todas ellas coinciden en que lo que más añoran en estas fechas es poder compartir su tiempo junto a su familia y también piden deseos para cuando dejen de estar privadas de libertad: Cristina sueña con ser dependienta de una tienda de ropa, «en Zara o Bershka», Ana, con abrir su propia pastelería para hacer bombones artesanos y Adriana con buscar un piso junto a su pareja y trabajar como administrativa en su taller.

Fuente: www.europapress.es