En la fría soledad del Ártico
Los turistas que visitan hoy Pyramiden tienen la impresión de estar en un gigantesco decorado . Los viejos barracones de madera, los invernaderos, los establos, el monumento a los mineros, el busto de Lenin, las viviendas y el edificio de los administradores siguen con el mismo aspecto que en 1998 cuando sus propietarios decidieron poner fin a la explotación de los yacimientos de carbón. El frío polar y la climatología han contribuido a mantener intacta esta ciudad fantasma que llegó a tener más de 1.500 habitantes en la década de los años 50 .Situada en la isla de Spitsbergen, en el archipiélago ártico de Svalbard, Pyramiden pertenece hoy a Noruega . Antaño fue un dominio de los suecos, que fueron quienes decidieron explotar las minas de carbón en 1910. El nombre del lugar responde a la montaña en forma de pirámide, muy cerca de la población que se levantó para sacar el mineral del subsuelo. En 1927, las instalaciones fueron vendidas a la Unión Soviética . Cuatro años después, Stalin decidió crear una sociedad estatal llamada Arktikugol Trust , a la que se transfirió la titularidad del yacimiento y todas las dependencias. Pyramiden, a día de hoy, sigue siendo propiedad de esa compañía que todavía existe y mantiene sus negocios en la minería.No hay duda de que la extracción de carbón tenía una importancia estratégica para Stalin en los años 30. Pero además el caudillo soviético quiso convertir a Pyramiden en un símbolo del desarrollo industrial y de la modernidad del comunismo soviético. Fue esa la razón por la que se construyeron invernaderos para cultivar verduras, establos para el ganado, una piscina climatizada, un gran complejo polideportivo y bloques de viviendas para los mineros. Y todo ello con la estética arquitectónica del estalinismo que evoca los edificios erigidos en la época en las ciudades rusas, llenas de iconos del régimen.Una de las curiosidades más notables es el magnífico piano de cola que se conserva en el centro cultural, donde se daban conciertos y se realizaban representaciones teatrales. Dicen en broma los guías que muestran las instalaciones que se trata del piano más al norte del mundo. Si no es verdad, está bien traído a colación.Tras más de 80 años de historia, el Gobierno de Yeltsin decidió a finales del siglo pasado cerrar la explotación por su falta de rentabilidadEn 2009, la Arktikugol y unos inversores rusos construyeron un nuevo hotel, el Tulip , en un intento de atraer al turismo . También se habilitó un local como museo con fotografías y pertenencias de sus antiguos habitantes. Y se contrató a personal para explicar la historia del lugar. El hotel, que ofrece excursiones por el Ártico , sigue abierto.Las estadísticas del Gosplán muestran la prosperidad de Pyramiden en sus años de esplendor. Gracias a que el carbón proporcionaba energía abundante y barata, sus invernaderos climatizados producían tomates, lechugas, cebollas, pimientos y pepinos para todos sus habitantes. En 1965, la producción de verduras ascendió a casi 6.000 kilos. Sus gallinas produjeron más de 100.000 huevos y sus vacas, unos 50.000 litros de leche. También se sacrificaba ganado vacuno para abastecer a sus habitantes.Tras más de 80 años de historia, el gobierno de Yeltsin decidió a finales del siglo pasado cerrar la explotación por su falta de rentabilidad. Aprovechó una avería en el sistema de calefacción para anunciar la liquidación del negocio . Sus cientos de trabajadores se quedaron en el paro y muchos de ellos buscaron empleo en Noruega o volvieron a Rusia. En unos pocos meses, el enclave fue totalmente abandonado. Hoy sólo media docena de antiguos operarios siguen viviendo en este poblado, anclado en el pasado y la nostalgia del ‘paraíso’ soviético.No resulta extraño que todavía algunas personas se resistan a dejar la vieja ciudad minera, ubicada al pie de una sierra que permanece con nieve a lo largo de casi todo el año, en un paraje salvaje de extraordinaria belleza . Un lugar donde habita el olvido, pero no la indiferencia.