El peligro os sienta tan bien
La Atalanta tiene un no-sé-qué que parece favorecer al Real Madrid. De la misma manera que el negro esconde los kilos de más y que el bueno de Obelix sostenía que las rayas verticales de su pantalón le estilizaban, el Madrid parece que se entona y gana confianza cuando tiene enfrente los colores de la Dea. Se ve más alto, más fuerte, más guapo. Su última gran actuación europea precisamente se remontaba a agosto, cuando disputó la Supercopa ante el equipo italiano. Desde entonces había estado irreconocible. Ayer rescató tres puntos de Bérgamo vitales para su supervivencia. Será el juego a tumba abierta que propone Gasperini, con ese intercambio de golpes tan suyo, y que hace que se pueda relajar en ciertas vigilancias y ayudas defensivas. Hasta Mbappé volvió por momentos a parecer de nuevo Mbappé con ese bonito gol. Pero el espejismo, claro, duró poco. Enseguida cayó al suelo lesionado. ¿Quién le pone la pierna encima al francés para que no levante cabeza? No soy médico ni tampoco preparador físico, pero que el Real Madrid no pueda competir media hora seguida sin que un jugador caiga fulminado al suelo por algún tipo de lesión parece que es un síntoma de algo. De algo grave. Limitarlo a la mala suerte, a una mala racha, sería como decir que el Titanic se hundió por una plaquita de hielo. Ver un partido del equipo es leer «Diez negritos»: van cayendo uno a uno sin que nadie pueda hacer nada para evitarlo ni explicar el misterio ni saber quién será el siguiente. Solo falta que alguno sea baja indefinida por embarazo psicológico. Difícil encontrar una estabilidad y un estilo de juego teniendo que rehacer y parchear el equipo cada semana. Vinicius volvía al once en Italia tras estar en el dique seco un par de semanas. Aunque se le pudo ver algo justo de fuerzas en el tramo final del partido, dio un verdadero recital de fundamentos en la segunda parte jugando por dentro, como nueve, algo que ya pudo demostrar el año pasado y que ahora parece terreno vedado para él desde la llegada al equipo de Mbappé. Ya se dijo en esta tribuna que la sequía de Bellingham tenía pinta de ser como el ketchup que no sale hasta que empieza a caer a caño abierto, y así está resultando. La mejor noticia para el Madrid es, sin duda, su reencuentro con el gol.