El parque de Málaga que recibe cientos de visitas al mes y que enamora a los niños
El parque natural de los Montes de Málaga, la desembocadura del Guadalhorce o el monte San Antón son algunos de los espacios más populares para disfrutar de la naturaleza en Málaga. Si bien, la ciudad ofrece otros espacios en pleno casco urbano en los que desconectar sin alejarse mucho de casa. Es el caso del Paseo del Parque, el Monte Gibralfaro, el Morlaco o la Laguna de la Barrera. Un espacio, este último, que se ha convertido en uno de los lugares favoritos para familias recibiendo cientos de visitas al mes.
Este rincón ubicado en el corazón del distrito de Teatinos, muy próximo a la Universidad, es todo un oasis urbano gracias a sus zonas verdes y senderos en los que explorar y conectar con la naturaleza.
El parque cuenta con una extensión de más de 14.000 metros cuadrados y el principal atractivo es su laguna artificial, un espejo de agua que no solo embellece el entorno, sino que también es el hogar de la rica biodiversidad que contribuye al atractivo del parque forestal.
La laguna, en su origen, nació como resultado de la extracción de arcilla destinada a la fabricación de ladrillos en la cercana Colonia Santa Inés. Hoy, la depresión causada por aquellos trabajos se ha transformado en un ecosistema que atrae y da vida a todo tipo de fauna y flora.
En los últimos años, el Ayuntamiento de Málaga ha realizado varias repoblaciones de aves autóctonas, creando un santuario a pequeña escala para los amantes de la ornitología. Es común ver a las familias acercarse con prismáticos a observar a las aves que descansan o anidan cerca de la orilla.
Las aguas, aunque artificiales, simulan el ambiente de un ecosistema natural donde el plancton y las bacterias prosperan, favoreciendo el desarrollo de otros seres vivos en sus zonas superficiales y profundas. Así se crean pequeños microhábitats que contribuyen al equilibrio ecológico del parque.
Algunas familias eligen el parque los fines de semana para realizar picnics en familia. Y es que, para los más pequeños, la experiencia en el parque va más allá de simplemente correr o jugar, ya que los senderos serpentean alrededor de la laguna y entre la vegetación semisumergida.
También hay miradores y numerosos bancos dispuestos a lo largo de los senderos para quienes simplemente quieren disfrutan de una buena lectura o contemplar el entorno. Un rincón mágico para los niños donde aprender y jugar y un pulmón verde para los adultos en el que desconectar.