El nuevo hotel boutique gastronómico del chef cántabro Nacho Solana
El abrigo del verde, el aroma del mar, la riqueza en la mesa, la tranquilidad del campo, la inspiración del arte, la calma de la montaña y la cercanía de la playa. Todo eso encierra, entre sus paredes de piedra, el hotel boutique Pico Velasco, abierto por el chef Nacho Solana (del restaurante Solana, estrella Michelin y dos soles Repsol) en Carasa, Cantabria.
Lo ha hecho en un edificio singular, una antigua casona cántabra situada en pleno Parque Natural del Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel que fue rehabilitada por completo para dotarla de un corazón de diseño rabiosamente moderno, limpio y despojado, gracias al cual destaca el carácter de sus muros y la belleza del paisaje que los rodea.
La casa, del siglo XVII, fue acondicionada por el estudio de arquitectura Álvarez del Manzano y marca la pauta de lo que se buscaba, unir tradición con creatividad y vanguardia. A la manera de una caja de cristal metida dentro de la vivienda, para no interrumpir su sello ni las vistas, Pico Velasco alberga solo 11 habitaciones de buenas dimensiones y estilo minimalista (las de la planta superior, acristaladas para disfrutar de unas vistas panorámicas).
En sus blancos pasillos hay un buen número de obras de arte -algunas firmadas por el propio Herbert Diess, el exCEO de Volkswagen enamorado de Cantabria y dueño de esta propiedad- como único adorno. Todo quiere llevar al huésped a disfrutar del lugar y de su entorno, empezando por el gran jardín y continuando por su extensa terraza asomada al prado con el mar Cantábrico en el horizonte secundado por Santoña a un lado y por Laredo al otro (no más de 20 minutos en coche a cada una).
Un gastronómico especial
El corazón de este emprendimiento, que Solana lleva adelante con su amiga y experta en hostelería Inés Aguirreburualde como directora y motor del hotel, está en el subsuelo. Allí late, en una sala de hormigón en la que solo destacan las mesas y la enorme cristalera con vistas al verde, funciona el gastronómico de Pico Velasco, que ha conseguido un sol Repsol aún antes de celebrar su primer año de vida.
Con capacidad para 60 comensales, sirve dos menús degustación (Albiar y Sincio, a 80 y 102 euros cada uno por persona, sin bebidas) inspirados en la cocina y el producto de Cantabria, que Solana, cuarta generación dedicada a la gastronomía y estrella Michelin a los 31 años en el cercano restaurante familiar que lleva su apellido, domina a la perfección.
La comida de Pico Velasco «es reconocible, muy mía y muy de la zona», dice el chef, aunque ningún plato es igual que en el premiado de Ampuero a excepción de su famosa croqueta, nombrada la mejor en 2017. También destaca, sobre todo en sus fantásticos desayunos cargados de productos caseros y variados, la tortilla. Todo se elabora en casa y a manos del equipo de cocina que dirige. Los suyos -desde su versión del cocido de pan o el pichón en piruleta hasta el bacalao en tres pases o su homenaje a la trucha de río, por el cercano Ansón y su tradición de pesca- son platos de buena digestión, sin aditivos, buscando respeto al producto, la autenticidad y el sabor.
También los banquetes de las bodas que acoge este coqueto hotel boutique los elabora allí Solana y su gente. Con un salón privado igualmente acristalado y 85.000 metros cuadrados de finca, los eventos se han convertido en su primer año de vida en una importante actividad para el establecimiento, que además cuenta con una pequeña cafetería.