«El lugar es un infierno»
Encerrado en una habitación a oscuras y aislado, sin una cama, entre suciedad y bebiendo agua de un cubo de fregona. Así encontró Sofía, voluntaria del santuario de animales Las Almas de Cocoa, a Quiro, un mastín de 12 años con visibles heridas en el cuello, alopecias en la piel, delgadez severa y «completamente desatendido». La joven, que ha conseguido recaudar 2.000 euros para una operación y ha encontrado una familia de acogida para el can, ha presentado una denuncia ante la Policía Nacional por el estado del mismo y exige, tal y como ha expresado a ABC, que el perro sea entregado y sacado del «infierno» en el que actualmente se encuentra.
El pasado julio, Sofía acudió como voluntaria a este refugio dedicado a acoger animales tanto de compañía como otro tipo de especies que han sido abandonadas o maltratadas. En ese momento conoció a este can y a Juanjo, una de las personas encargadas del espacio situado en Chinchón. «A Quiro no se lo enseña a todo el mundo, pero yo le di ternura», relata la joven.
Después de que el responsable le contara que el perro «no sale tanto como debería» ante la carga de trabajo que les supone el resto de animales de residen en espacio y al ver las pésimas condiciones en las que se encontraba este mastín, propuso llevárselo unos días con ella, aprovechando que su familia estaba de vacaciones. La joven acudió a un veterinario –haciéndose ella misma cargo de los medicamentos y tratamientos que necesitaba este mastín– y lo cuidó durante seis días. «Se comenzó a notar mucho la mejora de Quiro con tan solo un poco de atención», señala.
Quiro llegó al este refugio situado en la madrileña localidad de Chinchón en 2020, después de que su anterior dueña lo dejara bajo los cuidados de los responsables de este centro de atención a animales cuando al padre de la misma le diagnosticaron una enfermedad y no pudieron hacerse cargo del peludo. Siempre había tenido problemas de salud, por su otitis crónica y dermatitis aguda; sin embargo, su estado empeoró desde que llegó a Las Almas de Cocoa.
Mordeduras en el cuello
En el informe de la clínica veterinaria a la que acudió Sofía mientras atendía a Quiro, y al que ha tenido acceso este periódico, se determina que el perro tiene alopecias generalizadas en la piel, infección en los oídos, así como abcesos en el cuello por unas mordeduras. Según relata esta voluntaria, las heridas fueron provocadas por el ataque de un perro potencialmente peligroso que «sueltan de vez en cuando con el resto» y que ya había protagonizado más de una agresión.
En apenas una semanas, la joven consiguió recaudar 2.000 euros para poder operar a Quiro de una infección en los oídos y volvió a Las Almas de Cocoa para ofrecer esta cantidad -que cubriría del tratamiento- así como una casa de acogida para el perro. Los «malentendidos» y el escaso cuidado que Sofía había detectado en la instalaciones de este refugio llevaron a la joven a desconfiar de Juanjo, por lo que le propuso ingresarle el dinero cada vez que le mandara la factura que acreditara que había recibido esas intervenciones.
Para sorpresa de esta voluntaria, el responsable se negó a aceptar el dinero si no se le adelantaba por completo a la cuenta. «Si no podemos resolverlo como te pido, yo llevaré a Quiro a hacer su cirugía en septiembre, cuando tenga la financiación que os comenté», determinó Juanjo a Sofía en una de las conversaciones que mantuvieron a través de WhatsApp.
Este periódico se ha puesto en contacto por teléfono y por escrito con el refugio de animales Las Almas de Cocoa para recoger su versión de los hechos, pero hasta el cierre de esta edición no había recibido ninguna respuesta.
Tras presentar esta denuncia, Sofía espera que Juanjo acepte sus condiciones y, sobre todo, que piense en Quiro «y deje su ego a un lado». El mastín, de 12 años de edad, se encuentra en la última etapa de su vida y la joven asegura que su «mayor miedo» es que muera en este lugar. «Necesita que una familia le atienda con amor, yo se la he encontrado. Voy a seguir luchando por él», insiste esta madrileña.
Sin embargo, también concibe la denuncia como una llamada de atención a los gestores por «las prácticas irresponsables» llevadas a cabo en este centro –que se financia a través de donaciones y la venta de camisetas, tazas o gorras–, en el que residen más animales abandonados o maltratados que buscan encontrar una segunda vida segura en este santuario. «Me gustaría que la gente no volviera a adoptar ahí mientras funcionen así».