El juzgado descarta que la muerte de los hermanos Xavi y Noa en Barcelona fuese violencia vicaria
La muerte de los hermanos Xavi y Noa, de 10 y 7 años, cuyos cadáveres aparecieron junto al de su padre, en una vivienda del barrio de Horta, no fue violencia vicaria. Es la conclusión del juzgado de Barcelona que investigó el caso y que lo archivó, el pasado julio, al no encontrar indicios de la comisión de delito, según ha informado este viernes el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TJSC). La magistrada de Instrucción 26 tomó la decisión tras los informes de las autopsias y también del resultado de la inspección durante el levantamiento de los cuerpos.
Fue el pasado 8 de enero cuando los Mossos d’Esquadra localizaron los cuerpos del progenitor, de 53 años, Francisco B., y de los pequeños, en el domicilio de éste en el paseo Universal. Fue sobre las 17.30 horas cuando una patrulla se desplazó hasta la vivienda, junto a la madre, tras la denuncia de la misma. Lo hizo después de que el hombre no le entregase a los niños tras las vacaciones navideñas, tal y como estaba previsto y de que aquel lunes tampoco acudiesen a la escuela.
Cuando llegaron al bajo de Horta donde se había instalado Francisco tras la separación, al no abrir nadie la puerta, ni contestar al teléfono, fueron los bomberos quienes accedieron a la vivienda, a través de una ventana. Lo primero que notaron fue un «fuerte olor a gas». En su interior localizaron los cuerpos del hombre y de los pequeños, Noa, de 7 años, y Xavi, de 10. Tras ventilar el inmueble, por la gran concentración de monóxido de carbono, hasta allí se desplazaron agentes de la Científica y también de la unidad de Investigación para recabar pruebas. En un primer momento, se barajó tanto un posible accidente como una acción premeditada del progenitor aunque, con el paso de las horas, cobró fuerza la hipótesis de un posible caso de violencia vicaria, es decir, que el progenitor primero hubiese matado a los niños para luego suicidarse con la intención de causar el mayor daño posible a su expareja y madre de los pequeños.
Entre la expareja no había ningún procedimiento ni denuncia previa por violencia. Según explicaron entonces a este diario varios vecinos de Horta, el hombre se había instalado en los bajos del paseo Universal durante la pandemia. Allí, en ocasiones, veían a los niños jugar a la pelota, con total normalidad. Al ser una zona eminentemente residencial, donde muchos se conocen «de toda la vida» -en palabras de Luis, que regenta un bar cercano al inmueble-, detallaron que el hombre era «reservado» y que, o no lo habían visto, o en pocas ocasiones, sin confraternizar con nadie.
Por su parte Jeni, tía de los niños y hermana del padre, rechazó que éste pudiese haberlos matado: «Los quería con locura, eran su vida y se desvivía por ellos». Finalmente, ante la falta de indicios, el juzgado descarta la violencia vicaria en la muerte de los dos pequeños.