copias a partir de 3.000 euros y un estilo amateur
En varias escenas de la serie sobre la familia real británica ‘The Crown’, se evidencia cómo desde su infancia el hijo mayor de la Reina Isabel II y el príncipe Felipe de Edimburgo observaba el mundo con una mirada introspectiva, con una sensibilidad especial hacia las artes y la naturaleza. Aunque esta representación sea ficción, está basada en una verdad esencial sobre el ahora Rey Carlos III: su capacidad, descrita por quienes le conocen, de encontrar serenidad y belleza en los detalles que otros pasan por alto. Con los años, esta sensibilidad evolucionó en una gran pasión por la pintura, especialmente por las acuarelas, que él mismo ha descrito como una forma de «transportarse a otro mundo» y de encontrar «partes del alma que otros aspectos de la vida no pueden alcanzar».
El monarca comenzó a pintar inspirado por los paisajes de Escocia, las residencias reales como Highgrove y los recuerdos de su abuela, la Reina Madre, quien tuvo una gran influencia en su amor por el arte y la naturaleza. Desde entonces, ha creado un extenso corpus de obras que retratan paisajes naturales y arquitectónicos impregnados de colores suaves que la crítica no ha elogiado especialmente pero tampoco ha desestimado por completo. Si bien se reconoce su destreza técnica como amateur y su sensibilidad artística, muchos coinciden en que su trabajo no aporta una perspectiva innovadora, pero destacan su autenticidad y la conexión emocional que transmite. Diez de esas obras están ahora mismo expuestas en la Garrison Chapel, una histórica capilla ubicada en el distrito de Belgravia, en Londres, construida en 1838 y que inicialmente sirvió como lugar de culto para los soldados de la guarnición militar de Chelsea.
Las acuarelas de Carlos III, Rey del Reino Unido y pintor
En conversación con ABC en el lugar con motivo de la exposición, Constantine Innemée, director de Highgrove para The King’s Foundation, una organización benéfica que coordina y apoya una serie de iniciativas filantrópicas establecidas por el Rey, destacó que «su amor por la pintura es algo de toda la vida y es increíblemente talentoso como artista. Si miras algunas de las acuarelas que están expuestas, notarás décadas y décadas de trabajo». Para Innemée, que está a cargo del área de la fundación relacionada con Highgrove, la residencia y finca propiedad de Carlos III conocida por los impresionantes jardines, que fueron diseñados y desarrollados bajo su supervisión personal, «Su Majestad es un artista muy entusiasta y un acuarelista muy logrado, pero también alguien que ama la naturaleza. Creo que si hay algo que realmente destaca al observar las acuarelas, es precisamente esto».
Y es que la Fundación del Rey ha encontrado en su obra artística una forma única de promover sus valores. Las litografías de sus acuarelas, firmadas y producidas en ediciones limitadas, se han convertido en piezas codiciadas por su conexión con la Familia Real, y también por el compromiso que reflejan con la sostenibilidad y el arte. «Somos muy privilegiados como organización al ser los únicos autorizados para vender estas litografías, ya que ayudan a recaudar muchos fondos para la caridad», explicó Innemée, que aclaró que los originales, algunos de los cuales han sido mostrados al público en otras ocasiones, no están a la venta, pero eventos como este «son una oportunidad maravillosa» para que la gente pueda «disfrutar de una colección única».
En la misma capilla y acompañando la exposición, están a la venta varios bienes y productos elaborados en Highgrove, que no sólo sirve como residencia privada, sino también como un centro que apoya causas benéficas, con las ganancias obtenidas de «productos como miel de sus colmenas o zumo de manzanas de su huerto, que se venden para financiar programas comunitarios y educativos», aseveró el director.
Las litografías, por su parte, tienen un significado especial. «Al estar todas firmadas por Su Majestad y ser una edición limitada, son costosas, comenzando en las 3.000 libras (unos 3.500 euros). Pero representan una manera tangible de llevar a casa no sólo una obra de arte, sino una parte de su visión y compromiso con la naturaleza», añadió Innemée, que agregó que las obras expuestas incluyen escenas de propiedades emblemáticas como Highgrove y el Castillo de Mey, una histórica residencia ubicada en la región de Caithness, en el extremo norte de Escocia, que fue adquirido por la Reina Madre tras la muerte de su esposo, el rey Jorge VI, en 1952. De cada cuadro se hace una tirada de un máximo de cien litografías idénticas. Según Innemée, es importante destacar también el hecho de que «que el Rey encuentre tiempo, a pesar de ser una persona muy ocupada, para sentarse, mirar la naturaleza a su manera y capturar ese momento en el tiempo, es realmente especial y significativo».