Claves de la destitución del presidente de Corea del Sur
La destitución del presidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, es la culminación de una de las mayores crisis políticas de la democracia del país asiático. Tras una controvertida declaración de ley marcial que sumió durante horas al Legislativo y a la ciudadanía en el caos y la incertidumbre, el futuro político surcoreano queda ahora en manos del Tribunal Constitucional, que decidirá si aprueba o no la moción de censura.
Para obtener los votos de dos tercios del parlamento, el equivalente a unos 200 diputados de 300, la oposición tuvo que negociar el apoyo de 12 miembros de la formación del presidente, el Partido del Poder Popular.
Con su aprobación, Yoon ha quedado suspendido de sus funciones, a la espera de la deliberación del Tribunal, que tiene 180 días para alcanzar un veredicto.
Si se pronuncia a favor, Yoon Suk-yeol se convertirá en el segundo presidente en la historia de Corea del Sur en sufrir una moción de censura, después de la de Park Geun-hye en 2017. No es la primera vez el país vive una declaración de ley marcial, siendo la última en 1980, década en la que se considera que comenzó el proceso de democratización de Corea del Sur.
Una «huida hacia delante»
El 3 de diciembre, en un inesperado giro de los acontecimientos, Yoon anunció la imposición de la ley marcial en un discurso televisado nocturno. Entre sus razones, destacaba que era necesario para proteger el «orden constitucional» frente a lo que calificó como «actividades antiestatales» lideradas por el principal partido opositor, el Partido Democrático (PD), al que acusó de «fuerzas pronorcoreanas».
Antes de su declaración, Yoon ya enfrentaba un Gobierno en minoría tras la derrota de su partido en las elecciones parlamentarias del pasado abril. Desde entonces, Yoon no pudo aprobar sus propuestas de ley. En los últimos meses, el mandatario también fue salpicado por casos de corrupción y tráfico de influencias vinculados a su mujer.
Con la «ley marcial», el presidente pretendía neutralizar los vetos de las formaciones rivales y gobernar mediante «decretazos». La medida, que evocó la era autoritaria de Park Chung-hee de los años 70, generó una ola inmediata de rechazo tanto dentro como fuera del país; entre sus propios compañeros de Gobierno y la ciudadanía.
Aquella «huida hacia delante» iba a acompañada de varios puntos clave, que fueron inmediatamente considerados por la oposición como un «golpe de Estado». Entre ellos, la prohibición de actividades y partidos políticos, supresión de toda información considerada «propaganda», restricciones a huelgas y manifestaciones y control de los medios de comunicación por las autoridades militares.
Finalmente, y tras una votación in extremis, el Parlamento declaró nula la ley marcial, forzando a Yoon a acatar el veto y provocando la dimisión de su ministro de Defensa, Kim Yong-hyun, quien previamente había ordenado la toma por el Ejército de la Asamblea Nacional.
La última palabra será del Tribunal
La moción de censura no significa la destitución definitiva de Yoon. Según la Constitución surcoreana, el Tribunal Constitucional tiene 180 días para decidir si ratifica o rechaza la medida. Durante este tiempo, Yoon permanecerá suspendido de sus funciones, mientras el primer ministro, Han Duck-soo, actuará como presidente interino.
Solo hay dos escenarios posibles que den fin a la crisis política de Corea del Sur: la ratificación o el rechazo de la moción. Si se produce el primero, Yoon será destituido formalmente y se convocarán elecciones presidenciales en un plazo de 60 días. En caso contrario, podrá recuperar sus poderes presidenciales.
Actualmente, el Tribunal enfrenta tres vacantes judiciales que podrían influir en el desenlace. La oposición, que controla el Parlamento, busca llenarlas antes de finalizar el año.
Asimismo, e incluso si retiene su cargo, es casi seguro que Yoon no logrará la victoria en las próximas elecciones presidenciales de 2027. Antes incluso de declarar la ley marcial, apenas contaba con porcentajes de aceptación del 20%, la peor valoración de un presidente en la historia del país.
Consecuencias legales
Además del proceso de destitución, Yoon enfrenta paralelamente investigaciones criminales por su declaración de ley marcial, y que podrían derivar en cargos por insurrección y traición. Su prohibición de salir del país subraya la seriedad de las acusaciones.
La destitución de Yoon ha intensificado la polarización política en Corea del Sur, que se ha dejado notar en las multitudinarias manifestaciones, especialmente en contra, pero también a favor, del presidente. Tras aprobarse la moción, más de 200.000 personas se encontraban a las puertas de la Asamblea Nacional.
Para muchos surcoreanos, el episodio es una «vergüenza nacional«. Jóvenes y mayores señalan que los eventos recuerdan a los oscuros días de la dictadura militar, en un país que se ha esforzado por consolidar su democracia durante el último medio siglo.
Corea del Norte ante el vacío de poder
El vacío político que asume ahora Corea del Sur también ha generado preocupaciones sobre la preparación del Gobierno y el Ejército para enfrentar una posible escalada con el régimen de Kim Jong-un.
El pasado miércoles, y a través del medio estatal Rondong Sinmun, Corea del Norte emitió su primera declaración pública sobre la declaración de la ley marcial, acusando al presidente Yoon de sumir a su país en un «pandemonio«.
“La impactante decisión del títere Yoon Suk Yeol de apuntar con sus armas y bayonetas fascistas contra su propio pueblo ha convertido al Sur títere en un pandemonio”, decía el artículo.
Desde que Yoon asumió el cargo en 2022, su política ha estado plagada de acusaciones y confrontaciones con su vecino del norte, llegando a alcanzar la relación diplomática de ambos países su punto más bajo en años. Por el momento, la ministra de Exteriores surcoreana, Park Jin, ha afirmado que la política internacional permanecerá inamovible pese a la destitución del presidente.
En los últimos meses, Corea del Norte ha lanzado miles de globos cargados de basura hacia el Sur, mientras que Corea del Sur ha respondido con propaganda transmitida por altavoces en la frontera. A comienzos de 2024, Kim Jong-un declaró en su Consistución que el Norte ya no estaba interesado en la reunificación de la península coreana, y consideraba a su vecino un enemigo que debe ser subyugado, incluso con armas nucleares.