Celta 1 – Real Madrid 2: Un Madrid gris y dos genialidades
Durante una de sus giras por Estados Unidos, un seguidor de Lola Flores se acercó a La Faraona mientras paseaba por Manhattan. El fan quería contarle una crítica del New York Times: «Ni canta ni baila, pero no se la pierdan». Era mentira. Eso jamás fue publicado en el prestigioso diario norteamericano, pero define perfectamente al Real Madrid de esta temporada. Y al de tantas otras. Ni juega bien ni sabe defender, pero gana y nadie se lo pierde. Esta noche, una muestra más en un Balaídos a reventar. La belleza de la imperfección.
Los primeros veinte minutos del Celta fueron brillantes. Valiente en la salida del balón ante la presión alta del Madrid e incisivo en las transiciones. No se puso por delante porque Courtois tiene las piernas más largas que el Inspector Gadget y ha convertido los milagros en su pan de cada día. En el minuto 8, Swedberg corrió en vertical hacia el belga desde el centro del campo, sin oposición ninguna, en un agujero defensivo del Madrid inexplicable. Cuando llegó al área, su disparo cruzado lo mandó a córner los tacos de la bota izquierda de Thibaut. Están a tiempo de añadir la parada al documental.
Colocó Ancelotti una defensa de tres, con Tchouaméni entre medias de Militao y Rudiger, con Lucas y Fran García de carrileros y Bellingham tirado hacia la derecha. Hasta el golazo de Mbappé, aquello fue más caos que genialidad táctica. El juego sigue estando muy lejos de lo que se espera de este Madrid, pero suma de tres en tres, no deja que se escape el Barcelona y le gana días al calendario.
Lo que no parece estar tan lejos es una mejor versión de Mbappé. El parón le sentó tan bien que la primera que tuvo la puso en la escuadra. En el minuto 20, Fran Beltrán se la jugó en campo propio, dando de primeras un pase cuando tenía a Camavinga delante de sus narices, y lo pagó caro. El balón golpeó en el pie izquierdo del francés y le cayó a Mbappé. Control, giro y derechazo desde treinta metros. Parece fácil el golpeo, y la fuerza que le aplica, pero ese trallazo no sale ni en el FIFA. 0-1 y partido nuevo.
El Celta entendió entonces que el ida y vuelta planteado al Madrid era como echar un escorpión y un hámster en una botella. Así que decidió replegarse, aguantar el chaparrón y, al menos, no irse al descanso con más desventaja. Vini tuvo el 0-2 en un remate de cabeza que mandó alto y, poco después, se chupó un balón que era un pase de gol claro para Bellingham. El inglés se pilló un rebote nunca visto con su amigo. Normal.
El plan del Celta tuvo premio. A los seis minutos de reanudación, una buena combinación por banda derecha entre Bamba y Mingueza acabó en un centro del exazulgrana hacia Swedberg, solo otra vez como en la primera mitad, y en un remate del sueco imposible para Courtois. 1-1 y derecho a soñar con algo más.
Al gol del empate respondió el Madrid enseguida, con un gol anulado a Vinicius en el 52. Mbappé arrancó en claro fuera de juego. Y Ancelotti también reaccionó a tiempo. Doble cambio en el 63, algo extraño en su habitual conservadurismo a la hora de mover las piezas. Modric y Rodrygo al campo, Valverde y Tchouaméni al banquillo. Y 1-2 en la primera que tocó el croata.
Gol de Vinicius, fotocopia del que hizo en Múnich en la ida de semifinales de Champions. Allí fue Kroos quién se inventó un pase de la nada. En Vigo el ideólogo fue Modric, que superó dos líneas con un pase al espacio que el brasileño consumó con un amago ante Guaita y un remate suave a la red. 1-2.
Fue otra jugada aislada de un Madrid que, con los cambios, aparte de volver a ponerse a por delante, regresó al 4-2-3-1, pero tampoco con su sistema habitual de esta temporada puso remedio al despelote táctico. Tuvo que ser de nuevo Courtois, en el 78, quién le mantuviera de pie, en un nuevo mano a mano que se llevó a su buchaca. Esta vez, la víctima fue Bamba.
También perdonó Douvikas, en el 92, echando fuera otro cara a cara ante Courtois. No mereció perder el Celta, esa es la verdad, pero este Madrid gris es la Lola Flores del fútbol. Va sobrado de genialidades.