‘Aquellas migas de pan’, teatro contra el avance del Alzheimer
El Alzheimer puede dar las primeras señales diez años antes de que emerjan los síntomas más graves. Un tiempo crucial para prepararse para afrontar lo que está por venir, pero sobre todo para retrasar al máximo la llegada una enfermedad para la que de momento no hay cura. Precisamente para concienciar de la importancia de ese diagnóstico precoz la Fundación Alzheimer de España y el teatro se han aliado en la jornada ‘Una tarde para recordar’, que se celebrará este viernes en Valladolid.
A las tablas del Teatro Zorrilla de la capital del Pisuerga se subirán las actrices Mónica Bardem y Carmen Ibeas, también coproductora de ‘Aquellas migas de pan’, la obra de Jennifer Haley que se traduce y representa ahora por primera vez en España.
Noventa minutos de historia «luminosa», de «apoyo» y «esperanzadora» entre una escritora de éxito de mediana edad y una joven enfermera que se adentran en el «difícil túnel de recorrer el camino del Alzheimer», ha explicado en la rueda de prensa de presentación otro de los productores, Nico Verona.
Se trata de una función «solidaria», cuya recaudación irá destinada íntegramente a la Fundación Alzheimer España, y que inició su gira en el Teatro Anaya de Madrid, el pasado mes de septiembre. Desde entonces ha pasado por Zaragoza, por Aranda de Duero (Burgos) y Ciudad Rodrigo (Salamanca) y se detiene ahora en Valladolid, donde, al igual que en el resto de destinos, habrá un coloquio posterior con el elenco artístico y con representantes de la Fundación.
«Vimos que el público salía con dudas y se hacía preguntas y el formato ha funcionado perfectamente», ha subrayado Verona. Ayudan así a uno de los objetivos que tiene la Fundación en los dos últimos años: el diagnóstico precoz. «Es básico», ha manifestado la directora técnica, Esther Arnanz, porque a veces «se conoce solo una parte» de los síntomas, como la «ausencia de memoria». «Cuanto antes se sepa, antes se puede actuar», ha detallado.
En ese sentido, ha explicado que la pérdida de memoria en el corto plazo, la desorientación temporal y espacial y cambios en la conducta, como la apatía en personas activas, pueden ser señales de alerta. «Sin alarmar en exceso, hay que vigilarlo», ha explicado, antes de subrayar que hay «mucho» diagnósticos en personas jóvenes respecto a hace años y que «queda mucho por hacer» en cuanto al «estigma» de una enfermedad, en la que se tiende a «aislar» al afectado, cuando la «socialización» es uno de los tratamientos.
Las fases
Para Mónica Bardem este papel ha sido un «regalazo» con un «personaje complejo, hermoso, lleno de dudas y con un laberinto brutal», el que le ayuda a «transitar» su cuidadora. Con ella entabla una relación de «amistad y apoyo», pese a ser dos personas totalmente distintas y a estar «igual de perdidas». «Siendo un hecho teatral y no científico, la obra pasa por claramente por las diferentes fases del Alzheimer», ha apunta Bardem.
Carmen Ibeas, la otra protagonista de la historia, ha asegurado que la obra, impulsada durante la pandemia y que de inicio no tuvo esta finalidad, busca ser un nexo de unión «entre la cultura y lo sociosanitario», con una experiencia «muy bonita» como son los coloquios posteriores. «El espectador sale, después de haber reído y llorado, y eso le ayuda a abrirse», ha indicado.
Ambas han reconocido haber aprendido sobre la enfermedad en el trayecto: «Es un viaje de ida y vuelta y no lineal», explica Bardem, mientras que Ibeas ha puesto en foco en los «cambios conductuales» de los afectados, más allá de las pérdidas de memoria.