Antonio Scurati: «No soy activista. Escribir es lo que me ha llevado a chocar con el poder»
La presencia de Italia como país invitado en esta edición de la Feria del Libro de Fráncfort ha sido precedida por todo un debate político nacional sobre qué autores debían acudir y qué otros no. Pero así como Roberto Saviano , que igualmente acude a un acto de su editorial pero no forma parte de la programación del pabellón de Italia, asume que su asistencia es «una forma de resistencia», Antonio Scurati reniega del activismo político. «Yo creo en la literatura como una forma de conocimiento, en este caso conocimiento histórico, y en la novela como una forma democrática de la historia», dice, ante un público volcado, que aplaude cada vez que hace una pausa para respirar y que ansía detalles sobre el esperado cuarto volumen de la epopeya de M., ‘La hora del destino’ , que en España publicará Alfaguara. «He escrito más de tres mil páginas sobre Mussolini con la idea de compartir con nuevas generaciones una gran cantidad de documentación histórica y de memoria en forma literaria, novelada pero sin inventar nada sobre hechos ni sobre los personajes, y ha tenido un imprevisible éxito, tanto entre lectores jóvenes que no sabían nada de esto, porque no lo habían estudiado, como entre lectores ya mayores, que recuerdan, y eso es lo más importante para mí».Escritor como enemigoEn este libro, cuyo argumento arranca en junio de 1940 con el asesinato de Italo Balbo, líder de la Milicia, como sombrío presagio, narra cada uno de los cinco frentes a los que fueron enviados soldados italianos «a luchar y a matar, como invasores». Mario Roatta, Galeazzo y Edda Ciano, Clara Petacci y Amerigo Dumini, el asesino de Giacomo Matteotti, aparecen en el relato junto a Benito Mussolini. «Yo he querido narrar hechos históricos y estos libros me han arrastrado a un conflicto político, pero yo no soy político ni activista. Lo que ocurre es que, cuando el relato político entra en conflicto con los hechos históricos, identifica al escritor como enemigo», explica. «Yo no soy un disidente, son ellos los que disienten de los hechos y de la cultura», responde a sus críticos.Scurati retrata a una generación de italianos obligada a cumplir con su deber, la generación de Benito Mussolini, todavía convencido de que puede equilibrar los deseos conquistadores de Hitler en Europa, pero dispuesto a jalear al alemán. En su reciente ensayo sobre ‘Fascismo y populismo’ (Debate), toma nota de similitudes entre ese momento y la actualidad, cuando en muchos países europeos los votantes se reorientan hacia los extremos y hacia líderes populistas. No quiere hablar de políticos concretos ni de partidos, pero sí confiesa que su brújula política se basa en una premisa: «Cuando escucho un discurso político, y recomiendo a todo el mundo que haga lo mismo, me fijo en si está apelando a mi miedo o a mi esperanza». Noticia Relacionada estandar Si Antonio Scurati: «Mussolini fue el inventor del liderazgo populista» Ángel Gómez FuentesEs gracias a este ensayo que Scurati se ha elevado sobre el combate histórico cuerpo a cuerpo que ha supuesto la saga M. y ha identificado las leyes y trampas de un fascismo y un populismo que siguen presentes en Europa. «Sí, está volviendo a pasar», admite, pero asegura que no pierde su «tranquila fe en la literatura». «Me he esforzado por encontrar una fórmula novedosa que no la traicionara y el resultado es lo que llamo una ‘novela documental’: riguroso apego a los hechos históricos, ninguna invención ficcional libre y sin embargo una puesta en escena de ficción que evoca, involucra, apasiona y da acceso al conocimiento a cualquier lector, sin importar edad o experiencias vitales». Verdades amargas«Sigo creyendo en la historia, entendida como una narración del pasado basada en ciertas reglas, en la verdad de los hechos comprobados y documentados, en la aspiración científica a una objetividad imparcial, compartida por todos y preciosa para la convivencia civil de todos con todos», defiende, «útil, y tal vez necesario también para la emancipación de los oprimidos porque ser consciente de la historia de los padres significa luchar por la historia de los hijos». Para él tiene todo el sentido el hecho de narrar las desafortunadas decisiones de Mussolini que arrastraron a Italia, una nación totalmente desprevenida y con un pueblo reacio, al matadero de la Segunda Guerra Mundial en el lado equivocado de la historia. «Cuento la historia desde un punto de vista interno del fascismo para que el lector pueda comprender qué aberración de visión del mundo llevó a los italianos a luchar en cinco frentes de guerra junto a los exterminadores nazis y a perder. Son verdades amargas de masticar, lo sé. Pero también creo que es un conocimiento necesario», dice. Insiste en que «no soy un político, no soy un activista, ni siquiera uso las redes sociales, nunca. Lo que yo soy es un escritor, novelista. Es mi actividad como intelectual y novelista la que me ha llevado a chocar con el poder, nada más». Y cree que esto ha sucedido porque hay fuerzas políticas en Italia y en Europa que no han roto sus vínculos con los populismos del siglo XX: «La sustitución de la conciencia histórica basada en verdades comprobadas, verdades terribles, por una memoria subjetiva, identitaria y partidista es una parte integral de sus programas».