«Algunos tienen cientos de denuncias a sus espaldas»
De paisanos, con discreción e integrándose en el bullicio turístico; así trabajan los miembros del Grupo de Delinciencia Urbana de la Policía Judicial de Córdoba para hacer frente a los hurtos en el Casco Histórico de la capital, que suelen intensificarse durante los periodos de mayor afluencia de visitantes. Junto a los meses de abril y mayo, los del otoño cordobes suelen atraer a los enemigos de lo ajeno, que viajan desde otras provincias para sisar billeteras a los guiris más despistados.
El inspector David Tapias y el oficial Alfonso Cosano son dos de estos efectivos que conocen a fondo el ‘modus operandi’ de los carteristas, e investigan unos hechos delictivos no exentos de complejidad en muchos casos.
Algunos de estos delincuentes son multirreincidentes «y tienen cientos de denuncias a sus espaldas», explica el inspector Tapias. Hay que tener en cuenta que el Código Penal considera como delito leve los hurtos cuando el valor de lo sustraído no superan los 400 euros.
«Muchas veces es complicado seguirles la pista, ya que se trata de grupo itinerantes, de tres o cuatro personas, que vienen a la ciudad por un tiempo concreto. Hoy están aquí y mañana, en Sevilla o cualquier otra provincia. Actúan y se marchan», señala el inspector Tapias.
En estas bandas, las manos ejecutoras suelen ser femeninas, «mujeres que vienen bien vestidas, con buena apariencia; se introducen en los grupos de turistas y aprovechan cualquier descuido: una mochila abierta en la espalda, un bolso en la silla de una cafetería… Son especialistas en detectar a las potenciales víctimas y actuar», explica el oficial Cosano.
Hurtos al despiste
Pese a las alertas de vecinos y guías turísticos de un fenómeno que «va en aumento», los policías no han detectado un incremento exponencial de los hurtos. «Y tampoco se puede decir que existan zonas en el Casco que se puedan catalogar de especialmente peligrosas», apuntan.
El método más utilizado por los cacos es la ‘muleta: «se tapan las manos con lo que sean, un mapa de Cordoba, una chaqueta, un abanico grande… Así disimulan y evitan que los que están a su alrededor vean que están manipulando algún bolso o mochila», indica Cosano.
La resolución de estos casos puede ser dificultosa no solo por la itinerancia de los autores, sino porque las víctimas suelen ser turistas extranjeros: «Muchos no ponen ni denuncia; no saben ni siquiera si les han robado o han perdido la cartera, ni cuándo ha sido», explica el inspector Tapias.
«Muchos de estos delincuentes se valen de un mapa de Córdoba, un abanico grande o un abrigo para cometer el hurto»
En estos casos, los objetos robados aportan las pistas fundamentales; «se comprueban si utilizan las tarjetas de crédito sustraídas, o los teléfonos móviles. Si compran en algún establecimiento y hay cámaras, las imágenes pueden ser decisivas», señalan ambos especialistas.
Los efectivos de este grupo policial especializado mantienen un contacto estrecho con la unidad de Seguridad Ciudadana, así como con comerciantes y hoteles de la zona del Casco, quienes son los que, en la mayoría de las ocasiones, alertan a los efectivos de los hurtos.
«También es fundamental la coordinación con otras comisarías, que nos alertan de hurtadores que no conocemos y que hemos identificado gracias a esta colaboración», apuntan los investigadores.
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‘La mancha’. Los delincuentes se acercan a sus víctimas y las manchan para luego socorrerla y aprovechar el momento para hurtarle, una actuación de falso buen samaritano que suele tener como víctimas a personas mayores.
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Hurto cariñoso. Técnica consistente en ‘abrazar’ o rodear con los brazos a una persona, bajo cualquier pretexto o excusa, con la finalidad de aprovechar su desconcierto para sustraerle algún bien. Esta práctica está aumentando en España en los casos de sustracciones de joyas a personas de avanzada edad.
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‘La siembra’. Consiste en dejar caer un billete al lado de la víctima cuando ésta operaba en un cajero para seguidamente llamar su atención diciéndole que se le había caído dinero. Cuando la víctima se agachaba para recogerlo, estas personas aprovechaban para sustraerle la tarjeta o cartilla bancaria, y en alguna ocasión, incluso, cambiaban la tarjeta por otra.
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‘La muleta’. Consiste en usar una chaqueta, una mochila, un diario o cualquier objeto que sirva para tapar el que se quiere robar. Una vez tapado con cierta discreción, los ladrones aprovechan para cometer el robo sin que la víctima se entere.
Aunque es complicado atajar con este tipo de hecho delictivo, «porque no puede haber un policía en cada calle», sí es cierto que la presencia de agentes (tanto uniformados como de paisano) tiene un efecto disuasorio: «Así se impide que actúen», concluyen los efectivos.