Abderrahmane Sissako, directo de ‘Timbuktu, regresa con ‘Té negro’
Hace 10 años (2014), el director malí (nacido en Mauritania) Abderrahmane Sissako triunfó en todo el mundo con Timbuktu, que fue premiada en Cannes, estuvo nominada a los Oscar y ganó 7 Premios César, incluyendo Director, Película y Guion. Por eso su regreso era uno de los más esperados y ha tenido lugar con otra emocionante película, Té negro, que trata sobre una joven de Costa de Marfil, Aya (Nina Melo) que, tras decir que no a un matrimonio concertado, buscará una segunda oportunidad en China, donde conocerá a un comerciante, Kai (Chang Han), con el que iniciará una relación a través de la ceremonia del té. Una romántica y melancólica película que rompe las fronteras entre Asia y África y que llega a los cines españoles este 13 de septiembre.
En una entrevista por videoconferencia, Sissako nos ha comentado por qué le interesaba que la relación entre los protagonistas naciera a través de esa milenaria ceremonia del té: «Las ceremonias alrededor del té son importantes en muchos lugares del mundo, como Inglaterra. El otro día estuve pensando que el arroz no hace tanto tiempo que llegó a África. Curiosamente, no teníamos arroz. Y he estado en Taiwán no hace mucho y ahora mismo allí está triunfando el café. Son fenómenos gastronómicos y culturales que cambian el resto del mundo. Otro ejemplo es la cultura del vino, que también se ha ido imponiendo, poco a poco, en muchos lugares donde antes no se cultivaba ni se consumía. Y ahora es casi un ritual. Creo que son cosas que se van normalizando cada vez más a escala mundial. Y quería que esta película también fuera universal y hablara de esos intercambios culturales que nos benefician a todos».
Pero…¿Tiene algo especial esa ceremonia del té chino, que no tengan otras como la de Japón o la de muchos países de África? «Son muy diferentes en cada lugar -nos comenta-. En mi país se supone que son tres vasos de té, el primero es amargo, el segundo un poco más dulce y el tercero es muy dulce. Pero según la forma en la que tú devuelvas el vaso, la postura de la mano, puedes comunicar al anfitrión si quieres o no ese segundo vaso«.
«Pero en realidad -añade Sissako-, usé esa ceremonia del té en la película por dos razones: «La primera, para mostrar que ella se interesa en la cultura y las tradiciones chinas. Porque tengo que decir que, desgraciadamente, la ceremonia del té en China se está perdiendo también. Hay bolsitas, igual que en Europa, y casi todo el mundo empieza a usarlas. Pero ella se interesa por esa ceremonia del té porque quiere conocer esa cultura«.
«Y la segunda razón por la que usé esa ceremonia es que les permite entran en contacto -añade el director-. Así pueden interactuar y llegar a aceptarse el uno al otro. Sobre todo, porque ambos son de culturas donde el contacto físico apenas existe. No quiero generalizar, pero hay muchos lugares, tanto en China como en África, donde existe un respeto absoluto por esa distancia física».
«Creo que preferimos soñar a luchar»
La defensa y reivindicación de la mujer es una constante en el cine de Abderrahmane Sissako y por eso le preguntamos si cree que el matrimonio el matrimonio es la única posibilidad de prosperar para algunas mujeres de Costa de Marfil: «No, eso ya no es así. En el cine tendemos a subrayar o exagerar algunos acontecimientos para mostrar lo que buscamos. Pero yo no diría que en Costa de Marfil o en otros países africanos las mujeres tengan la obligación de contraer matrimonios concertados. Igual puede pasar todavía en alguna aldea remota, pero actualmente las jóvenes y los jóvenes se enamoran y se casan con quien quieren«.
Hay momentos de la película que parecen un sueño, por eso preguntamos al director si cree que todos los seres humanos compartimos los mismas sueños: «Creo que los seres humanos somos muy diferentes, pero también que esas diferencias no son tan importantes como para alejarnos. Podemos convivir perfectamente con nuestras diferencias. Además, creo que todos queremos lo mismo en el fondo: levantarnos por la mañana y tener intercambios felices y productivos con las personas con las que nos cruzamos. Y no creo que nadie quiera luchar con los otros. Creo que preferimos soñar a luchar. Y que todos compartimos los mismos sueños. Por eso pienso que si todos adoptáramos un objetivo común, como puede ser la lucha contra el Cambio Climático, nada podría pararnos».
¿Un barrio africano en China?
En casi todos los países del mundo que visitemos nos encontraremos con un barrio Chino, pero en esta película la protagonista se refugia en la Ciudad Chocolate, en Guangzhou (Cantón), donde vive una comunidad africana. «Es un lugar único y especial, porque no es algo que se vea mucho en China -nos comenta Sissako-. Solo ocurre allí porque Guangzhou es la fábrica del mundo. El 90 % de los objetos que proceden de China se fabrican en esa región. Casi podemos decir que es la fábrica del mundo. Por eso, como es una ciudad tan comercial, allí hay barrios de muchos lugares del mundo, incluyendo ese barrio donde se concentran todos los comerciantes africanos».
Las actuales relaciones de Chica con África son delicadas, por lo que una gran parte de la película se ha rodado en Taiwán. Aún así, preguntamos al director si, después de tantos siglos en los que Europa se ha aprovechado de África, China podría ser un aliado de África en el futuro. «Quiero que quede claro que esta es una cuestión meramente política -asegura el director-. Y tampoco quiero hacer de abogado defensor de China. Pero me gustaría recordar que en los años 60 del Siglo XX, cuando los países africanos se independizaron, China no era el país rico que es ahora y, aún así, construyó hospitales, estadios, casas de cultura… en muchos países africanos. Cosa que no hicieron ni habían hecho antes los países colonizadores, como Francia o Inglaterra, que usaron los recursos sin dar nada a cambio, sobre todo Francia. China tiene mucho cuidado de no actuar así y cuando saca un rédito intenta devolver algo a cambio».
«Pero quizás deberíamos mirar más allá, mirar globalmente -añade-. Por ejemplo, ahora mismo los ciudadanos europeos están perdiendo derechos en salud pública, tienen que luchar constantemente para que el salario mínimo suba con el coste de la vida, etcétera. Es una lucha constante porque muchos países ricos prefieren gastar dinero en armas y no se preocupan mucho de lo social, o sea, de lo que es la gente y sus habitantes. Por eso creo que es un combate general que tenemos en todas partes. Por ejemplo: África carece totalmente de política medioambiental, pero aquí en Europa la política ambiental también hay que ir ganándola poco a poco. Por eso creo que, al final, todo se reduce a una lucha contra el Capital. Creo que habría que considerarlo mucho más globalmente y considerar que se trata de la lucha contra el capital más que otra cosa. Por eso me da igual que sea Europa o China, porque siempre que vas a otro sitio no sueles ir allí para beneficiar a ese sitio sino para sacarles algo. Por eso pienso que somos los países africanos los que debemos posicionarnos contra esos abusos».
Una película de contrastes
Destacar que la mayoría de la película transcurre de noche, salvo algunos momentos en que la pantalla se llena de luz y belleza para mostrarnos lugares realmente especiales. «Una película siempre se hace para comunicar algo y me gusta que los espectadores de cine se reúnan en esa sala a oscuras, porque se produce una especie de comunión con los espectadores que esperan a ver lo que les vas a contar -nos comenta el director-. Un pintor, por ejemplo, cuando pinta un cuadro usa los colores para atraer la atención hacia lo que quiere, que puede ser la dulzura o la violencia… Y lo mismo pasa con los cineastas. Si te fijas, la mayoría de la historia transcurre de noche y en interiores como la tienda de té. Y por eso sentí la necesidad de salir a la luz, de que algunos momentos clave sucedieran de día y en otro ambiente, para dar un respiro al espectador y resaltar algunos acontecimientos. Como esa visita que hacen a una plantación de té, que es un momento onírico y de armonía. Esas dos personas que empiezan a amarse se ven por primera vez fuera de la tienda, en otro ambiente y, si te fijas, ahí es donde él la confiesa su amor por primera vez. Es una escena muy metafórica».
«Ocurre lo mismo en otra secuencia donde él viaja a Cabo Verde en busca de su hija ilegítima -añade-. Aproveché ese viaje para mostrar una África bella, alegre. Mi intención es invitar al espectador a viajar, a descubrir otros países y culturas, a saciar su curiosidad… aunque sea a través de la pantalla de cine. Aunque si puedes viajar siempre es mejor hacerlo. Y creo que así, los espectadores también se pueden identificar con ciertas cosas de los personajes. Eso es el cine para mí».
Una bella historia de amor en una película que nos invita a conocer otras culturas y otras gentes que, en o esencial, son más parecidas a nosotros de lo que pensamos. Té negro se estrena este viernes, 13 de agosto.