Solo la OTAN nos puede salvar

Solo la OTAN nos puede salvar







¿Qué puede cambiar la situación sobre el campo de batalla en favor de Ucrania? Preguntamos a un grupo de altos mandos militares en Kyiv/Kiev. Su respuesta: «La OTAN. La OTAN y la Unión Europea. Es la única solución». Lo dicen con urgencia, ya no les bastan las buenas palabras, las promesas a largo plazo. Este grupo de militares habla a condición de que sea off the record, que no grabemos sus palabras ni los identifiquemos. Somos un grupo de periodistas europeos, invitados por el medio Tvoe Misto y el Centro Sociedad Civil Praga como conté en el artículo anterior.

Encuentro militar y frustración en el arsenal

La reunión con los militares especialistas en tecnología y defensa aérea no tiene lugar en el ministerio de Defensa, sino en el antiguo arsenal de Kiev, hoy reconvertido en locales de ocio y oficinas. Lo han decidido así para evitar que pongamos los pies en una sede oficial, de alta seguridad, y «porque en caso de bombardeo sabemos que esta construcción aguantará». Nos da confianza. Al ser off the record , esos responsables de Defensa hablan más y con mayor sinceridad, y su cansancio por los casi tres años de guerra y su frustración con Occidente son manifiestos: «Algunos militares occidentales entienden la situación aquí y lo que está en juego, pero la opinión pública no tiene ni idea». Otra participante añade: «La ayuda militar que recibimos es como la comida francesa, muy sabrosa y muy escasa. Llevamos gritando que estamos en guerra desde hace diez años, desde 2014».






Mural con fotos de soldados caídos en la primera etapa de la guerra en el monasterio de San Miguel en Kiev ANNA BOSCH

Según el análisis de esos militares, que obviamente pretenden que influyamos en la opinión pública que nos lee, ya es tarde para que una nueva entrega de armas o un nuevo permiso para usarlas pueda darle una ventaja militar a Ucrania. «El año pasado o hace seis meses aún era posible, ahora ya no». La situación ahora, cuentan, está muy equilibrada: ante cualquier innovación de uno de los dos ejércitos, el otro reacciona para contrarrestar, con una desventaja para Ucrania.

«Rusia tiene más recursos y más gente para movilizar. Además son muy buenos reaccionando y adaptándose a las nuevas necesidades. Son muy buenos en guerra electrónica, tienen buenas agencias de investigación y desarrollo. Ahora van ganando en el campo de batalla», cuentan los militares. Y no hay que olvidar lo clásico en cualquier guerra contra Rusia. «Ellos luchan uno contra uno y, claro, llevan las de ganar porque son más». En Ucrania viven unos 37 millones de personas, en Rusia, 143.

Esta es una guerra a largo plazo, nos exponen, «y necesitamos todo el compromiso de nuestros socios». En esta conversación los militares ucranianos subrayan un matiz, «hasta ahora tenemos socios, no aliados». Tienen que darse cuenta, nos insisten, de que esta guerra trasciende Ucrania y es solo cuestión de tiempo, advierten, que llegue hasta la frontera con la Unión Europea «y entonces —pronostican estos militares, pero también analistas civiles— el miedo llevará a los europeos a votar mayoritariamente a la extrema derecha».

Lo que necesitan, nos cuentan, es abaratar el coste de fabricar armas, será la única manera de aguantar el pulso a Rusia. Definen la guerra en el bando ucraniano como low cost (bajo coste) y ponen como ejemplo que les cuesta sólo 200 dólares fabricar un dron. Los militares no mencionan las armas nucleares, pero van explícitas en su ruego de entrar en la OTAN. La Alianza atlántica cuenta con tres miembros que tienen armamento atómico: Estados Unidos, Reino Unido y Francia. La gente corriente sí lo explicita, han llegado a la misma conclusión que en otros países y te lo repiten: «Sólo nos respetarán si tenemos armas nucleares. Es la única disuasión que funciona».

Desde la invasión de Rusia los ucranianos sangran por la herida del llamado Memorándum de Budapest, cuando en diciembre de 1994, tres años después de la desintegración de la Unión Soviética, Ucrania renunció al arsenal nuclear que tenía de cuando pertenecía a la URSS. A cambio, los firmantes se comprometieron a respetar la seguridad, soberanía y fronteras de Ucrania. Firmaron los Estados Unidos, el Reino Unido y…Rusia. Si por vía de urgencia Ucrania entra en la OTAN y en la UE, creen, el presidente ruso, Vladímir Putin, se lo pensará mucho antes de seguir atacando porque entonces ya no se enfrentaría a un país, sino a un bloque. Un bloque con armas atómicas. Ahí depositan los ucranianos sus esperanzas. Otra cosa es la realidad.

Al menos dos paredes

«Poca broma con los misiles balísticos», nos advirtió uno de los militares, «las posibilidades de que os maten son altas». ¿Y cómo sabes cuando suena una sirena que lo que están disparando son misiles balísticos? Nos preguntamos con perplejidad. «Cuando has oído ya muchos bombardeos los distingues por el sonido. Y daos prisa a refugiaros —siguió la advertencia— porque puede que el impacto se produzca en apenas dos minutos». Si tan breve es el tiempo que tenemos entre que suenan las sirenas y cae el misil, no da tiempo a correr al refugio. «En ese caso —nos asesoran— lo importante es que os aseguréis de que hay al menos dos paredes que os separan de la fachada».

La triste realidad de la mayoría de ucranianos es que al cabo de casi tres años ya tienen práctica, tanto en correr al refugio más cercano, como en no hacerlo, en ignorar el aviso de las sirenas y seguir con lo que están haciendo, andar por la calle, comprar o dormir. Algún colega muy bregado ya en Ucrania toma pastillas par dormir porque no hay noche sin sirenas. El sueño por encima de la amenaza de muerte.

En Kiev nos reunimos también con portavoces de la sociedad civil. Olena Tregub representa la organización NAKO, creada para combatir la corrupción en el sector de la Defensa. Hoy su misión prioritaria es analizar las armas que usa Rusia contra Ucrania y denunciar los casos que consideran violan las sanciones contra Rusia. Y contra Corea del Norte. Según uno de los informes de NAKO, han examinado 2.500 componentes en 30 armas rusas, 2.000 componentes proceden de 22 países, sobre todo occidentales. En el caso de los misiles norcoreanos, contienen microchips fabricados por empresas de Estados Unidos, Suiza, Reino Unido y Países Bajos.

Las mujeres, al frente en la retaguardia y el extranjero

Olena Tregub es una, Olena Halushka es otra. Conocí a Olena Halushka en 2019, tres años antes de la invasión rusa a gran escala, cuando su actividad era combatir la corrupción en Ucrania. Halushka es una de la muchas mujeres jóvenes, con buena formación y un excelente inglés, que llevan años luchando por acercar su país a los parámetros de las sociedades occidentales democráticas, con la aspiración de que un día Ucrania sea homologable para la Unión Europea. La guerra no ha destruido la corrupción en Ucrania ni dejado de preocupar a activistas como Halushka y Tregub, pero ha impuesto otra prioridad: que acabe en una derrota rusa. Olena Halushka es ahora una de las mujeres al frente del Centro Internacional para la Victoria Ucraniana. La reunión en su local se realiza durante uno de los diarios cortes de electricidad, a la luz de linternas y baterías autónomas.






Reunión en Kiev con activistas ucranianas durante uno de los cortes de electricidad. ANNA BOSCH

Olena Halushka era clara y vehemente cuando luchaba por un gobierno, una justicia y una administración más transparentes en Ucrania, lo es aún más en combatir la invasión rusa. Le va literalmente la vida, la suya y la de su familia. Como ella otras mujeres están al frente de distintas organizaciones y son portavoces y embajadoras por el mundo de la causa ucraniana, «ellos, los hombres —nos recuerdan— no pueden salir de Ucrania, tienen que estar a disposición del Ejército». En Kiev nos reunimos con varias activistas como Halushka y Tregub y la cuestión más importante de la que quieren concienciar a los europeos es cómo seguimos alimentando la maquinaria rusa.

«Europeos, dejad de financiar y armar a Rusia»

Hay una cifra que repiten las activistas y también los militares ucranianos: 300.000 millones de dólares (aproximadamente la misma cantidad en euros) de capital ruso congelado en Occidente, entre reservas de oro y de divisas del Banco Central de Rusia. La mayoría está retenido en países del G7 y de la Unión Europea. Lo que piden en Ucrania es que estos países confisquen totalmente ese capital y lo transfieran a Ucrania, entre otras cosas para que puedan fabricar y comprar más armas. Esto es lo que encierra la iniciativa Make Russia Pay (Haced que Rusia pague).

Los ucranianos acusan a la UE de hipócrita porque por una parte dice defender y apoyar a Ucrania y, por otra, sigue financiando al gobierno de Putin, y con ello su agresión, comprándole fundamentalmente gas. Desde que empezó la invasión total de Ucrania en febrero de 2022 Rusia ha ingresado unos 800.000 millones de euros exportando energía. La iniciativa Make Russia Pay destaca una serie de datos del Centro de Investigación Energética y Aire Limpio (CREA): la Unión Europea es a día de hoy el principal comprador del gas ruso, tanto por gasoducto como licuado. «Desde el inicio de la invasión a gran escala, los países de la UE han pagado a Rusia más 33.000 millones de euros por gas licuado». Los tres países de la UE que más gas licuado importan de Rusia son España, Bélgica y Francia. Unas importaciones que han aumentado, no disminuido.






Folleto informativo de la iniciativa ‘Make Russia Pay’ ANNA BOSCH

Es el momento de distinguir entre los amigos de Ucrania y los verdaderos amigos de Ucrania, afirmó uno de nuestros interlocutores. Menciono a varios de ellos la elección de Donald Trump en los Estados Unidos como ejemplo de que en estos momentos prometer desentenderse o reducir el apoyo a Ucrania da votos, y la reacción es común y contundente: «Esta bien para ganar votos, pero es no ver la realidad. Necesitamos en Europa y en Estados Unidos gobernantes, líderes, que no se muevan por ganar las próximas elecciones, sino por pasar a los libros del historia. Ahora es el momento de romper tabús de la política occidental». Tal vez el mejor resumen de todos los encuentros mantenidos estos días en Ucrania y todas las voces escuchadas es este ruego: «Ayúdennos como se ayudarían a sí mismos».

Fuente: www.rtve.es