Irán, régimen opresor de los derechos de las mujeres
El Gobierno de Irán intensifica sus esfuerzos para reprimir los derechos fundamentales de mujeres y niñas y aplastar las iniciativas de activismo feminista que aún existen. La muerte —bajo custodia policial— de la joven Masha Amini, fue el detonante de las protestas del Movimiento Mujer, Vida y Libertad y, la victoria del reformista Pezeshkian, el pasado mes de julio, no ha mejorado la situación.
Como nos cuenta para 5 Continentes Ryma Sheermohammadi, reconocida traductora y activista pro derechos humanos española de origen iraní, «muchos medios occidentales dijeron: ahora van a cambiar las cosas en Irán, porque es un reformista. Yo les decía a unos y otros, no va a cambiar nada, no se olviden de que en tiempo del reformista Rohaní hemos tenido el mayor número de ejecuciones en el país. Ahora está pasando lo mismo, o incluso peor, bajo la presidencia de Pezeshkian».
Las protestas masivas han remitido, pero el desafío incesante de mujeres y niñas es un recordatorio continuo de que siguen viviendo en un país que las relega a ciudadanas de segunda clase. «No se les permite cantar en público ni en privado» —dice Ryma— «si alguien lo escucha te puede denunciar, no pueden acudir a los estadios, no pueden conducir, no pueden llevar bicicletas ni motos, no pueden nadar en la playa».
Las fuerzas de seguridad han intensificado aún más los patrones de violencia física, incluyendo golpes, patadas y bofetadas a mujeres y niñas que no cumplen con las leyes y reglamentos obligatorios del hiyab. Unas medidas represivas, que según Ryma, están en todo, «desde el momento en que sales a la calle, un agente de seguridad te puede parar y te puede llamar la atención y no solo verbalmente».
Refuerzo de la vigilancia para controlar a las mujeres
Simultáneamente, las autoridades han reforzado la vigilancia, tanto en el ámbito público, como en el privado. «Las ciudades están llenas de cámaras de vigilancia cuyo cometido no es la seguridad de los ciudadanos, sino ver como andan las mujeres por la calle y esta situación de acoso te crea una tensión psicológica y de miedo terrible cuando se piensa».
“No quería que su hija viviera en un régimen que sometía a la mujer y la convertía en una subcategoría humana“
«Sin embargo, la reacción de las mujeres es increíble, porque no tiene que ver con lo que busca el Gobierno, que es crear esa especie de miedo, de terror, pero las mujeres hace dos años tomaron la decisión de que no hay vuelta a atrás».
La legislación prevé condenas muy severas para las mujeres que no lleven el hiyab, incluidas multas desorbitadas, penas de cárcel elevadas, restricciones de oportunidades laborales y educativas, y prohibición de viajar. Anahita Nassir, politóloga hispano iraní y activista del movimiento Mujer, Vida y Libertad nos cuenta que, en su caso, fue su padre quien se vio obligado a elegir el exilio. «No quería que su hija viviera en un régimen que sometía a la mujer y la convertía en una subcategoría humana».
La «mano dura» del régimen iraní
La pena de muerte y otras disposiciones del derecho penal interno, se utilizan como instrumentos para aterrorizar y disuadir a las mujeres, «desde una simple llamada de atención —dice Anahita— a que te detengan, te torturen o cosas peores, porque el régimen utiliza toda esta maquinaria opresora para demostrar que tiene mano dura contra toda persona que le lleve la contraria».
A todo ello se suma la angustia y el temor de las familias: «No puedes contactar con tu ser querido, que ha quedado detenida. Evidentemente, también se quedan con su móvil, de forma que no tiene ninguna manera de contactar con el mundo exterior, a no ser que el agente que la ha arrestado haya tomado nota de todo lo que ha dicho y finalmente pueda avisar a su familia. Muchas de las mujeres no pueden contar con un abogado que las pueda defender, se inventan cosas que les cuentan a las familias para crear más terror y miedo acerca de por qué ha sido detenida la hija o la mujer».
El régimen de terror se traslada también al ámbito familiar, porque como relata Ryma, «las leyes represivas del Gobierno hacen que muchos hombres, dentro la familia, se vuelvan protectores, por decirlo de algún modo, y violentos con las mujeres dentro de las casas, diciéndoles que no saben lo que les puede ocurrir si salen a la calle y que no quieren líos».
La solución de Irán, la tienen los iraníes
“Irán es un país maravilloso que ojalá, algún día, encuentre justicia y libertad“
Anahita nos dice que la solución de Irán la tienen los propios iraníes, «yo me permito, como diáspora, dar voz a sus demandas y a su valiente lucha, pero la solución la tienen ellos». También hace hincapié «en que no es Irán el que mata a su propia gente, es el régimen de la República Islámica. Irán es un país maravilloso que ojalá, algún día, encuentre justicia y libertad».
Ambas denuncian la inacción y también la hipocresía de los gobiernos occidentales. «Los gobiernos occidentales —señala Anahita— e incluso los aliados del régimen, entre comillas, como podía ser Rusia, no hacen hincapié en los derechos humanos, ni en los derechos de las mujeres». Ryma se pregunta «cómo podemos hablar del 25N, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y tener relaciones económicas y culturales con países que las reprimen a ese nivel y de esa manera».