José Antonio Guardeño: «El mueble de Lucena no es fácil de exportar: es muy español»
En el año 2007, según un estudio realizado por el Centro Tecnológico de la Madera, había en Lucena 425 empresas dedicadas a la fabricación de mobiliario, llegando a ser reconocida como la ‘ciudad del mueble’. En 2023, según datos de la administración local, la cifra se redujo hasta 123. Tras su época dorada, y más de medio siglo después desde su surgimiento, el sector busca reconvertirse adaptando su producción a los nuevos tiempos. Además de la crisis económica y la burbuja inmobiliaria, el cambio en los hábitos de vida de los ciudadanos o el encarecimiento de las materias primas han propiciado el cambio.
Hablamos con José Antonio Guardeño, presidente de la Asociación del Mueble y Afines de Lucena (Amalu) y director gerente de Muebles Grupo SEYS, firma que dedicada al sector desde la década de los ochenta.
—¿Cuál es la realidad del sector de la madera y el mueble actualmente en Lucena?
—Ya llevamos unos años manteniendo la realidad actual gracias a la reconversión de las empresas lucentinas. El golpe fuerte al sector, igual que para otros tantos, fue la crisis económica de principios de siglo. Posteriormente, con la subida de los costes de las materias primas hace tres años, vivimos otro gran varapalo, recién terminada la pandemia. Muchas empresas no pudieron asimilarlo y, por desgracia, en Lucena lo vivieron sobre todo las pequeñas empresas. Hoy seguimos trabajando. Hemos tenido que reconvertir nuestros productos porque el cambio en las necesidades y costumbres de la sociedad actual es patente y el mueble, que antes era un material de segunda o tercera necesidad, ha dejado de serlo.
—La aparición de cadenas de venta de muebles ‘low cost’, ¿ha propiciado también esta reconversión?
—Sin duda. Si alguien vende un comedor, ya no lo vendo yo. Todas las marcas son competencia. El mercado es libre y tenemos que competir con ellas. Pero creo, realmente, que el cambio en el modo de vida del consumidor ha afectado más. Hace unas décadas, nuestra producción se dirigía especialmente a la fabricación de mobiliario de hogar (salones y dormitorios). Hoy ha derivado hacia los sectores de baño y cocina. Y es que antes los ciudadanos almacenaban en el salón y en el dormitorio varias vajillas y juegos de mantelería o sábanas, por ejemplo, y en el baño no existía apenas mobiliario. Incluso la digitalización nos ha afectado desde el punto de vista en que ya no se necesitan estanterías para almacenar libros o archivadores. Han cambiado las tendencias y los gustos. Ahora los ciudadanos quieren una vivienda más funcional porque cambian de lugar de residencia con mayor frecuencia.
«Han cambiado las tendencias y los gustos. Ahora los ciudadanos quieren una vivienda más funcional»
—En el cambio del estilo de vida del consumidor, el enfoque a los sectores de hostelería y restauración ha sido una de las vías por las que se ha optado.
—Por supuesto, ambos sectores se dan la mano. La gente vive más de puertas hacia afuera de su hogar y eso implica que los hoteles y los restaurantes opten por muebles de calidad. En Lucena hay empresas que antes se dedicaban a muebles de hogar y ahora prácticamente trabajan en exclusiva para estos dos sectores.
—Y, ¿hacia donde viajan los muebles lucentinos? ¿Fuera o dentro de nuestras fronteras?
—El mueble de Lucena no es fácil de exportar porque es muy español. Es un mueble contemporáneo, adaptado a los tiempos pero con sus reservas. Podemos citar EE.UU., Francia o Inglaterra pero, salvo los destinados al sector de baño, el extranjero no es nuestra mayor fuente de facturación. Muchas veces la solución no está en exportar porque requiere mucho tiempo y recursos. Nosotros lo hemos hecho pero el beneficio no ha sido superior a la inversión, no compensa. El mueble de Lucena ha avanzado, pero dentro de una línea de producto clásica. Nos basamos en muebles en los que la madera natural es la protagonista. Los gustos de otros países son distintos y, en mi opinión, algunas empresas de Lucena no están preparadas para realizar ese tipo de mueble tan competitivo.
—Claro, los gustos son distintos en España, Alemania, Chicago o Chile.
—Eso es. Hemos estado en ferias extranjeras en las que prácticamente la totalidad de los expositores presentaban muebles idénticos y, desde Lucena, exponíamos nuestro mueble característico que prácticamente el público no miraba, siendo el único diferente. Los gustos no coinciden. En las tiendas de mobiliario se venden sofás y colchones, no muebles. Básicamente, la venta de mueble de hogar se centra en el territorio español, no creo que se venda en el extranjero más de un 30%. Insisto, el sector del mobiliario para cocina y baño es completamente distinto.
—Podríamos decir que el mueble lucentino, prácticamente, enfoca su producción al territorio nacional.
—No lo dude. Otra cosa es que existan fábricas que realicen operaciones en el extranjero adaptando su producción al gusto de estos consumidores. Otros países que sí han sido fuente de exportación de nuestros muebles ha sido Rusia y Ucrania pero, tras el estallido del conflicto bélico, ese canal se cerró por completo.
«No es que la gente joven no nos compre a nosotros, es que no compra a casi nadie»
—¿Y cuál es el perfil del consumidor actual del característico mueble de Lucena?
En el año 2004 o 2005, que fue la época dorada del sector en nuestra ciudad, vendíamos en la mitad de España más del doble de nuestra facturación actual. Antes vendíamos muebles a parejas de 23 o 24 años que amueblaban su primera vivienda antes de casarse y ahora nuestros clientes, en su mayoría, superan la cuarentena. No es que la gente joven no nos compre a nosotros, es que no compran a casi nadie y, si lo hacen, amueblan con mobiliario más económico, aunque de calidad inferior.
—En ese sentido, es cierto que hace décadas las familias solían vivir en casas en propiedad y ahora lo hacen en pisos de alquiler. Esto, evidentemente, también ha afectado dado que los propietarios suelen optar por productos de menor calidad para reponer rápidamente si hay desperfectos por parte de los inquilinos.
—Nosotros hacemos un mueble de calidad y eso cuesta dinero. También es cierto que, si alguien opta por un mueble de peor calidad, aunque la inversión inicial es menor, se deteriora mucho antes. Un mueble nuestro puede durar treinta años, algo que es impensable en una mesa de bajo coste. Los propietarios optan por hacer una inversión menor aunque, a la larga, creo que lo terminan costeando.
—Y, en cuanto al diseño, ¿avanza todo a un ritmo más rápido, igual que nuestra sociedad?
—También. Antes editábamos nuestros catálogos cada cinco años y modificábamos el 50% de nuestros modelos. Ahora lo hacemos cada dos.
—Con el coste que supone de diseñadores, materias, tintes, etc.
—Claro, la producción hay que realizarla con vistas a un año, no más. Y, si no te renuevas, te quedas atrás.
—Y en cuanto a la apuesta institucional del sector, ¿está presente?
—En Lucena, tanto la administración local como provincial, llevan décadas presentes.
—Lucena, no obstante, sigue siendo puntera en la producción de mobiliario.
El nicho de mueble en España es Valencia como provincia, aunque como localidad la ciudad puntera sea Lucena. No debemos olvidar que la Feria Hábitat es la más importante que ha existido siempre. Tuvo una época de decadencia, en las que se posicionaron Madrid o Zaragoza, pero ahora Valencia ha vuelto a tomar las riendas. Su fortaleza no la tiene nadie y es la única feria internacional que existe. Es la feria del mueble español.