«Don Quijote arremete con el corazón valiente de Cervantes»

«Don Quijote arremete con el corazón valiente de Cervantes»




Cervantes escribió ‘Don Quijote de La Mancha’ para burlarse de los libros de caballerías y de los caballeros andantes que lo poblaban. Se habrá escuchado y leído muchas veces, pero este viernes quedó desmentido en Castro del Río: «Miente quien diga que se Cervantes se busca de los caballeros andantes y de los libros de caballerías. No se sostiene en una lectura lúcida en cuando se ve lo que Cervantes opina sobre el valor, la guerra y la historia».

No tardó mucho el escritor Arturo Pérez-Reverte en captar la atención de quienes lo escucharon en la primera conferencia de las Jornadas Cervantinas que se están celebrando en la localidad, y que han creado una notable expectación.

‘Soldado de Lepanto. Valor, milicia e historia del Quijote’ fue el título de su conferencia, en que antes de llegar a la experiencia del escritor como militar y comenzó desmintiendo que su obra liquidara los libros de caballerías. «Cuando Cervantes escribe, los libros de caballerías estaban de capa caída, porque su auge había sido en el siglo anterior», dijo Pérez-Reverte, que resaltó además que no se burla de todas las obras del género que había sido tan popular, «sino sólo de los malos».

«El viejo soldado de Lepanto admira el heroísmo y lo venera, y satiriza la decadencia de los caballeros andantes», dijo el escritor, qué explicó el anacronismo de sus arreos, porque Don Quijote pudo salir a buscar aventuras vestido como un caballero de la Guerra de Granada.

Habló el autor de ‘El Capitán Alatriste’ de lo que llamó «codazos» de Cervantes, es decir, de guiños, y uno de ellos, al hablar de los soldados y de las armas, es el recuerdo de su hermano, Rodrigo de Cervantes, caído en combate en Flandes cinco años antes de la publicación de la obra cumbre de la literatura en lengua española.

La lectura que de ‘Don Quijote de La Mancha’ hizo Arturo Pérez-Reverte fue profunda, y aseguró que Don Quijote no es valiente: «Sólo cree serlo». Para él, resulta más evidente en la segunda parte, conforme avanza la trama, y en Cataluña, en Barcelona, «encuentra la aventura de verdad, la sangre de verdad». «Cuando el bachiller Sansón Carrasco le vence y lo mata, en cierto modo, está liquidando a un héroe agonizante. Quien sí fue valiente fue Miguel de Cervantes, y cuando arremete Don Quijote, en realidad utiliza el corazón de Cervantes».

El escritor recorrió con amplitud la obra y encontró muchos ejemplos de cómo admiraba el heroicismo y la valentía, que había mostrado en la batalla de Lepanto, y de la que tantas veces habló. «Las heridas antes dan gloria que la quitan», dice en algún momento.

Pérez-Reverte explicó que en aquel momento Miguel de Cervantes era un oscuro funcionario que trabajaba como recaudador, «y eso es lo más opuesto al heroísmo». Pero tiene la nostalgia de lo que había vivido, del cautivo en Argel, después de la batalla de Lepanto, al que sus captores habían respetado.

«Le encanta recibir y pronunciar que es un soldado español, y eso es su gloria y su consuelo, y más ahora que sabe a cenizas, y cuando sus compañeros están mendigando en la puerta de las iglesias», relató.

Quiso ir a América, «pero entonces no iban soldados, sino funcionarios y curas, así que lo no le permitieron probar fortuna». El resumen era la ‘Odisea’: «Héctor y Aquiles ya no existen, ahora es Ulises y hay que llamarse nadie».

Alma de España

Desmintió otra frase de Unamuno: Don Quijote no encarna el alma del pueblo español, que sí está en los duques, los venteros y aquellos que lo despreciaron y maltrataron. «Don Quijote se mira en el espejo del valor sin recompensa, y lamenta la invención de la artillería, que se usa desde lejos. Quien habla así no es un hidalgo loco, sino un hombre cuerdo».

Por eso, manifestó Arturo Pérez-Reverte, el Quijote es una obra que no se entiende antes de cumplir los 40 años. Conforme avanza la segunda parte, «al principio estaba seguro de su valor, y esa firmeza se resquebraja conforme pasan las páginas, para empezar a ser más reflexivo».

No pasó por alto el discurso de las armas y las letras, en que habla de la milicia embarcada y que muestra «un hondo conocimiento de la vida militar, que inspira continuas reflexiones». No en vano, para él, son superiores las armas a las letras y «la honra de soldado le acompañará toda la vida, cuando dice que el soldado más bien parece muerto en la batalla que muerto en la fuga». La jerga soldadadesca y las germanías aparecen de forma constante, como en el episodio en que Don Quijote libera a los galeotes.

La segunda conferencia estuvo a cargo del también escritor Juan Eslava Galán, que tenía que hablar de las Cervantas, es decir, de las mujeres que formaban parte de su familia. No fueron personajes secundarios, sino que sabían leer y escribir, y llegaron a sacar adelante a la familia en ciertas situaciones.

Sin fortuna

Habló del padre del escritor, Rodrigo de Cervantes, cirujano sangrador, es decir, una especie de enfermero, pero sin demasiada fortuna. La familia, en concreto el abuelo, Juan de Cervantes, un prestigioso jurista, había estado al servicio del Duque del Infantado en Guadalajara, pero tuvieron que salir y recalaron en muchos lugares. Destacó ahí a la tía de Miguel, María, que acabó haciéndose amante del Gitano, «un hijo bastardo que había tenido el duque». Cuando la abandonaron, fue capaz de llevar a los tribunales al heredero para que la compensara.

Las hermanas de Miguel de Cervantes también tuvieron que salir adelante en situaciones difíciles. Los matrimonios de Magdalena y Andrea, con gente de la familia Portocarrero, no tuvieron excesiva fortuna, pero aunque fueran fallidos, también se mostraron capaces no sólo de salir adelante ellas mismas, sino también de hacerlo con su padre y con quien en su familia necesitaba ayuda.

Por eso la fama de fáciles las acompañaba. Así, cuando en Valladolid, dijo Eslava Galán, apareció un hombre herido de muerte a las puertas, una mujer insinuó algo respecto a los muchos hombres que entraban en la casa. Para Juan Eslava Galán, no debía pasarse por alto que eran «lo que ahora se diría mujeres empoderadas».

Fuente: www.abc.es