Irán, Rusia y China, el eje decidido a vengarse de Occidente
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Los regímenes autoritarios de Rusia, China e Irán se han ido aproximando de manera silenciosa pero muy efectiva contra Estados Unidos. Los tres consideran a esta potencia como la guadaña de sus antiguos imperios.
Según los expertos, en apenas dos décadas, han ido configurando a través de acuerdos de amistad, un eje vengativo cuyo objetivo prioritario ha sido el de sembrar el caos en las democracias occidentales. Lo vienen haciendo librando una guerra híbrida en los ámbitos económico, militar, geoestratégico, tecnológico e informativo. Sus ambiciones y su visión del mundo están puestas encima de la mesa y amenazan el orden geopolítico establecido.
Ucrania, la evidencia de la cooperación
El 24 de febrero de 2022, las tropas rusas invadieron Ucrania y, con ellas, la guerra llegaba a Europa. Putin justificaba la ofensiva por el acercamiento de las bases militares de la OTAN a sus fronteras.
“En el territorio de Ucrania luchamos contra Occidente”, manifestaba el exasesor de Putin en Política Exterior y Defensa, Serguéi Karaganov. Estados Unidos y Europa se sorprendieron cuando esta declaración fue compartida por otros actores del mundo. En la votación de Naciones Unidas, que tuvo lugar ocho días después de la crisis de Ucrania, 52 países de 193 no condenaron la agresión rusa. Entre ellos China e Irán, de quienes Occidente esperaba una clara condena.
La cooperación se hizo firme después de sendos pactos de amistad entre Rusia, China e Irán contra Estados Unidos, el enemigo número uno odiado por los tres países. “Debemos estar unidos, mantener la cohesión para contener la dominación occidental”, admitía Tian Feilong, profesor de Derecho Internacional de la Universidad de Beihang.
Esta cooperación sin precedentes suponía que cada uno de los tres países del eje se apropiaba de unas “zonas de influencia” sobre las que se otorgan “derechos históricos”, como Taiwán, en el caso chino.
“Debemos estar unidos, mantener la cohesión para contener la dominación occidental“
También cuestionaban los principios fundamentales del Derecho Internacional, acordados unánimemente después de la II Guerra Mundial, inscritos en la Carta de Naciones Unidas de 1945 y su Declaración Universal de Derechos Humanos. Así lo asegura el portavoz del partido Comunista Chino, Victor Gao, cuando afirma que “cada país debe tener su propia definición de derechos humanos”. Para el director de Inteligencia, Anticipación y Amenazas Híbridas, Paul Charon, “lo que China está intentando introducir es el fin del universalismo”.
Un triángulo estratégico y pragmático
Desde los primeros años de siglo, los expertos consideran que estas tres potencias unieron fuerzas para vengarse de los más de 30 años de dominio de Estados Unidos y Europa Occidental. El pistoletazo de salida se dio en la Cumbre de Shanghái de 2001, con la adhesión de Irán a China y Rusia.
Había nacido un triángulo de hierro con el que destruir la hegemonía estadounidense e implantar un escenario mundial completamente diferente dirigido por unos actores que, hasta el momento, siempre habían sido secundarios. El objetivo del eje es hacerse con el poder global y restablecer sus antiguos imperios.
“Necesitamos conocer su capacidad militar, el potencial de sus servicios secretos, así como las intenciones de sus líderes“
Para ello, no cejan de sembrar el caos en las democracias occidentales a través de una guerra híbrida. “Necesitamos conocer su capacidad militar, el potencial de sus servicios secretos, así como las intenciones de sus líderes”, advierte el exjefe del Servicio Británico de Inteligencia, Sir Jones Sawers.
Guerra híbrida: la batalla por la desinformación
«La democracia es la peor forma de gobernar que existe», expresa Karaganov. Bajo esta premisa, los tres regímenes autoritarios llevan a cabo una guerra híbrida de desestabilización de las democracias occidentales. “Es una guerra de información que utiliza la desinformación”, explica Ana Polyakova, experta en Rusia y en Defensa.
Se trata de ciberoperaciones, tanto para atacar como para recopilar información. “Informaciones que hacen que las personas se cuestionen la realidad en la que viven”, añade la analista, y con las que interfieren en nuestras democracias, debilitándolas. Además, los estados autoritarios distribuyen la propaganda entre sus poblaciones y, en esto, China es una maestra.
Especialistas como Craig Singleton, de la Fundación para la Defensa de las Democracias, señalan que China aporta a Rusia información sobre el control de internet, la digitalización masiva de datos personales, las cámaras equipadas con IA y la vigilancia de las redes. Una auténtica caja de herramientas de censura y represión que exporta a sus socios.
“Van a establecer mecanismos alternativos para evadir las sanciones unilaterales de Estados Unidos y eludir el dominio del dólar“
Junto a la desinformación, la confrontación militar y la tecnológica, el eje Rusia-China-Irán utiliza también la confrontación económica con la que “van a establecer mecanismos alternativos para evadir las sanciones unilaterales de Estados Unidos y eludir el dominio del dólar”, asegura la politóloga Diana Esfandiary.
La pretensión que hay detrás es la de crear un mundo económico alternativo e independiente de Occidente. “El mercado paralelo existe, a pesar de las sanciones estadounidenses y lo hemos utilizado para vender nuestro petróleo”, confiesa Hosseis Kanani Moghaddam, exmiembro de la Guardia Revolucionaria Islámica.
“Cuántos más obstáculos nos pongáis en nuestro camino, más unidos estaremos entre nosotros y más peligrosos seremos para vosotros“
El órdago está echado y “cuántos más obstáculos nos pongáis en nuestro camino, más unidos estaremos entre nosotros y más peligrosos seremos para vosotros”, amenaza a Occidente el diputado ruso y periodista Evgeny Popov. La nueva alianza de estos países autoritarios liderada por China está organizando un auténtico mundo paralelo alternativo al mundo occidental.