El desafío del talento se agiganta en el horizonte de futuro del sector

El desafío del talento se agiganta en el horizonte de futuro del sector




La demanda de talento especializado (y de recualificación) en el sector energético no pasa sólo por la tecnología, sino por todo aquello relacionado con la sostenibilidad. Desde la generación a la distribución (con valores al alza como la especialización en sistemas de almacenamiento), la cadena de valor exige estar al día en todo tipo de aptitudes y habilidades, con previsiones del sector que apuntan a la creación de más de 250.000 empleos directos e indirectos en el ya tópico ‘Horizonte 2030’.

De acuerdo a datos del Informe de Randstad Research «Mercado de trabajo en el sector Energético», la ocupación en este ámbito ha crecido un 13,3% en 2023 (su máximo en los últimos cinco años), con 97.960 personas. La brecha de género continúa en todo lo alto, ya que hay una presencia mayoritaria de hombres (69%), mientras que los perfiles apuntan a un 16% de empleados que cuentan con una ingeniería (área administrativa, un 5,7%; comercial, un 5,6%). Como señala Bárbara Marcos, strategic account manager del sector energía: «Este incremento refleja el papel clave de la transición hacia energías renovables y las inversiones en tecnologías de bajas emisiones, que están impulsando la creación de empleo y posicionando al país como un referente en sostenibilidad energética».

Según el estudio, destacan la producción, transporte y distribución de electricidad, que sumaba el pasado marzo 84.712 empleados (incremento interanual de un 9,8%), seguidas por la producción y distribución de gas, con 12.014 personas. Otro aspecto destacado, a partir de la «Evolución de ocupados en el sector de la energía» del INE, se centra en las «edades del empleo energético con una ligera concentración en los grupos de edades más altas. Así, el 79% del empleo se concentra en los segmentos de edad superior a los 35 años, con un 50% en mayores de 44 años. Destaca el poco peso de los grupos menores de 35 años, que sólo representan unos 21.000 ocupados, el 21% de la fuerza laboral». El 49% de los trabajadores tiene estudios universitarios y el 31% Formación Profesional (FP).

Transformación

José Alfonso García Jiménez, ingeniero energético y eléctrico (con formación MBA y TopVoice en LinkedIn), destaca cómo en los últimos años, han emergido sectores y especialidades que hace sólo cinco o diez años eran impensables: «Así sucede con las energías renovables, el almacenamiento energético, el ‘blockchain’, la IA, el Internet de las Cosas (IoT), la ciberseguridad y el análisis de datos. Este panorama plantea un desafío de especialización: si los centros formativos no evolucionan al ritmo de la tecnología, corren el riesgo de quedarse obsoletos, lo que contribuiría a la fuga de talento». Un desafío que, además, debe adaptarse al nuevo corpus normativo: «Con la aparición de nuevos mercados, se requieren normativas innovadoras y, por tanto, profesionales especializados que puedan desarrollar y aplicar estas regulaciones».

Otra referencia es el informe «Economic Graph» de LinkedIn, que apunta a necesidades como las de dirección de proyecto, técnica mecánica (para ajustarse a las nuevas maquinarias), director de construcción de plantas, Derecho (en tiempos de estricta regulación y cumplimiento) o experto en desarrollo empresarial, para llevar a buen puerto todo tipo de proyectos.

En el caso de Emilio de las Heras Muela, ingeniero naval y oceánico y miembro del Instituto de la Ingeniería de España (IIE), y vocal del Grupo de Trabajo del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec), incide en la importancia de la adaptación de la formación en diferentes especialidades por parte de los ingenieros: «Su capacitación de estos ingenieros debe seguir siendo especialmente intensa en materias como matemáticas y física aplicadas, tecnologías energéticas convencionales y emergentes. Deberá potenciarse la capacidad de trabajo en equipo, la optimización de los recursos empleados, liderazgo y la pasión por el aprendizaje permanente». Y señala la importancia de saber afrontar «los retos a los que se enfrenta la sociedad del siglo XXI, especialmente derivados del crecimiento exponencial del consumo energético, los signos de agotamiento de algunas tecnologías tradicionales y los problemas de acumulación de residuos y contaminantes en tierra, mar y aire».

El 49% de los trabajadores del sector tiene estudios universitarios y el 31% ha cursado FP

El IIE promueve, de hecho, el talento en ingeniería con iniciativas como, entre otras, el Concurso de Jóvenes Ingenieros/as por un Mundo Mejor, las distinciones a la excelencia en las prácticas en empresas (junto con RedFue) o Mentorías de Carrera Profesional. Otra institución destacada en este sentido es Enerclub (Club Español de la Energía), que cuenta con propuestas de formación como «Energía y Clima, Tecnologías, Políticas y Regulación» y, próximamente, comenzará con cursos como, entre otros, «Introducción al mercado eléctrico: La gestión de energía en el horizonte 2030», «Tramitación e instalación de energías renovables» o «Inteligencia Artificial y aplicación al sector energético», además de EnerAlumni, el punto de encuentro de experiencias que aportan quienes han terminado estas formaciones.

Desde el ámbito universitario, Javier Simó, director de la Escuela de Ingeniería de Fuenlabrada -EIF- de la Universidad Rey Juan Carlos, subraya la responsabilidad «de apostar por la sostenibilidad social y ambiental como eje estratégico, para formar a una nueva generación de profesionales críticos y conscientes de los grandes retos que enfrenta la ciudadanía global en el siglo XXI». Una transformación ‘ecosocial’ apoyada en novedades como la asignatura Sostenibilidad y Compromiso Social, o la introducción de competencias transversales en esa línea y en colaboraciones como la que señala Simó: «Para ayudarnos a avanzar en todo lo anterior, la EIF colabora con dos escuelas de ingeniería de la Universidad Politécnica de Madrid (Etsit y Etsidi) y con la ONGD Ongawa en el proyecto ‘Alianza 4.7’ (en referencia a la meta 4.7 de los ODS) en el que las tres escuelas estamos haciendo este camino conjuntamente y con el apoyo inestimable de las compañeras de Ongawa, si bien cada escuela tiene su propio ritmo y sus propios objetivos específicos».

La aparición de nuevas tecnologías, mercados y regulaciones reclama perfiles muy concretos

En este contexto, otra variable a tener en cuenta es la de la colaboración público-privada, universidad-empresa. Como comenta el director general de Forestalia, Carlos Reyero: «Hemos intensificado tanto la formación como la presencia activa en ferias de empleo y otros ámbitos en los que podamos estar cerca de la universidad y las organizaciones empresariales, como es la reciente creación de una cátedra en la Universidad de Zaragoza sobre renovables y competitividad industrial, que incluye formación para personal cualificado o el fomento del acceso femenino a carreras técnicas y científicas».

Día a día

Una cualificación, en tiempos de formación continua, que se reclama, día a día, por las empresas no sólo para la recogida y análisis de datos o la ciberseguridad, sino para la (obvia) necesidad de aplicar la IA para ajustar generación y producción y para atinar en el mantenimiento predictivo, o de ‘blockchain’ para el desarrollo de la actividad del mercado energético, o de los avances en sensórica, etc. Nuevos perfiles para nuevos tiempos de hidrógeno verde y biometano, de ‘smart grids’ y ‘smart contracts’, de ‘prosumidores’ (productores y consumidores).

De cara a 2025, Bárbara Marcos enfatiza que «el sector deberá centrarse en fortalecer la formación especializada y promover la igualdad, no sólo para satisfacer la creciente demanda de energía sostenible, sino también para asegurar un entorno laboral inclusivo y competitivo en el largo plazo».

Fuente: www.abc.es