La vigencia incombustible de Juan Valera

La vigencia incombustible de Juan Valera



El viernes 18 de octubre se cumplirán 200 años del nacimiento de uno de los mayores escritores que ha dado la provincia de Córdoba a lo largo de su historia, Juan Valera y Alcalá Galiano. Nacido en Cabra en el otoño de 1824, fue uno de los intelectuales más destacados de su tiempo, con gran cultura clásica, cosmopolita y políglota.

Se destacó en muchas cuestiones como un hombre avanzado a su tiempo, que recorrió numerosos países como diplomático –Brasil, Portugal, Alemania, Estados Unidos…-, que ejerció durante algunos periodos como diputado y que, aunque comenzó a publicar literatura cuando ya se acercaba a la cincuentena, se mantiene hoy en la ‘champions league’ de la gran narrativa española realista del siglo XIX junto a Benito Pérez Galdós, Leopoldo Alas ‘Clarín’, Emilia Pardo Bazán y José María de Pereda. En ciertos aspectos, es además un precursor del perfil más moderno y viajero que tendría el oficio de escritor a partir del siglo XX.

Aunque fue enterrado en 1905 con los honores propios de una gran figura de su tiempo, su obra no ha dejado de tener nuevas lecturas por parte de los especialistas. De hecho, al Valera novelista se le han añadido con los años nuevos hallazgos sobre su vida política y diplomática o sobre su empeño cotidiano en su correspondencia, quizá la mejor que existe para conocer la España de esa parte final del XIX.

Ahora, cuando se cumple el bicentenario de su natalicio, nuevas investigaciones vienen a sumarse a esa larga búsqueda sobre Valera y se acercan a aspectos menos conocidos se su biografía y legado. Sus obras maestras en el género novelístico, como pueden ser ‘Pepita Jiménez’ (1874), ‘Doña Luz’ (1878), Juanita la Larga (1895) o ‘Genio y figura’ (1897), también mantienen la atención a pesar de los años transcurridos y siguen sumando ediciones críticas en las que se analizan desde nuevas perspectivas y a través de las técnicas literarias actuales.

Desde el próximo miércoles y hasta el viernes se celebrará en su ciudad natal con motivo de este aniversario el III congreso sobre su obra, que da continuidad a los que ya se celebraron en 1995 y en 2005. Organizado por el Ayuntamiento de Cabra con la colaboración de diversas instituciones y entidades, reunirá en la localidad de la Subbética a expertos de diversas universidades españolas y europeas. Uno de sus directores académicos es el profesor de la Universidad de Córdoba Blas Sánchez Dueñas.

El especialista explica a ABC que ese encuentro servirá para «encontrar nuevas vías de encuentro y debate sobre Valera y también para refrescar lecturas desde una perspectiva actual». A su juicio, la actualidad de Valera se encuentra ahora mismo en aspectos diversos que habían sido menos estudiados como pueden ser su labor como diplomático, su narrativa breve, sus publicaciones de crítica literaria o su obra dramática.

A ello se suma la revisión constante de sus grandes personajes femeninos, que tantísima fama le dieron en novelas como ‘Pepita Jiménez’ o ‘Juanita la Larga’ y que siguen estando sujetas a nuevas interpretaciones psicológicas e históricas. También se abordarán, aunque sea de forma más somera, otros asuntos más estudiados en congresos anteriores como la relación de su obra con su tierra natal de Córdoba, en la que se inspiró en muchas ocasiones.

Un escritor total

Una de las cuestiones sobre las que cada vez se conoce más es sobre la labor crítica que desarrolló Valera y que demuestra la gran atención que prestaba tanto a la literatura de los clásicos españoles como de sus compañeros de generación e incluso de los autores más jóvenes. Según explica Sánchez Dueñas, la actualidad de los estudios sobre este asunto gravita en el hecho de que se están pudiendo cruzar las críticas que realizaba en publicaciones literarias con los comentarios sobre los autores de su amplísima correspondencia. Lo que se descubre es que mientras que en las primeras tenía una mirada «más condescendiente y centrada en los aspectos positivos», en sus cartas «se mostraba más sincero».

Su curiosidad literaria le hizo prestar atención a las generaciones que modificaban el canon realista de su propia generación y según explica Sánchez Dueñas «no fue especialmente beligerante», al menos en público.

En la esfera privada de su correspondencia sí que criticaba el «afrancesamiento o los lujos excesivos» que encontraba en los nuevos autores que se iban integrando en las corrientes modernistas o en el círculo de lo que acabaría siendo la Generación del 98, del que destacaba a Pío Baroja y a Azorín. Su preocupación también se extendió a escritores del Siglo de Oro como Cervantes o Lope de Vega, a los autores del XVIII o a contemporáneos suyos como Clarín o Pardo Bazán.

Imagen secundaria 1 - Arriba, primera piedra del monumento que la ciudad de Cabra dedicó al inolvidable literato. Debajo, el autor egabrense en su despacho en una foto de 1880. A la derecha, su madre, Marquesa de la Paniega.
Imagen secundaria 2 - Arriba, primera piedra del monumento que la ciudad de Cabra dedicó al inolvidable literato. Debajo, el autor egabrense en su despacho en una foto de 1880. A la derecha, su madre, Marquesa de la Paniega.
Arriba, primera piedra del monumento que la ciudad de Cabra dedicó al inolvidable literato. Debajo, el autor egabrense en su despacho en una foto de 1880. A la derecha, su madre, Marquesa de la Paniega.
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A esa labor crítica menos conocida se une también su producción en el género del cuento, menos estudiada que su novelística y afectada como es común en España por el escaso interés crítico que ha suscitado la narrativa breve hasta hace unos años, al considerarse de forma tradicional como algo menor o como mero ejercicio de los escritores previo a la novela. «Los cuentos de Valera han sido mucho menos valorados de lo que merecen», escribía el crítico de la Generación del 27 José Francisco Montesinos ya en 1960.

Frente a ese desinterés que ocupó gran parte del siglo XX, en los últimos años se han realizado estudios detallados sobre este apartado de su obra y la conclusión a la que se llega es que el escritor egabrense fue un cuentista variado y de interés. «Valera no sólo se limitará a publicar relatos o cuentos de corte legendario, fantástico, histórico, religioso, humorístico o satírico, sino que también prestará gran atención al análisis y estudio del género, pues expuso a menudo sus ideas», explicaba el profesor de la Universidad de Alicante Enrique Rubio.

Los relatos breves de Valera, según este especialista, tienen una gran diferencia respecto a las corrientes naturalistas de su tiempo, y es que se alejan de la intención social que se observaba en muchos cuentos de Clarín o de Pereda para centrarse en cuestiones fantásticas, legendarias o religiosas.

Sus relatos, a los que se le atribuyen la influencia del escritor francés Voltaire, «son volterianos en la medida en que pueda serlo cualquier narración irónica, ideada para inculcar una lección moral no dogmática, fruto de un desengaño que se nos presenta con una sonrisa escéptica», concluye el profesor Rubio.


Casa en la que nación Juan Valera en Cabra


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La tercera y la cuarta vía que despiertan ahora mismo mayor interés sobra Valera, más allá de su crítica literaria o su narrativa breve, se encuentra en su labor diplomática y en su obra dramatúrgica, cuestión menos abordada hasta ahora.

En el primero de los casos, y según explica el profesor Sánchez Dueñas, es fundamental conocer su vida viajera y su manejo de los idiomas para entender el modo en el que le influyeron esas literaturas que él leía de forma directa y sin traducciones. Al final de su vida, cuando Valera perdió la vista, se quejaba con amargura «de no poder leer en alemán o en francés» como había hecho durante tantos años, recuerda el especialista.

Sus obras maestras siguen sumando ediciones críticas que se analizan desde otras persepectivas y a través de técnicas literarias actuales

En cuanto al teatro de Valera, sigue suscitando estudios y análisis, pues durante años estuvo más olvidado. El escritor comenzó a escribir sus dramas con 55 años, cuando ya había publicado algunas de sus novelas más importantes y en un momento en el que la Restauración lo había situado en un ostracismo político en el que permanecería hasta 1880.

Sobre este género también teorizó, manteniendo el criterio moderado y formativo que tenía sobre la literatura. «El teatro es y debe ser siempre tan escuela de costumbres como un paseo, un casino o una tertulia, donde me parece que tampoco es justo ni conveniente faltar a la honestidad, a la decencia o a la buena crianza», escribía en el autor cordobés en su artículo ‘La moralidad en el teatro’.

Valera después de Valera

Por último, de las dimensiones de Valera otra que se analiza hoy día es la de su estela; es decir, el modo que, tras su muerte, su legado ha ido consolidándose en la sociedad e incluso se mantiene vigente en pleno siglo XXI en internet.

De la presencia constante del autor en la cultura española da cuenta de forma muy evidente el archivo histórico de ‘ABC’, en el que se encuentran noticias, artículos críticos y recordatorios no solo en los años posteriores a su deceso sino en casi todas las décadas. Tanto en 1913, cuando se colocó un recordatorio en su casa madrileña, como en 1924, cuando llegó su primer centenario, el recuerdo del escritor ocupó la portada del diario. Allí se evocaba que en vida había sido admirado por personajes de la talla de Cánovas, Castelar, Campoamor o Menéndez y Pelayo.

Su vida viajera y manejo de los idiomas sirven para entender cómo influyeron las literaturas que leía sin traducciones

También son muy reveladores los artículos que le dedicaba José Martínez Ruiz ‘Azorín’, que siempre lo llama «gran maestro». Azorín llega a decir en ‘ABC’ de Valera que era el único escritor del XIX que no era discutido ni negado por las nuevas generaciones, tanto por la calidad de su obra como por la bondad humana que demostraba en sus famosas tertulias, por las que pasaban autores consagrados y noveles. Valora también Azorín «su escepticismo indulgente, su mucha experiencia en la vida y su amable y elegante desdén por lo vulgar y plebeyo».

Pasado el franquismo, la figura de Valera seguía también presente en ABC, por ejemplo en una tribuna abierta de 1983 del catedrático granadino Antonio Gallego Morell, en la que relata la curiosidad del periplo de la obra de Valera, que por entonces, en esos primeros años del periodo democrático, volvía a estar en primera línea por la publicación de su sorprendente epistolario y de un ensayo sobre su vida política.

La estela ‘valeriala’

En pleno siglo XXI esa estela ‘valeriana’ sigue presente en internet. Tanto la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes como la Biblioteca Nacional, la Real Academia de la Historia o la Real Academia de la Lengua –de la que fue miembro- tienen apartados dedicados al escritor egabrense.

También el célebre portal bibliográfico Dialnet, uno de los más visitados del mundo y que gestiona la Universidad de La Rioja, da cuenta de las constantes tesis doctorales o artículos en revistas que aparecen en torno a todos esos variados aspectos que rodean la figura del autor de ‘Pepita Jiménez’.

Ni siquiera sus devaneos románticos y enamoramientos han dejado de dar pie a artículos sobre esa esfera privada de su existencia. Todo ello conduce a que la figura de Valera se alce como un gigante de las letras españolas del XIX y como uno de los ilustrados más notorios nacidos en la provincia de Córdoba a lo largo de su historia. Cuando se cumplen 200 años del nacimiento de Valera pocas dudas hay de que sigue instalado en el panteón de los clásicos de las letras españolas.

Fuente: www.abc.es